domingo, 29 de julio de 2012

Falleció el músico Osvaldo Fattoruso




El prestigioso baterista uruguayo tenía 64 años y luchaba contra el cáncer. Integró el mítico grupo Los Shakers, OPA y fue una de las piezas claves del Trío Fattoruso.


Este sábado, y al final de una larga lucha contra el cáncer, Osvaldo Fattoruso en Uruguay el reconocido Osvaldo Fattoruso a los 64 años. Su nombre se liga a las figuras más destacadas de la música rioplantense y, especialmente, el consagrado Trío Fattoruso que formaba con su hermano Hugo.


Durante la década del 60, integró Los Shakers, y en los ‘70, OPA. Para los santafesinos Osvaldo Fattoruso no es ajeno ya que supo visitar el Paraninfo de la UNL.


Conocida la noticia de su muerte, el guitarrista Ricahrd Lew expresó en su cuenta de Facebook: “Con el corazón ahogado de dolor les comunico que anoche falleció en Montevideo mi querido amigo Osvaldo Fattoruso. Fue el más grande baterista que Uruguay le dio al mundo y seguramente uno de los más geniales de toda América. Su larga carrera que arranca cuando era un niño todavía le permitió tocar con los más grandes músicos de todo el mundo. Su nombre está ligado a una de mis épocas más lindas como músico, tocamos juntos más de seis años en el grupo de Rubén Rada junto a Ricardo Nolé y el Beto Satragni".


Y continúa: "Osvaldo venía luchando contra la más siniestra de las enfermedades desde hace años con una entereza que me sorprendía. El año pasado, en plena lucha contra el cáncer se vino para Buenos Aires y nos mandamos unos recitales con el Daniel Maza y Ricardo Nolé donde el querido Fatto toco maravillosamente como si su salud estuviera todavía intacta. Ojalá que pueda descansar en paz por fin. Lo voy a extrañar mucho… tipos como él no tienen reemplazo", culminó Richard Lew.

domingo, 22 de julio de 2012

MANIFIESTO #YoSoy132

Videla: "La iglesia nos asesoro sobre como manejar el tema de los desaparecidos"




Videla habló con una revista de Córdoba sobre la complicidad de la Iglesia Católica con la dictadura militar. El rol de Laghi y Primatesta y el testimonio de un ex sacerdote. No sólo asesoraron a la Junta sobre cómo manejar la cuestión de los detenidos-desaparecidos. También le ofrecieron sus “buenos oficios” para informar a algunas familias del asesinato de sus hijos garantizando que no lo hicieran público.

Se comprende por qué hasta hoy la Iglesia no ha excomulgado a Videla.

Por Horacio Verbitsky

El ex dictador Jorge Videla dijo que el ex nuncio apostólico Pío Laghi, el ex presidente de la Iglesia Católica de la Argentina Raúl Primatesta, y otros obispos de la Conferencia Episcopal asesoraron a su gobierno sobre la forma de manejar la situación de las personas detenidas-desaparecidas. Según Videla la Iglesia “ofreció sus buenos oficios” para que el gobierno de facto informara de la muerte de sus hijos a familias que no lo hicieran público, de modo que cesaran la búsqueda. Esto confirma el conocimiento de primera mano que esa institución tenía sobre los crímenes de la dictadura militar, como consta en los documentos secretos cuya autenticidad el Episcopado reconoció ante la justicia hace dos meses. Pero además muestra un involucramiento episcopal activo para que esa información no trascendiera tampoco por comentarios de los familiares de las víctimas, de cuyo silencio la Iglesia era garante.
Diálogos en la cárcel

El reportaje con la revista cordobesa El Sur, que edita en Río Cuarto Hernán Vaca Narvaja, se realizó antes de los concedidos al periodista español Ricardo Angoso y al argentino Ceferino Reato, pero sólo se divulgó esta semana. Fue realizado en tres partes por el periodista Adolfo Ruiz, en la cárcel de alta seguridad de Bouwer, donde el ex jefe de la Junta Militar estuvo detenido entre el 26 de junio y el 23 de diciembre de 2010, mientras se extendieron las audiencias del juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en la cárcel de Córdoba conocida como UP1. Videla fue condenado en ese proceso a prisión perpetua por los asesinatos de 31 prisioneros dentro de la cárcel o mediante fraguados intentos de rescate en ocasión de traslados. Videla recibió a Ruiz el 6 y el 13 de agosto y el 18 de octubre de 2010 en el locutorio de la cárcel de Bouwer, cuyos dos mil internos superan el número de pobladores de esa pequeña ciudad, que hasta hace dos años fue el depósito de los residuos domiciliarios de Córdoba. Antes de comenzar puso como condición que sus palabras recién se difundieran cuando dejara la provincia, como consta en la carta manuscrita que se reproduce aquí.

Como en aquellas otras entrevistas y en sus alegatos judiciales, Videla justificó el plan que aplicó la Junta Militar por los “decretos de aniquilación” firmados por el ex presidente interino Italo Luder, que constituyeron “una licencia para matar concedida por un gobierno democrático”. Cuando el periodista le inquirió si esa licencia incluía las torturas, el robo de bebés y el saqueo de los bienes de las víctimas, dijo que esas “bajezas humanas” se debieron al gran “poder y libertad de acción otorgados al Ejército”, situación en la cual “es inevitable que muchos utilicen esas libertades en beneficio propio”. Agregó que con los juicios él y sus camaradas pagan el costo de “no haber blanqueado” los métodos dispuestos entonces. Videla sostiene que “hacia el final de mi mandato, entre el ’80 y el ’81, se llegó a evaluar la posibilidad de publicar la lista, blanquear los desaparecidos”. Explica que “no era tan fácil, porque además íbamos a estar expuestos a la contra pregunta. Si a una madre le decíamos que su hijo estaba en la lista, nadie le impediría que preguntara ¿dónde está enterrado, para llevarle una flor? ¿quiénes lo mataron? ¿por qué? ¿cómo lo mataron? No había respuestas para cada una de esas preguntas, y creímos que era embochinchar más esa realidad, y que sólo lograríamos afectar la credibilidad. Entonces en ese momento no se quiso correr ese riesgo”. El razonamiento es idéntico al que Videla suministró a la Comisión Ejecutiva del Episcopado, cuando los obispos le transmitieron que el método de la desaparición de personas produciría a la larga “malos efectos”, dada “la amargura que deja en muchas familias”. Pero la fecha es muy anterior a la que menciona el dictador. Ese diálogo tuvo lugar el 10 de abril de 1978 durante un almuerzo de Videla con la Comisión Ejecutiva del Episcopado, que presidía el arzobispo de Córdoba Primatesta y que también integraban los arzobispos de Santa Fe y de la Capital Federal, Vicente Zazpe y Juan Aramburu, como vicepresidentes.

Primatesta hizo referencia a las desapariciones producidas durante la Pascua de 1978, “en un procedimiento muy similar al utilizado cuando secuestraron a las dos religiosas francesas”. Videla respondió que “sería lo más obvio decir que éstos ya están muertos, se trataría de pasar una línea divisoria y éstos han desaparecido y no están. Pero aunque eso parezca lo más claro sin embargo da pie a una serie de preguntas sobre dónde están sepultados: ¿en una fosa común? En ese caso, ¿quién los puso en esa fosa? Una serie de preguntas que la autoridad del gobierno no puede responder sinceramente por las consecuencias sobre personas”, es decir para proteger a los secuestradores y asesinos. El detalle de este diálogo consta en una minuta que los tres arzobispos redactaron en la sede del Episcopado en cuanto concluyó el almuerzo para enviarla al Vaticano. La autenticidad de ese texto fue reconocida por la Conferencia Episcopal, que hoy preside el arzobispo de Santa Fe, José Arancedo, ante una consulta de la jueza federal de San Martín, Martina Forns, luego de su publicación aquí. Pero en el reportaje con El Sur, Videla describe un grado de complicidad de la Iglesia Católica con los crímenes de su gobierno superior a lo que se conocía y con un carácter institucional que comprende tanto al Episcopado local como a la sede central en Roma. No se trata sólo de callar lo que sabían para no “hacer daño al gobierno”, como dijo Primatesta aquel día de 1978, sino incluso de asesorar a la Junta Militar y garantizar que tampoco los familiares de las víctimas contaran lo que había ocurrido con sus hijos. Lo que sigue es la transcripción textual del tramo de la entrevista sobre el tema:

–No deja de llamar la atención la forma en que se refiere a la situación de los desaparecidos. Hace sentir que para usted es un tema pendiente.

–La desaparición de personas fue una cosa lamentable en esta guerra. Hasta el día de hoy la seguimos discutiendo. En mi vida lo he hablado con muchas personas. Con Primatesta, muchas veces. Con la Conferencia Episcopal Argentina, no a pleno, sino con algunos obispos. Con ellos hemos tenido muchas charlas. Con el nuncio apostólico Pío Laghi. Se lo planteó como una situación muy dolorosa y nos asesoraron sobre la forma de manejarla. En algunos casos, la Iglesia ofreció sus buenos oficios, y frente a familiares que se tenía la certeza de que no harían un uso político de la información, se les dijo que no busquen más a su hijo porque estaba muerto.

–No parece suficiente.

–Es que la repregunta es un derecho que todas las familias tienen. Eso lo comprendió bien la Iglesia y también asumió los riesgos.

Hasta la expresión impersonal escogida por Videla (“se lo planteó”, “se les dijo”) trasluce la identidad entre Iglesia y Dictadura.
El rol de Laghi

La minuta para el Vaticano también muestra el conocimiento de la Iglesia sobre el secuestro de las religiosas francesas Alice Domon y Léonie Duquet. Sin embargo, cuando la superiora de las monjas en la Argentina, Evelyn Lamartine, y la religiosa Montserrat Bertrán recurrieron a Laghi, el nuncio las miró “como si fuéramos bichos asquerosos, y nos dijo: ‘Nosotros no sabemos nada, por algo habrá sido’. Montse se arrodilló y le rogó que hiciera algo. El se la sacó de encima, instintivamente, describe Evelyn, que entonces pensó: ‘Dios no se olvida de lo que dijiste’”. Su testimonio fue recogido por María Arce, Andrea Basconi y Florencia Bianco, cuya investigación fue publicada por Clarín en 2007. Un obispo y una madre superiora llegaron desde Francia para interesarse por Alice y Léonie, pero Primatesta ordenó desmentirlo y explicar que sólo venían a pasar Navidad. En 1995, bajo la conmoción de las revelaciones del ex capitán Adolfo Scilingo sobre el asesinato de prisioneros arrojados al mar, la esposa del secuestrado periodista Julián Delgado, María Ignacia Cercós, contó que el Comandante en Jefe de la Armada Armando Lambruschini consultó con Laghi acerca del destino de 40 detenidos-desaparecidos en la ESMA, que su antecesor, Emilio Massera, le había entregado al retirarse. Lambruschini no quería matarlos pero temía que si los dejaba en libertad contaran lo padecido en la ESMA, tal como ocurrió, y le preguntó a Laghi qué hacer. Según Cercós, el concimiento de Laghi sobre lo que sucedía en aquel campo de concentración llegaba hasta la nómina de los prisioneros que aún quedaban con vida. Ante el pedido de María Ignacia, Laghi consultó esa lista y “me dijo que Julián no estaba entre ellos. Quiere decir que tenía pleno acceso a la información”. En aquel momento, el propio Massera defendió a Laghi de tales “noticias calumniosas” y dijo que se preocupó en forma permanente por la suerte de “los llamados desaparecidos”. El problema es que Laghi había elegido la estrategia opuesta: negar que hubiera conocido la índole y la extensión de las violaciones a los derechos humanos. Dijo que “no tenía ni micrófonos ni espías que fuesen a los cuarteles a ver lo que los militares hacían”. Sus amigos Oscar Justo Laguna (quien al morir este año estaba procesado por la justicia federal de San Nicolás, por haber mentido en su testimonio sobre el asesinato de su colega Carlos Horacio Ponce de León), Alcides Jorge Pedro Casaretto, Carlos Galán, Domingo Castagna y Emilio Bianchi di Carcano sostuvieron que declaraciones como la de María Ignacia Cercós podrían “reinstalar entre nosotros no ya la violencia de las armas sino la de la venganza”. La esposa de Julián Delgado dijo entonces que durante años estuvo agradecida a Laghi por sus gestiones. “Pero ahora sé que no puedo perdonarle su silencio cómplice. Me siento un monstruo por haber escuchado esas cosas sin reaccionar.” El propio jefe máximo de aquella Junta Militar, sin el menor asomo de crítica, confirma tres décadas después el asesoramiento de Laghi sobre el secreto más horrendo y peor guardado de la dictadura.
La Eucaristía

Recuerdos coincidentes tienen muchos sacerdotes que en aquellos años frecuentaron a Laghi. Uno de ellos, Hugo Collosa, de Rafaela, le narró al periodista Carlos del Frade que Laghi visitó esa ciudad santafesina luego de la muerte de su obispo, Antonio Alfredo Brasca, incendiado por un cáncer en 1976. La enfermedad se adelantó a las Fuerzas Armadas, que lo tenían en su lista corta de aversiones. En el Obispado se reunían las agrupaciones laicas que militaban en los barrios más humildes y las del peronismo revolucionario, que tenían algunos miembros en común, entre ellos un sacerdote. Brasca se había manifestado en apoyo del movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo junto con los obispos Enrique Angelelli, Ponce de León y Alberto Devoto. “Laghi vino a maltratarnos”, dice Collosa, quien ya no es sacerdote. “No tenía ninguna intención de discutir el perfil del nuevo obispo ni mucho menos que se siguiera la línea de Brasca. Lo llevamos a almorzar en un comedor para chicos de la ciudad y allí, a varios sacerdotes, nos contó de los vuelos de la muerte, de los secuestros, las desapariciones y las torturas. Es decir que ellos ya sabían lo que estaba pasando con lujo de detalles desde mucho antes que 1978. Y hablaba con fundamento de lo que hacía cada una de las tres armas. Nosotros ya habíamos sufrido el secuestro del padre Raúl Troncoso que militaba en barrio Fátima, y estábamos muy preocupados. Después lo mandaron a Cassaretto que hizo una pastoral totalmente distinta a la de Brasca y bien cercana a los sectores dominantes de la ciudad”. La primera entrevista de Videla con el periodista cordobés se interrumpió cuando lo trasladaron al Hospital Militar para tratarse de una incipiente bronquitis. Formaba parte de la comitiva que buscó a Videla “un hombre canoso que venía, cáliz y alba en mano, a darle la Eucaristía”. Es decir que pese a las sucesivas condenas por los más graves delitos, la Iglesia Católica no consideró necesario excomulgarlo, pena eclesiástica que impide la recepción de los sacramentos y se aplica a los pecados graves. El no considerar como tales los delitos de Videla certifica la prolongación en el tiempo de la complicidad eclesiástica con ellos.

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domingo, 15 de julio de 2012

La batalla de Chile 4 - La memoria obstinada

El Genocidio Armenio (Por José Pablo Feinmann)




Durante estos días fue condenado el jefe del genocidio argentino, Videla. Las cifras –en la definición de un genocidio– no son lo esencial, sino que son otras las características que se imponen. De este modo, se habla también de un Holocausto Armenio en relación al Holocausto Judío. Escribe –buscando definir el genocidio– Rita C. Kuyumciyan: “El genocidio es la instrumentación masiva del terror (...) Genocidio significa la aniquilación coordinada y planeada de un grupo nacional, religioso o racial” (Rita C. Kuyumciyan, El primer genocidio del siglo XX, Planeta, Buenos Aires, 2009, p. 53). Luego de la Declaración de los Derechos Humanos realizada por las Naciones Unidas en 1948 se irán agregando los grupos sociales, políticos, ideológicos. Si bien es justo admitir que en la frase “grupo nacional” estaban incluidos.

Una de las características de primer orden, fundantes de un genocidio, la hemos trabajado (por haberlas padecido hasta el extremo) los argentinos. El genocidio implica la desaparición de los cuerpos de las víctimas. La masacre argentina intentó cobijarse bajo esa metodología: sin cuerpos no habría matanza. ¿Dónde estaba la prueba? De aquí la célebre frase de Videla: “Un desaparecido es alguien que no está. Se evaporó”. Para erradicar toda teoría del “empate” o de “los dos demonios” este punto es central. La derecha procesista se obstina en resaltar algunos casos de “muertos por la guerrilla” que son repudiables, pero aún así de nada sirven para empatar nada. No hay empate y hay un solo demonio: el que no entregó los cuerpos. Es distinto tener el cuerpo del ser querido, velarlo, enterrarlo según sus valores religiosos y tener una tumba donde ir a recordarlo, a rezarle o lo que sea: hasta hablarle en un susurro que expresa el lento devenir del dolor, su intimidad. Es distinto esto que no tenerlo. Cuando una madre o un padre esperan eternamente el regreso del hijo “evaporado” (según la aberrante terminología del condenado Videla), el dolor de esa ausencia es un dolor que no cesa, no puede cesar. Sólo cesaría con el retorno del hijo perdido o de su cuerpo. Si los que esperan por los desaparecidos (es imposible dejar de esperar: durante las noches se lo presiente en cada ruido, en cada ventana que –agitada por el viento– golpea, en cada crujido de la escalera, en cada rumor sordo, lejano, que llega desde fuera de la casa y se confunde con los pasos de alguien, los pasos anhelados, los que siempre se esperará oír, los del desaparecido) tuvieran su cuerpo o lo que de él quede podrían darle sepultura, tendrían un lugar donde ponerle una flor. De modo que esa búsqueda de “culpables” en el “otro” bando no tiene sentido y hasta es una afrenta a quienes carecerán para siempre del cuerpo del “desaparecido”. La ausencia es un hueco que nada puede llenar. La ausencia es un dolor y una angustia que siempre esperan. La esperanza del que espera al hijo que le han “desaparecido” jamás “desaparece”. Para su dolor, para su interminable angustia, es, aquí, la esperanza la que los alimenta. ¿Cómo podrían dejar de tenerla? Dejar de esperar al desaparecido sería matarlo del todo. O por segunda y definitiva vez. ¿De qué empate se habla? Acaso –alguna vez– lleguen a juzgar a dos o tres jefes de la guerrilla. Supongamos. ¿Qué se lograría con eso? ¿Con eso quieren empatar el dolor de los que esperan en vano día tras día?

En 2005 se cumplieron noventa años del Genocidio Armenio. Si bien transcurrió entre 1915 y 1920 hubo etapas anteriores de matanzas de armenios que lo precedieron. La más importante fue perpetrada por el sultán Abdul Hamid II, a quien se llamó el “sultán sanguinario”. Lo fue: bajo su reinado murieron 200.000 armenios. La aparición en la escena política de un grupo fervoroso que se dio el nombre de Jóvenes Turcos entusiasmó a los armenios. Los Jóvenes impusieron una nueva Constitución y levantaron las banderas de la Revolución Francesa: Libertad, Igualdad. Fraternidad. Pero –dentro del estruendo cambiante, caótico de la Primera Guerra– el nuevo grupo hegemónico se inclinó hacia Alemania, cuya complicidad en el genocidio de los armenios aparece cada vez con mayor claridad. No es casual que –durante la Segunda Guerra– Hitler haya recurrido a su memoria –o mejor dicho: a su no-memoria– para justificar el de los judíos. Escribe Vahakn N. Dadrian: “En los años ’20 y ’30, Hitler hizo numerosas declaraciones donde dejó entrever que tenía un conocimiento general sobre el caso de los armenios y los turcos, sobre los antecedentes históricos de persecución de los armenios y su ‘aniquilación’ en Turquía. En uno de los documentos escritos más antiguos que se conservan, que contiene declaraciones o discursos hechos por Hitler hacia 1924, el futuro líder nazi aludió a los armenios como víctimas de su falta de espíritu de combate” (Vahakn Dadrian, Historia del Genocidio Armenio, Imago Mundi, Buenos Aires, 2008, p. 372). Ese “espíritu de combate” era el que el pueblo alemán debía tener en su lucha contra los judíos, parásitos del cuerpo de la nación, a los que si no se exterminaba terminarían por dominar. Hitler, que admiraba a Gengis Khan, decidió emprender las grandiosas matanzas del mítico guerrero. “Claramente, Gengis y sus hazañas de conquista impresionaron no sólo a los turcos sino a otros muchos líderes nacionalistas que aspiraban a ser conquistadores. Sobrecogidos por el tamaño de su enorme éxito, tales líderes buscaban la influencia de los sanguinarios y feroces métodos que llevaron a Gengis a asegurar tales victorias” (Ibid., p. 375). Tanto los Jóvenes Turcos como Hitler se vieron impulsados por el ejemplo del Khan: las grandes matanzas aseguraban éxitos perdurables. Parece que Hitler se topó con un libro sobre Gengis cuando estaba preso en Landsberg (entre febrero y diciembre de 1924) junto a su fiel Rudolf Hess, quien habría de escuchar y anotar el dictado de Mi lucha. Ahí se enteró adecuadamente del Genocidio Armenio. De las masacres que el Imperio Turco Otomano (en busca de la “turquificación” total de la nación) descargó sobre ese grupo étnico. Más tarde, buscando convencer a su Estado Mayor de la solución final acerca del problema judío, habría de decir su frase fatídica: “¿Alguien recuerda el Genocidio Armenio?”

Tenía razón. Nadie lo recordaba. Se le llamó “el genocidio olvidado”. Tuvo tres etapas. La primera fue la aniquilación de los intelectuales. Consideraron, los Jóvenes Turcos, que debían empezar por la cabeza. “El Genocidio Armenio comenzó su plan de exterminio cuando en una sola noche, del 23 de abril al 24 de abril de 1915, en todo el territorio de la actual Turquía, millares de armenios (...) como pensadores, eclesiásticos, escritores, políticos, artistas, docentes, médicos, etc. fueron arrestados y posteriormente deportados” (Kuyumciyan, ob. cit., p. 50). Luego mataron a los hombres y luego a las mujeres, a los niños y a los ancianos. La descripción de los horrores que estos hechos implicaron ha sido hecha. Lo que no se ha producido es el reconocimiento por parte de los turcos. Este “negacionismo” es una herida infranqueable entre la relación de ambos pueblos. Mientras el negacionismo continúe, mientras un periodista sea asesinado, como lo fue en 2008 el turco Hrant Vink que denunciaba el genocidio y el negacionismo, mientras el mundo permanezca dentro de una indiferencia sólo atenuada por gestores diplomáticos, las heridas no cerrarán. Aquí, el juez de La Plata Carlos Rozansky incluyó, en su acusación contra el genocida argentino Etchecolatz, el Genocidio Armenio como antecedente del nuestro. Las Naciones Unidas, incluso, han reconocido el genocidio contra los armenios. (Ver: El Derrumbe del Negacionismo, AAVV, Planeta). Pero no sus perpetradores, no los turcos. Esto impide una realización adecuada del duelo. Como lo impide la figura del desaparecido, siempre. De aquí que sea una tarea permanente para los que luchan a favor de los DD.HH., como fundamento de una vida menos tanática entre los hombres, como un avance constante del Eros sobre la pulsión de muerte, el recordarlo.

LA TRAMA DEL PODER ALREDEDOR DE LEDESMA

 Por Martín Granovsky 

En Jujuy, el azúcar amarga



El comienzo del juicio por la represión de la dictadura y el llamado a indagatoria de Carlos Pedro Blaquier desnudan los vínculos con la Justicia, la jerarquía de la Iglesia y el Poder Ejecutivo jujeño.

Mientras la Justicia procesa, al fin, a los responsables del terrorismo de Estado en Jujuy y se propone indagar al propietario del Ingenio Ledesma, Carlos Pedro Blaquier, el gobernador de Jujuy, Eduardo Fellner, parece resuelto a que el juicio no se mezcle con un dato de la realidad: cuenta como uno de sus funcionarios más importantes al socio de un estudio que patrocinó a Ledesma. Se trata de Jorge Noceti, secretario de Turismo y Cultura, que perteneció al estudio Noceti-Frías.

Noceti ya ocupó ese cargo con Walter Barrionuevo, el gobernador del período 2007-2011. Fellner lo mantuvo al asumir en diciembre pasado luego de su paso por la presidencia de la Cámara de Diputados de la Nación.

El secretario es hijo de Raúl Octavio Noceti, un abogado rosarino que se radicó en Jujuy, fue cofundador del estudio y se convirtió en el hombre fuerte del peronismo jujeño en la Justicia provincial. Llegó a ser miembro de la Corte Suprema. El 9 de febrero de 1999 sufrió un misterioso atentado. A las 21.30 le dispararon tres balazos en la puerta de su casa, en la calle España 594, de San Salvador de Jujuy. Fue trasladado a Buenos Aires de urgencia en un avión privado. Una bala entró por la sien y le destrozó el globo ocular, pero la afección cerebral fue mínima, según informó en aquel momento el neurocirujano Amelio Castellani, del sanatorio Lavalle, de Jujuy. La información reproducida por Clarín el 11 de febrero del ’99 consignando fuentes policiales señala que, “según el testimonio de los vecinos, en el momento exacto en que se produjo el atentado hubo un corte de luz que dejó esa zona de la ciudad completamente a oscuras. Y no se descarta que los agresores lo hayan provocado”. Noceti falleció el 1º de junio de 2004. Cuando murió, Noceti-Frías Estudio Jurídico pasó al control de su hijo Jorge.

Antes de que la Quebrada de Humahuaca fuera declarada Patrimonio de la Humanidad, en 2003, grupos de pobladores fueron despojados de sus tierras por abogados que aprovecharon la obvia debilidad de su documentación.

Los chiriguanos, descendientes de guerreros guaraníes que combatieron con los incas y terminaron instalándose en zonas como el oriente boliviano, emigraron a Jujuy durante el siglo XX para trabajar en los ingenios azucareros.

En Jujuy el poder político no hace nada sin consultar a Ledesma”, dijo a este diario Ricardo Arédez, hijo del intendente de Libertador General San Martín Luis Arédez, secuestrado en 1977 y desaparecido desde entonces. Médico, Luis se había interesado en la salud de los obreros del azúcar en Tucumán. En 1973 fue elegido intendente del pueblo cercano al ingenio Ledesma. El primer punto de su programa era un plan de entrega de tierras de la empresa a los jujeños. La historia no se repite salvo cuando no se resuelve. En julio de 2011, una ocupación en reclamo de tierras derivó en la represión de la policía jujeña, que dejó cuatro muertos.

Adriana Arédez, hija de Luis y hermana de Ricardo, señaló la responsabilidad de Ledesma en lo que definió como “tres genocidios”. El primero, “el robo de tierras a los pueblos chiriguanos”. El segundo, “la participación en el terrorismo de Estado”. El tercero, “la contaminación ambiental”. También incluyó en la trama del poder jujeño a Guillermo Jenefes, actual vicegobernador, ex senador nacional y dueño de medios que, según la hija del intendente secuestrado, “no se preocupan mucho por difundir el juicio sobre la represión”. Y recordó que el obispo a cargo de la diócesis de Jujuy entre 1965 y 1982, José Medina, “presenciaba los interrogatorios de los torturadores”. Medina fue nombrado después vicario castrense. Es el mismo a quien el 2 de abril de 1987 el entonces presidente Raúl Alfonsín tuvo que replicar desde el púlpito porque en su homilía había presentado a la Argentina como un paraíso de drogas y negociados.

Ricardo Arédez dijo que también Fellner trabajó con Frías y Noceti. El gobernador no desmintió sus relaciones con el estudio, aunque la empresa Ledesma a través de Ignacio Duelo, ejecutivo de relaciones institucionales, deslindó por escrito que Fellner haya sido abogado de la firma.

–Cuando Ledesma contrató al estudio de Noceti-Frías, ¿el doctor Eduardo Fellner fue también uno de los abogados?

–No, el doctor Fellner nunca fue abogado de Ledesma.

–¿Cuál era la razón social del estudio mientras estuvo vinculado a la empresa Ledesma?

–Noceti-Frías, que se refiere a Marcelo Horacio Frías, quien nunca fue socio del doctor Eduardo Fellner.

–¿En algún momento se llamó Fellner-Frías?

–El Estudio Noceti-Frías nunca se llamó de otra forma. El estudio que trabajaba con Ledesma era el de Marcelo Horacio Frías y Jorge Noceti. Cuando Jorge Noceti entró al gobierno provincial como secretario de Turismo, dejó de ejercer su profesión de abogado, y por supuesto dejó de ser abogado de Ledesma.

La historia del ataque a Noceti padre no es el único hecho sin esclarecer que hasta hoy ronda en el poder jujeño. Frías, que además es criador de perros, también protagonizó una historia con olor a vendetta o advertencia. Un día todos sus perros aparecieron degollados. La escena de El Padrino en la que Vito Corleone ordena poner en la cama de un productor de Hollywood la cabeza degollada del caballo preferido de éste, es ficción. La historia de los perros de Frías, no.

Como presidente de Ledesma, Blaquier emitió un comunicado el 7 de julio último. “Respecto de las acusaciones que figuran en la causa sobre una posible participación en detenciones ilegales de personas durante el último gobierno militar, quiero manifestar que somos totalmente inocentes y que las evidencias y otros elementos prueban que las imputaciones son falsas y carecen de todo sustento”, dice el texto. Y en alusión a uno de los temas que está bajo pesquisa judicial agrega: “Se nos acusa de haber prestado camionetas de Ledesma S.A.A.I. a las fuerzas de seguridad para la detención ilegal de personas”.

Ricardo Arédez dijo a este diario que recuerda haber visto las camionetas “con mis propios ojos”. Añadió que la suya no es una deducción. “No es que me pareció que los móviles eran de la empresa sino que llevaban una inscripción con la marca.

miércoles, 4 de julio de 2012

Ya juzgan los crímenes de la dictadura en San Nicolás


El Tribunal Oral Federal 2 (TOF2) de Rosario comenzó ayer el juicio oral contra los ex coroneles del Ejército Manuel Fernando Saint Amant y Antonio Federico Bossié, y el ex comisario general de la Policía Federal Jorge Muñoz, por crímenes de lesa humanidad cometidos en la ciudad de San Nicolás

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Los imputados. Saint Amant, ex jefe del Area Militar 132; su segundo, Bossié, y el ex policía Muñoz.

Por Jorge Kaplán / La Capital 


El Tribunal Oral Federal 2 (TOF2) de Rosario comenzó ayer el juicio oral contra los ex coroneles del Ejército Manuel Fernando Saint Amant y Antonio Federico Bossié, y el ex comisario general de la Policía Federal Jorge Muñoz, por crímenes de lesa humanidad cometidos en la ciudad de San Nicolás. El proceso unifica tres causas que incluyen la llamada masacre de calle Juan B. Justo, la desaparición de un grupo de militantes de la JP y el secuestro y tormentos en perjuicio del locatario de la casa donde vivía un matrimonio desaparecido.

En la primera audiencia del juicio se comenzó con la lectura de los pedidos de elevación a juicio, de la causa por la masacre, de las querellas de la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires, su homóloga de la Nación y la de Manuel Gonçalves, nieto recuperado y único sobreviviente de los hechos. Se prevé que hoy se haga lo propio con el de la Fiscalía y se comience con los pedidos de elevación a juicio de la causa Alvira, otro de los expedientes acumulados.

El TOF2 además ayer resolvió la detención de los imputados Bossié y Muñoz, que estaban en libertad, mientras duren las audiencias del juicio oral, a partir de un pedido que la Fiscalía presentó la semana pasada y al que las querellas adhirieron. La solicitud se basó en el riesgo de fuga de los acusados, teniendo en cuenta la gravedad de los cargos en su contra. Saint Amant, en tanto, permanecerá con el régimen de arresto domiciliario.

En la sala de audiencias se pudo ver entre el público al subsecretario de DDHH de la Nación, Luis Alem; el secretario del área bonaerense, Guido Carlotto; su par de Santa Fe, Horacio Coutaz, y la diputada provincial Alicia Gutiérrez.

En la lectura de la acusación sobresalieron algunos aspectos que dan la gravedad de los hechos. En la masacre de calle Juan B. Justo, en la madrugada del 19 de noviembre de 1976, efectivos del Ejército y policías de varias jurisdicciones irrumpieron en la casa donde vivía la familia Amestoy y en la cual se encontraba también Ana María Granada y su hijo Manuel Gonçalves de apenas meses de vida. Allí fueron asesinados Omar Amestoy y su esposa María del Carmen Fettolini de varios disparos en la cabeza, mientras que Granada recibió 14 impactos de bala. En el informe policial se alegó que las víctimas se habían "suicidado".

Los niños Fernando y María Eugenia Amestoy (de 4 y 6 años respectivamente) fueron llevados en grave estado al Hospital San Felipe donde fallecieron a causa de los gases. Según testigos se arrojaron al menos 30 granadas dentro de la casa, muchas de ellos a través de la claraboya del baño, donde habían puesto a los chicos tratando de resguardarlos de las balas. Tampoco hay evidencia de que las víctimas hayan estado armadas o efectuado disparos
.http://www.lacapital.com.ar/politica/Ya-juzgan-los-crimenes-de-la-dictadura-en-San-Nicolas-20120704-0027.html

martes, 3 de julio de 2012

Filosofía Aquí y Ahora IV 9: John William Cooke: El ideólogo de la izqui...

Chicos que ya tienen sus derechos protegidos




Cristina Kirchner encabezó un acto emotivo en el que ella misma entregó documentos a personas trans y a los bebés con dos madres. 


LOS NIÑOS NACIDOS ANTES DE LA LEY DE MATRIMONIO IGUALITARIO SERAN RECONOCIDOS COMO HIJOS DE AMBAS MADRES 

 Por Emilio Ruchansky 

La Presidenta firmó ayer un decreto para eliminar una zona gris que había quedado en la ley sobre casamiento de parejas del mismo sexo. También entregó los primeros documentos a las personas trans. Y reglamentó la Ley de Identidad de Género.


En un acto sencillo y ante una multitud emocionada, la Presidenta firmó ayer dos decretos referidos a la diversidad sexual y entregó nuevos documentos a personas trans y a bebés de parejas de mujeres, nacidos antes de la Ley de Matrimonio Igualitario. “Este es un día de inmensa reparación y de igualdad, que es algo tan importante como la libertad”, dijo Cristina Fernández de Kirchner, tras reglamentar la Ley de Identidad de Género y reconocer la deuda que tenía el Estado con el colectivo trans. “Cuando alguien es ignorado y reprimido, es negar al otro y a sus derechos, es como no existir”, agregó la Presidenta. Sobre el decreto referido a los niños que tienen dos madres, pero una sola fue inscripta como tal, señaló que deben tener los mismos derechos “que tuvieron tantos millones de argentinos al nacer”.

El acto fue realizado en el Salón de las Mujeres Argentinas, que estuvo colmado por activistas, niños, funcionarios, legisladores nacionales y porteños. A las 18.45 entró Fernández de Kirchner, seguida del secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, munido con las dos carpetas que contenían los decretos. Al lado de la mandataria se sentaron el vicepresidente Amado Boudou y el ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo; más lejos estaba el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina. En primera fila estaban el ex juez español Baltasar Garzón y Estela de Carlotto.

De inmediato la Presidenta pasó a entregar documentos a doce personas trans, de las más de trescientas que ya comenzaron los trámites en todo el país. La primera fue Laura Elena Moyano, luego pasó Kalym Adrián Soria, Silvana Sosa, Luisa Lucía Paz, Reyna Ornella Infante, quien alguna vez se reunió con Néstor Kirchner por este tema y ayer casi hizo llorar a la Presidenta tras hablarle al oído. Siguieron Valeria del Mar Ramírez, secuestrada en el Pozo de Banfield durante la dictadura militar, María Laura Alemán, Maia Mar Abrodos, Diana Sacayán, Gabriela Abreliano y Laura Elena Villalba.

Luego aparecieron las madres y los bebés. La Presidenta se deleitó cargando a una de las mellizas de Laura Ruggiero y su esposa Catalina Schünemann. El público comenzó cantar: “¡Igualdad! ¡Igualdad!”. Ni las mellizas ni Juan Pablo Villalba ni Lourdes Micaela Quevedo ni Savino Buffone lloraron durante el acto. Sí sus madres, abrazadas y a los besos con el nuevo DNI de sus niños en brazos. Mientras tanto, la locutora recordaba que las madres de todos los niños y niñas, menores de 18 años, tenían un año para inscribirlos y conseguir los documentos.

No me gusta la palabra tolerancia, porque eso quiere decir te aguanto porque no tengo otro remedio. Yo quiero hablar de la igualdad, la de todos ustedes, que tendrán los mismos derechos. Esta es la sociedad que queremos, una sociedad de reparación y de igualdad”, dijo la Presidenta. Luego recordó que Soria, el único varón trans en recibir DNI ayer, esperó ese momento 42 años. “Una de las chicas me dijo que antes las llevaban presas, ahora les damos un documento”, comentó Fernández de Kirchner.

Por otra parte, la mandataria destacó que en Francia estaban por aprobar una ley de matrimonio igualitario y dijo sentirse “muy orgullosa” porque el país esté a la vanguardia en derechos de las minorías sexuales. No tomar estas decisiones, agregó, “es no reconocer los tiempos que corren y que en verdad vienen del fondo de la historia”. En este sentido, recordó un viaje a Israel junto a dos amigos religiosos con quienes recorrió el Santo Sepulcro: “En un momento vimos el Arco de Adriano y uno me dijo que Adriano era gay. Y le respondí: ‘Como tantos otros’. Como verán, no hay nada nuevo bajo el sol”.

Luego la Presidenta agradeció a los activistas por su lucha y también por la paciencia que tuvieron hasta que se cumplieron sus reclamos. “Los que luchan se van o terminan deteriorados. A los que no les importa nada siempre se los ve rozagantes, como recién duchados. Pero es preferible vivir desgastada que como una mariposa sin haber logrado nada”, arremetió. Sobre el final, Fernández de Kirchner hizo una recomendación: “Es hora de aceptar que la realidad no es como nos gusta, sino que es como es, con todo lo que está dentro de esa realidad”.

Entre el público estaban los diputados Carlos Kunkel, Diana Conti, Juliana Di Tullio, Mara Brawer, Horacio Pietragalla y las legisladoras Gabriela Alegre, María José Lubertino y María Rachid. También el presidente de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (Falgbt), Esteban Paulón, y Marcela Romero, de la Asociación de Travestis, Transexuales y Trangéneros Argentina (Attta). “La democracia tenía esta deuda con nosotras por la toda la violencia, el estigma y la discriminación. Lo explicó bien la Presidenta: no queremos tolerancia, queremos derechos humanos”, dijo esta dirigente.



César Cigliutti, presidente de la Comunida Homosexual Argentina (CHA), aseguró a este diario que la entrega de documentos fue “el primer acto de amor de parte un gobierno argentino a las personas trans”. Diana Sacayán contó el chiste que le hizo a la Presidenta cuando le dio su DNI. “Como la primera chica se apellida Moyano, yo le dije: ‘Cristina, nosotras no somos camioneros’”, dijo la activista del Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (Mal). Sacayán reclamó de viva voz por sus derechos en varios actos de la Presidenta. “Un día en Lanús se bajó de una combi y me juró que iba a avanzar. Y cumplió”, agregó Sacayán.

Sobre el patio que antecede a la entrada principal de la Casa Rosada, y con sus trillizos de cinco años corriendo de una punta a otra, Andrea Majul y Silvina Maddaleno comentaron que el decreto que permite inscribirlos como sus hijos posibilita tomar decisiones conjuntas en temas médicos y educativos, además de los derechos hereditarios y licencias por enfermedad de los hijos. Majul –integrante de 100% Diversidad y Derechos, que junto a Lesmadres militó este reclamo– contó que los niños ya dicen sus dos apellidos. “Y ahora que van a empezar a leer, los van a poder ver escritos también”, señaló.

Maddaleno aseguró que desde la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario vienen trabajando junto a varios funcionarios por este decreto. “Estoy segura de que vamos a llegar a casa y nos vamos a poner a llorar”, dijo Maddaleno. Según el Censo 2010, hay 24.228 hogares con parejas del mismo sexo, de las cuales el 58,3 por ciento son mujeres. El 21 de todas las parejas tienen hijos a cargo, y en su mayoría son parejas de mujeres: 97,5. “Creíamos que había trescientos chicos que cuentan con este derecho de ser reconocidos por sus dos mamás. Al ver los datos del Indec, vimos que fuimos conservadores con esa cifra”, dijo ayer Martín Canevaro, presidente de 100% Diversidad y Derechos.

lunes, 2 de julio de 2012

Recompensa por Stuhldreher

A través del Boletín Oficial, el Gobierno ofreció una recompensa de 100 mil pesos para quien aporte datos acerca del paradero del ex intendente de San Rafael, Luis Alberto Stuhldreher, acusado de "privación ilegítima de la libertad y tormentos" en perjuicio de una veintena de víctimas durante la última dictadura militar. Desde el 7 de julio de 2011, pesa sobre el ex intendente un pedido de captura nacional e internacional, por lo que figura en la lista de personas buscadas por Interpol.

Las personas que quieran suministrar datos deberán comunicarse telefónicamente con la Unidad Especial para Búsqueda de Personas ordenada por la Justicia al (011) 5300-4020, según indicó el artículo segundo de la resolución.

Stuhldreher tenía grado de capitán cuando las Fuerzas Armadas tomaron el poder en 1976, y en democracia se desempeñó en el Ministerio de Seguridad de Mendoza durante la gobernación de Julio Cobos.