EL MUNDO › EL LIDERAZGO REBELDE PIERDE TERRENO EN LIBIA Y PIDE QUE OCCIDENTE INTERVENGA Y APRUEBE UNA ZONA DE EXCLUSION AEREA
La ciudad de Zawiya, en el oeste, que se había convertido en un símbolo de resistencia, fue recapturada, según fuentes del régimen libio. El estratégico puerto petrolero de Ras Lanuf, en el este, fue bombardeado.
Por Kim Sengupta *
Desde Ras Lanuf
Las dos ciudades en la primera línea en poder de los rebeldes estuvieron bajo ataque sostenido y se incendió una instalación petrolera durante los feroces combates que dejaron docenas de muertos mientras las fuerzas de Muammar Khadafi achicaban las conquistas militares de la oposición. Crecía el sentimiento en las filas de los insurgentes de que el liderazgo militar y político desorganizado y desunido del movimiento de protesta no podría resistir por mucho tiempo las presión persistente aplicada por las fuerzas del coronel Khadafi.
El liderazgo rebelde con base en Benghazi pidió una zona de exclusión aérea y ataques aéreos contra el régimen. El ex ministro de Justicia Abdel Jalil, uno de sus principales miembros, a cuya cabeza el régimen le puso precio, dijo que Occidente debe “ayudar a proteger al pueblo de Libia de los ataques de Khadafi y ayudar a ponerle un fin a esta guerra”. Las esperanzas libias de ponerles fin a cuatro décadas de dictadura estaban siendo reemplazadas por el temor a una vuelta al régimen que se esforzaba por aplastar a sus opositores con armas de fuego y amenazas de castigos.
El estratégico puerto petrolero de Ras Lanuf, en el este del país, fue bombardeado por artillería intercalada con ataques aéreos. La ciudad de Zawiya, en el oeste, que se había convertido en un símbolo de resistencia, había sido, según los oficiales del régimen, recapturada en gran medida. Un médico en la ciudad dijo que había contado unos 50 muertos de los combates al final de la tarde. Un capitán del ejército libio declaró: “La seguridad está controlada en un 95 por ciento. Hay algunas ratas en los callejones, escondidas en los departamentos. Estamos capturando un grupo tras otro”.
Ambos lados se culpaban entre sí por incendiar un gasoducto y depósitos en el puerto de Sidra, afuera de Ras Lanuf, la segunda mayor salida de petróleo para el país. Una pelota de fuego color naranja se elevó al cielo justo después de que un avión de combate pasara por encima. Sin embargo, hubo intercambio de granadas propulsadas por cohetes y fuego de mortero un rato antes en el mismo lugar.
Los combatientes rebeldes, el Shabab, habían intentado avanzar hacia Bin Jawad y dijeron en un momento haber alcanzado las afueras de la ciudad. Pero se vieron obligados a retroceder y anoche las tropas leales al régimen estaban avanzando hacia Ras Lanuf con una serie de tanques y camiones transportando tropas.
Cuatro hombres resultaron muertos y 18 heridos en Ras Lanuf, en el bombardeo, y la ciudad quedó casi vacía, ya que la mayor parte de los residentes había huido y se estaba preparando para la llegada del enemigo. Más de 400 personas murieron en el este desde que comenzaron los disturbios, el 17 de febrero, dijo el doctor Gebril Hewadi, del Centro Médico de Benghazi, con muchos cadáveres todavía enterrados bajos los escombros de los bombardeos.
“Necesitamos ayuda, necesitamos ayuda urgentemente o estamos perdidos”, dijo Yunus Astarsi, un médico del hospital general de la cercana ciudad de Ajdabiya ayer. “Necesitamos medicinas, provisiones de comida y necesitamos que las potencias internacionales detengan estos bombardeos para no tener que enfrentarnos a esto cada día”, añadió mientras señalaba las camas llenas con la última tanda de heridos llegados desde el frente.
Pedir la participación de Occidente no fue la primera alternativa del movimiento de protesta. Días después del levantamiento, se colocaron carteles en las ciudades liberadas que decían: “No a la intervención extranjera. Los libios lo podemos hacer solos”.
La desalentadora situación en tierra cambió esta postura de los miembros del gobierno provisional en Benghazi, que pidieron primero la imposición de una “zona de exclusión aérea” y luego ataques aéreos contra el régimen.
Pero hay una sensación entre el público así como entre los oficiales de que debe haber un límite al grado de protección occidental. “No podemos tener tropas extranjeras en tierra, no queremos ser otro Irak”, dijo Abu Bakr Ibadullah, un ingeniero de 44 años de la ciudad de Ras Lanuf, mientras proyectiles de artillería aterrizaban a cien metros. El se iba de la ciudad con su mujer y sus tres hijos para buscar seguridad con su hermano en Tobruk. “No somos soldados, somos gente común que se está defendiendo –añadió Ibadullah–. Khadafi está usando sus aviones para bombardearnos. Si Estados Unidos y Europa pueden detener eso, al detener a los aviones, tendremos una oportunidad.”
Pero la revolución puede necesitar más que una “zona de exclusión” para sobrevivir. Sobrepasados por las fuerzas del régimen, los rebeldes se vuelven cada vez más contra ellos mismos mientras ven que sus primeros éxitos se invierten. Un intento anterior de tomar Bin Jawad fracasó dejando a muchos de los rebeldes muertos o heridos.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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