El punto central es que quienes agitan el "no entendés", como si se tratara de la teoría de supercuerdas, tampoco entienden o, de lo contrario, lo explicarían didácticamente. Y, si la razón por la cual no se entiende es que tal entendimiento no se alcanza por mecanismos racionales, simplemente estamos entrando en el terreno de la oligofrenia mística. Autor: Diego E.
Soy peronista. Y esa es una entre muchas razones por las cuales no soy un iletrado. El gorilismo vernáculo ha hecho malabares conceptuales para endilgarle a los peronistas el epíteto de brutos. Como el mismo adjetivo se aplica mundialmente a los negros, todo queda dicho en "negro peronista". Y algunos negros y algunos peronistas terminan por hacer suyos los argumentos del amo. Así es como terminan por considerar que cualquier cuestionamiento razonable al peronismo está motivado por el no entendimiento del peronismo. Como si se tratara de una cuestión mística, o futbolera. El hincha de Estudiantes no "entiende" la pasión del hincha de Gimnasia, que celebra a un club que no ha ganado siquiera un campeonato de la B. Problema resuelto.
Se suma a lo anterior una pulsión básica de todo sujeto: la seducción de poseer un conocimiento oculto, inaccesible al no iniciado. Ser peronista sería, en este caso, como ser masón, o saber que los amos del mundo son una raza reptiliana venida de Alfa Centauri. Nosotros sabemos, ellos no. He visto cosas que tus ojos no podrían creer... Si uno es un adolescente, obedecer a esta pulsión para diferenciarse del resto mediante una identificación tribal, es comprensible. Si uno dejó atrás la adolescencia hace unos años, debería ser vergonzoso el intento de demostrarse poseedor de un arcano inaccesible a los extraños.
Y la verdad es que no hay mucho que entender del peronismo como doctrina. Explicar el fenómeno es otra cuestión, esa sí, inabarcable. Pero mucho más académica. Pretender que sea difícil entender el peronismo es un insulto a la inteligencia y al propio peronismo. No fue concebido como un movimiento que requiriese enormes cuotas de esfuerzo intelectual. En lo más básico de su formación, hay una palabra que solía decir Perón casi como muletilla: ¡natural!. Porque tan natural como es el lenguaje para los humanos, lo es la organización para alcanzar metas. Esto no lo descubrió Perón, y ni siquiera Marx, que ya lo había dicho antes.
Si se quiere leer el corpus teórico sobre el cual se asienta, se puede sin demasiados esfuerzos. No son escritos iniciáticos a los cuales se accede luego de un rito en catacumbas.Las 20 verdades peronistas y el Manual de conducción política. De nuevo: pretender que cualquiera de estos escritos es difícil de entender es insultante.
Hay algo más, por supuesto: la práctica. Y la práctica no determina tanto el entendimiento, como la aceptación. Y ese es el punto que quienes acusan de no entender no entienden.
¿Cómo explicar a la vez el marco teórico y la práctica?.
Creo que la mejor forma de explicárselo a alguien "de afuera", es dar una mirada, precisamente, desde afuera, aunque no tanto. Perón era, suele decirse, hegeliano de segunda mano. Esto se debe a que los manuales de estrategia militar con los que se formó (¿hace falta recordar su formación militar?) eran todos de autores hegelianos. Perón, en su juventud, entendió a Hegel a partir de esos manuales. La filosofía de Hegel es una filosofía del devenir (¿les suena movimiento?). La primera de ese tipo. Las anteriores, eran estáticas. Hegel intenta comprender el proceso de cambio como subproducto de fuerzas contradictorias. Para que surja la síntesis son necesarios dos opuestos: la tesis y la antítesis. Esto tiene profundas implicancias, no tanto por lo que hay que entender, como por lo que hay que aceptar. Hegel pone como ejemplo la Revolución Francesa (1789), que en sí misma fue sangrienta (tesis); la respuesta de la Historia fue el período conocido como El Terror (antítesis); luego siguió la bonanza y consolidación de los avances logrados (síntesis). Es decir: si queremos la síntesis, tenemos que digerir un par de sapos. Esta manera de analizar la realidad se denomina "positivismo moral". Es, en sí misma, un sapo. Positivismo moral implica que lo que es, es bueno porque es. Si fuera malo, no sería. Si aún así, es malo, será combatido por su antítesis en el momento oportuno, y luego será otra cosa, que nuevamente, será buena mientras dure. Insisto: es difícil de tragar, no de entender. Hay otra manera de expresar el positivismo moral: "la única verdad es la realidad" (nota al margen: recomiendo "La revolución es un sueño eterno" de A. Rivera, donde se responde a esa frase desde la izquierda jacobina con "la realidad no es la única verdad").
Las consecuencias del positivismo moral son de larguísimo alcance, y el motivo por el cual se suele criticar al peronismo desde la izquierda. Si en un momento dado, para alcanzar el objetivo, hay que aliarse a Clarín, nos aliamos. Y al día siguiente los enfrentamos, para movilizar la realidad. Lo peor que puede ocurrirle a un movimiento es la parálisis (no, no es chiste). Si se necesita una burguesía nacional, nos aliamos a unos cuantos oligarcas con deseos de invertir y hacemos crecer a otros tantos pequeños burgueses hasta que ellos mismos sean el enemigo a batir. Si lo mejor que tenemos en efectividad en Buenos Aires es Scioli, vamos con Scioli. Hay mejores, pero no los vota nadie. Y si hay un disenso interno (los hay todo el tiempo) se decide cuál es la línea ganadora (normalmente, la presidencial). Y todos se encolumnan detrás (acá se ve la formación militar de Perón), incluso quienes no están de acuerdo. ¿Por qué? porque si ganó en un momento dado esa línea, es buena hasta que se demuestre lo contrario (tesis-antítesis). Lo contrario es lo que hacen esos que Carrasco llama "renovadores de la política": a cada disenso se abren y fundan un nuevo partido, atomizando más y más la fuerza de sus bases, hasta verse en la obligación de formar alianzas con cualquiera para conservar algún peso político. El peronismo pelea desde una posición de fuerza, precisamente evitando esa fragmentación. Se los podrá criticar por malos, feos o sucios, pero sigue siendo aún hoy la única fuerza capaz de transformar la realidad. Y esto desde 1945.
Y si no se entiende, es que se tiene un problema cognoscitivo serio.
Pero debo hacer una salvedad sobre las razones por las cuales alguien puede agitar el (no) entendimiento del peronismo: orgullo. Y comparto eso. Suele decirse (esto también está en elManual...) que a los políticos les conviene una masa inculta, porque pueden llevarla adonde quieran. Lo cierto es que el peronismo fue la única fuerza política con poder electoral que se ocupó en educar a la masa. Esto lo aprendió Perón de los anarquistas que le dieron forma a las luchas populares a comienzos del siglo XX (la mayor parte de los clubes de fútbol y bibliotecas populares que aún perduran, fueron fundados por anarquistas). Porque es mucho más fácil conducir a una masa que conoce los objetivos y está capacitada para comprender los aspectos tácticos de una lucha, que conducir a una masa informe que sigue su primer impulso. Esto lo entienden también -y lo envidian- las fuerzas políticas que son incapaces (o consideran inconveniente) de educar a sus partidarios. De allí la recurrente acusación de clientelismo y compra de votos que se le hace al peronismo. De allí la demonización de La Cámpora, ante la imposibilidad por parte de los políticos que militan en horario central de TN de formar algo similar, debido a que sus objetivos son inconfesables. Puede verse -si uno tiene un rapto de masoquismo frívolo- en youtube un video de Macri arengando a la "juventud PRO". "Vamos los jóvenes", es todo lo que puede decir.
Esa masa que entiende la política, es la que suele verse en estos blogs defendiendo decisiones como la Ley de Medios o la reestatización de las AFJP. También puede encontrarse la otra, la que, por falta de formación o vocación política, apenas si balbucea un discurso moral: cualquier decisión política estaría opacada, según estos otros comentaristas, por tenebrosas intenciones ocultas, o por algún otro problema que todavía no se ha resuelto o tan siquiera enfrentado. Pero en este caso ya no hablamos de entender o no el peronismo, sino de entender o no la política. Una visión estratégica, versus una visión anecdótica (pudo verse en la discusión Dolina-Pinti).
Finalmente, como Perón entendía al movimiento bastante mejor que estos cancerberos del peronismo que repiten su monserga "no entendés al peronismo, no entendés al peronismo"; incorporó, literalmente, a todos. Es memorable ese reportaje en que acaba diciendo: ah, peronistas son todos. También los que cuestionan desde la izquierda o los que pujan por un corrimiento a la derecha. Porque la idea de un movimiento es incorporar en sí todas las contradicciones (de nuevo: tesis-antítesis), para que en cada momento dado surgiera un conductor capaz de representar el -perdonen el barbarismo- momento sintético de la sociedad. ¿Es malo? ¿Es bueno? Hegel respondería: es.
Una última acotación (ya me arrepiento de haber empezado a escribir sobre el peronismo; no voy a terminar más). Desde la izquierda más cercana a los escritos de Marx, los cuestionamientos que suelen hacerse lindan con lo ridículo. Primero: Marx pensó una teoría para el centro. La periferia -nosotros- permaneció como una incógnita en los escritos de Marx. Fue Trotsky quien analizó la realidad política de los países periféricos. Y lo hizo bien: en nuestros países, la presión imperialista opaca el poder de la burguesía nacional, por lo cual nuestros gobiernos adoptan dos formas de bonapartismo. Un bonapartismo reaccionario, que se apoya en las naciones imperialistas para oprimir a los trabajadores, y un bonapartismo progresivo, que se apoya en los trabajadores para enfrentar la presión imperialista, cuyos representantes son la más alta burguesía de nuestros propios países periféricos.
Doctrinariamente, no sólo no es difícil de entender. Ni siquiera hay mucho que entender.
Nota de la edición: Diego E. es un escritor que distinguimos desde la primera hora, por su capacidad de expresar con asombrosa claridad, un denso patrimonio conceptual intelectual. En este post Diego E expone con transparencia sorprendente, de qué se trata el secreto conocimiento críptico del peronismo, ese conocimiento que parece a veces esotérico, pero que en este texto adquiere por fin la entidad necesaria y suficiente para que el incauto deje de ser víctima de manipulaciones impropias por parte de quienes diciéndose peronistas, tratan de complicar el terreno conceptual para hacer sentir al inocente que jamás podrá alcanzar el Nirvana.
Soy peronista. Y esa es una entre muchas razones por las cuales no soy un iletrado. El gorilismo vernáculo ha hecho malabares conceptuales para endilgarle a los peronistas el epíteto de brutos. Como el mismo adjetivo se aplica mundialmente a los negros, todo queda dicho en "negro peronista". Y algunos negros y algunos peronistas terminan por hacer suyos los argumentos del amo. Así es como terminan por considerar que cualquier cuestionamiento razonable al peronismo está motivado por el no entendimiento del peronismo. Como si se tratara de una cuestión mística, o futbolera. El hincha de Estudiantes no "entiende" la pasión del hincha de Gimnasia, que celebra a un club que no ha ganado siquiera un campeonato de la B. Problema resuelto.
Se suma a lo anterior una pulsión básica de todo sujeto: la seducción de poseer un conocimiento oculto, inaccesible al no iniciado. Ser peronista sería, en este caso, como ser masón, o saber que los amos del mundo son una raza reptiliana venida de Alfa Centauri. Nosotros sabemos, ellos no. He visto cosas que tus ojos no podrían creer... Si uno es un adolescente, obedecer a esta pulsión para diferenciarse del resto mediante una identificación tribal, es comprensible. Si uno dejó atrás la adolescencia hace unos años, debería ser vergonzoso el intento de demostrarse poseedor de un arcano inaccesible a los extraños.
Y la verdad es que no hay mucho que entender del peronismo como doctrina. Explicar el fenómeno es otra cuestión, esa sí, inabarcable. Pero mucho más académica. Pretender que sea difícil entender el peronismo es un insulto a la inteligencia y al propio peronismo. No fue concebido como un movimiento que requiriese enormes cuotas de esfuerzo intelectual. En lo más básico de su formación, hay una palabra que solía decir Perón casi como muletilla: ¡natural!. Porque tan natural como es el lenguaje para los humanos, lo es la organización para alcanzar metas. Esto no lo descubrió Perón, y ni siquiera Marx, que ya lo había dicho antes.
Si se quiere leer el corpus teórico sobre el cual se asienta, se puede sin demasiados esfuerzos. No son escritos iniciáticos a los cuales se accede luego de un rito en catacumbas.Las 20 verdades peronistas y el Manual de conducción política. De nuevo: pretender que cualquiera de estos escritos es difícil de entender es insultante.
Hay algo más, por supuesto: la práctica. Y la práctica no determina tanto el entendimiento, como la aceptación. Y ese es el punto que quienes acusan de no entender no entienden.
¿Cómo explicar a la vez el marco teórico y la práctica?.
Creo que la mejor forma de explicárselo a alguien "de afuera", es dar una mirada, precisamente, desde afuera, aunque no tanto. Perón era, suele decirse, hegeliano de segunda mano. Esto se debe a que los manuales de estrategia militar con los que se formó (¿hace falta recordar su formación militar?) eran todos de autores hegelianos. Perón, en su juventud, entendió a Hegel a partir de esos manuales. La filosofía de Hegel es una filosofía del devenir (¿les suena movimiento?). La primera de ese tipo. Las anteriores, eran estáticas. Hegel intenta comprender el proceso de cambio como subproducto de fuerzas contradictorias. Para que surja la síntesis son necesarios dos opuestos: la tesis y la antítesis. Esto tiene profundas implicancias, no tanto por lo que hay que entender, como por lo que hay que aceptar. Hegel pone como ejemplo la Revolución Francesa (1789), que en sí misma fue sangrienta (tesis); la respuesta de la Historia fue el período conocido como El Terror (antítesis); luego siguió la bonanza y consolidación de los avances logrados (síntesis). Es decir: si queremos la síntesis, tenemos que digerir un par de sapos. Esta manera de analizar la realidad se denomina "positivismo moral". Es, en sí misma, un sapo. Positivismo moral implica que lo que es, es bueno porque es. Si fuera malo, no sería. Si aún así, es malo, será combatido por su antítesis en el momento oportuno, y luego será otra cosa, que nuevamente, será buena mientras dure. Insisto: es difícil de tragar, no de entender. Hay otra manera de expresar el positivismo moral: "la única verdad es la realidad" (nota al margen: recomiendo "La revolución es un sueño eterno" de A. Rivera, donde se responde a esa frase desde la izquierda jacobina con "la realidad no es la única verdad").
Las consecuencias del positivismo moral son de larguísimo alcance, y el motivo por el cual se suele criticar al peronismo desde la izquierda. Si en un momento dado, para alcanzar el objetivo, hay que aliarse a Clarín, nos aliamos. Y al día siguiente los enfrentamos, para movilizar la realidad. Lo peor que puede ocurrirle a un movimiento es la parálisis (no, no es chiste). Si se necesita una burguesía nacional, nos aliamos a unos cuantos oligarcas con deseos de invertir y hacemos crecer a otros tantos pequeños burgueses hasta que ellos mismos sean el enemigo a batir. Si lo mejor que tenemos en efectividad en Buenos Aires es Scioli, vamos con Scioli. Hay mejores, pero no los vota nadie. Y si hay un disenso interno (los hay todo el tiempo) se decide cuál es la línea ganadora (normalmente, la presidencial). Y todos se encolumnan detrás (acá se ve la formación militar de Perón), incluso quienes no están de acuerdo. ¿Por qué? porque si ganó en un momento dado esa línea, es buena hasta que se demuestre lo contrario (tesis-antítesis). Lo contrario es lo que hacen esos que Carrasco llama "renovadores de la política": a cada disenso se abren y fundan un nuevo partido, atomizando más y más la fuerza de sus bases, hasta verse en la obligación de formar alianzas con cualquiera para conservar algún peso político. El peronismo pelea desde una posición de fuerza, precisamente evitando esa fragmentación. Se los podrá criticar por malos, feos o sucios, pero sigue siendo aún hoy la única fuerza capaz de transformar la realidad. Y esto desde 1945.
Y si no se entiende, es que se tiene un problema cognoscitivo serio.
Pero debo hacer una salvedad sobre las razones por las cuales alguien puede agitar el (no) entendimiento del peronismo: orgullo. Y comparto eso. Suele decirse (esto también está en elManual...) que a los políticos les conviene una masa inculta, porque pueden llevarla adonde quieran. Lo cierto es que el peronismo fue la única fuerza política con poder electoral que se ocupó en educar a la masa. Esto lo aprendió Perón de los anarquistas que le dieron forma a las luchas populares a comienzos del siglo XX (la mayor parte de los clubes de fútbol y bibliotecas populares que aún perduran, fueron fundados por anarquistas). Porque es mucho más fácil conducir a una masa que conoce los objetivos y está capacitada para comprender los aspectos tácticos de una lucha, que conducir a una masa informe que sigue su primer impulso. Esto lo entienden también -y lo envidian- las fuerzas políticas que son incapaces (o consideran inconveniente) de educar a sus partidarios. De allí la recurrente acusación de clientelismo y compra de votos que se le hace al peronismo. De allí la demonización de La Cámpora, ante la imposibilidad por parte de los políticos que militan en horario central de TN de formar algo similar, debido a que sus objetivos son inconfesables. Puede verse -si uno tiene un rapto de masoquismo frívolo- en youtube un video de Macri arengando a la "juventud PRO". "Vamos los jóvenes", es todo lo que puede decir.
Esa masa que entiende la política, es la que suele verse en estos blogs defendiendo decisiones como la Ley de Medios o la reestatización de las AFJP. También puede encontrarse la otra, la que, por falta de formación o vocación política, apenas si balbucea un discurso moral: cualquier decisión política estaría opacada, según estos otros comentaristas, por tenebrosas intenciones ocultas, o por algún otro problema que todavía no se ha resuelto o tan siquiera enfrentado. Pero en este caso ya no hablamos de entender o no el peronismo, sino de entender o no la política. Una visión estratégica, versus una visión anecdótica (pudo verse en la discusión Dolina-Pinti).
Finalmente, como Perón entendía al movimiento bastante mejor que estos cancerberos del peronismo que repiten su monserga "no entendés al peronismo, no entendés al peronismo"; incorporó, literalmente, a todos. Es memorable ese reportaje en que acaba diciendo: ah, peronistas son todos. También los que cuestionan desde la izquierda o los que pujan por un corrimiento a la derecha. Porque la idea de un movimiento es incorporar en sí todas las contradicciones (de nuevo: tesis-antítesis), para que en cada momento dado surgiera un conductor capaz de representar el -perdonen el barbarismo- momento sintético de la sociedad. ¿Es malo? ¿Es bueno? Hegel respondería: es.
Una última acotación (ya me arrepiento de haber empezado a escribir sobre el peronismo; no voy a terminar más). Desde la izquierda más cercana a los escritos de Marx, los cuestionamientos que suelen hacerse lindan con lo ridículo. Primero: Marx pensó una teoría para el centro. La periferia -nosotros- permaneció como una incógnita en los escritos de Marx. Fue Trotsky quien analizó la realidad política de los países periféricos. Y lo hizo bien: en nuestros países, la presión imperialista opaca el poder de la burguesía nacional, por lo cual nuestros gobiernos adoptan dos formas de bonapartismo. Un bonapartismo reaccionario, que se apoya en las naciones imperialistas para oprimir a los trabajadores, y un bonapartismo progresivo, que se apoya en los trabajadores para enfrentar la presión imperialista, cuyos representantes son la más alta burguesía de nuestros propios países periféricos.
Doctrinariamente, no sólo no es difícil de entender. Ni siquiera hay mucho que entender.
Nota de la edición: Diego E. es un escritor que distinguimos desde la primera hora, por su capacidad de expresar con asombrosa claridad, un denso patrimonio conceptual intelectual. En este post Diego E expone con transparencia sorprendente, de qué se trata el secreto conocimiento críptico del peronismo, ese conocimiento que parece a veces esotérico, pero que en este texto adquiere por fin la entidad necesaria y suficiente para que el incauto deje de ser víctima de manipulaciones impropias por parte de quienes diciéndose peronistas, tratan de complicar el terreno conceptual para hacer sentir al inocente que jamás podrá alcanzar el Nirvana.
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