domingo, 11 de marzo de 2012

“Otros militares me facilitaron la entrevista”

Entrevista a Ricardo Angoso. Periodista de Cambio 16 (Por Eduardo Anguita)

 

Cómo obtuvo la entrevista con el genocida Jorge Rafael Videla?
–No ha sido fácil, demoré casi ocho meses. Tenía interés en saber qué pasaba con los mil militares detenidos en la Argentina, cómo seles seguía juzgando y seguían estos procesos, entonces, a través de un contacto que tenía hice una visita a alguien que estaba en Campo de Mayo y después, cuando conseguí ir allí, se me facilitó la posibilidad de entrevistar al general Videla, y entonces, bueno, tomé unas notas porque no llevaba grabadora.
–Angoso, usted dice que no llevaba grabadora, y se preparó durante tantos meses y solamente pudo tomar notas. ¿Fue una condición que puso el genocida Videla?
–Es que las instituciones penitenciarias no permiten grabar nada. Tomé algunas notas, tenía algunas notas, también había leído bastante sobre el personaje, le conocía, y lo que sí le comento es que llevaba, digamos, un cuestionario preparado para hacerles a algunos militares que estaban allí dentro, pero aprovechando que tuve la ocasión de hablar con Videla pues le planteé las cuestiones a él.
–¿Hizo requerimientos por escrito para que las autoridades penitenciarias le autorizaran cumplir una labor profesional tal como se merecía un trabajo de esta envergadura?
–No lo hice, pero sí le envié al general Videla lo que iba a publicar. No quería tener ningún problema, ni que nada de lo que fuera publicado no estuviera acorde con lo que él pensaba, quería recoger su pensamiento, quería recoger cuál era su visión de lo que ocurrió en los años ’70 y ’80. Tenía interés en que no hubiera ningún problema y se recogiera fehacientemente cuál era la visión de esos hechos históricos tan importantes para la historia de Argentina, sobre todo lo que ocurre entre el año ’76 y el año ’81 en que Videla es presidente, incluso lo que ocurre antes con sus relaciones con María Estela Martínez de Perón. Por eso quise que revisara el texto.
–De modo tal que él leyó y de algún modo aceptó que eso que usted reflejó era lo que él le quiso transmitir.
–Exactamente. Además, en estos casos además siempre hay que tener bastante cuidado. Entonces quise que él me diera su impresión y que aquellas cosas que él creía que no había dicho pues fueran eliminadas.
–Angoso, usted lo llama “general Videla” cuando Videla es un ex general y esto no es un dato menor. Las instituciones argentinas le han quitado ese rango por los crímenes que cometió.
–No voy a entrar en esa polémica absolutamente argentina. Si quiere llamarlo el ex general pues llámelo el ex general. Yo me he acercado al personaje histórico de Videla sin ánimo de polemizar, yo creo que todo el mundo tiene el derecho a ser escuchado. Nosotros, por desgracia, aquí en España tuvimos al general Franco durante cuarenta años gobernando este país y por desgracia casi nadie tuvo la ocasión de escuchar lo que decía el personaje porque no se prestaba, desde luego, a los medios ni a dar entrevistas. Simplemente me he querido acercar al personaje histórico de Jorge Videla y darle la ocasión de que se pueda, digamos, pronunciar y poder escucharle.
–Sin embargo la precisión, a mí criterio, de cómo uno sitúa al personaje es decisiva, porque el rango que tiene o no se lo dieron las instituciones argentinas. Del mismo modo quiero preguntarle por qué hace usted referencia a que hay mil militares presos cuando no es esa una cifra real, ya que no llegan a quinientos.
–He utilizado en este caso fuentes de algunas organizaciones de militares. Me alegra que me haga la precisión, pero usted sabe que hasta en lo que son los desaparecidos o los muertos que hubo entre el año ’76 y el ’81 hay una gran disparidad de cifras. Yo, por ejemplo, tengo cuatro diferentes, de las asociaciones de víctimas, de la Conadep, las que ofrece el colectivo de abogados que defiende a los militares en los juzgados. Tomo la suya como una más que aporta al tema.
–Quisiera que me diera su impresión de esas horas que usted compartió con el genocida Videla, un hombre que tiene el rechazo de la inmensa mayoría de los argentinos por haber estado en la cúspide de la pirámide del terrorismo de Estado.
–La impresión que tengo desde fuera es que en Argentina no cicatrizaron esas heridas. Creo que hubiera hecho falta una gran comisión de la verdad con ambición y con deseo de que se echara luz al estilo de la Sudafricana, donde se sentaron lo que era el Congreso Nacional Africano y el gobierno del apartheid y se definieron claramente las responsabilidades, los crímenes cometidos y los sucesos que acontecieron, pero desde luego con responsabilidades a las dos partes. Creo que eso no se ha hecho y muchas veces, a veces, es la historia la que sitúa a esos acontecimientos en su justo término. Nosotros aquí en España sufrimos una larga guerra civil con más de un millón de muertos, yo sinceramente muchas veces leo cosas mucho más objetivas de historiadores que vienen de afuera, por ejemplo historiadores británicos, que lo que escriben aquí los locales, porque todos tendemos a tomar partido por una de las dos posiciones que hubo en nuestra guerra civil.
–¿No considera que usted también puede estar teñido de esta idea de buscar un término medio de la guerra civil española en un caso como el argentino, en el cual fue el Estado el que abusó de la sociedad y llevó a campos de concentración? ¿No se le ocurre que debería rever eso?
–Sí, yo lo que creo en primer lugar es que en un Estado democrático, en un estado de derecho, quien tiene que emitir juicios sobre los comportamientos y actitudes, incluso de lo que hacen el Estado o sus funcionarios, es el poder judicial. Yo no soy juez, yo no puedo juzgar determinados acontecimientos porque no soy juez ni tengo conocimientos jurídicos. En cualquier caso, lo que ocurrió en Argentina creo que debe ser responsabilidad del Poder Judicial, que determine las responsabilidades de cada uno. Nosotros los periodistas lo que tenemos que hacer es informar de la forma más objetiva y precisa que podamos. Yo lo que quiero dejar claro es que no intento sembrar polémica, intentaba acercarme a un personaje, intentaba ver qué es lo que expresaba, cuál era su visión, su punto de vista sobre los acontecimientos que ocurren en Argentina de los años ’70, los ’80 y los ’90. No sé si lo he logrado o no lo he logrado, en cualquier caso yo siempre he tenido la idea de que cuando uno analiza o estudia un conflicto o una situación de conflicto, una situación conflictiva o una situación de pre-guerra civil como la que pudo vivir Argentina en aquellos tiempos, tiene que acercarse a todos los protagonistas. A mí me encantaría, desde luego, poder entrevistar a uno de los líderes montoneros que vive aquí en España desde hace veinte o veinticinco años y que es profesor en la Universidad de Barcelona. O sea, que alguien entreviste a alguien, o escriba sobre alguien o hable sobre alguien no significa directamente que esté tomando partido. Yo creo que un periodista tiene que escuchar a todas las fuentes, y desde luego un flaco favor le haríamos al periodismo si solamente escucháramos a una de las fuentes o a una de las partes implicadas en un conflicto.
–Me permito discrepar en lo siguiente, el recorte que uno hace a la hora de establecer quiénes fueron los protagonistas principales también está mostrando la concepción que uno tiene, es decir, aquí hubo detención y desaparición de miles y miles de trabajadores, de miles de estudiantes, de miles de luchadores populares que no necesariamente todos ellos formaron parte de la resistencia armada, de modo tal que el recorte de pensar en Videla y Firmenich también, desde mi punto de vista, le hace un flaco favor a una densidad histórica que ha tenido la sucesión de golpes de Estado en la Argentina.
–Sí, yo no comparto su visión del periodismo, yo he estado en varios conflictos, desde luego estuve en Kosovo siguiendo el conflicto y en Bosnia y Herzegovina, y creo que un periodista no debe tomar partido porque al final se convierte en panfletario, acaba haciendo propaganda y es una cosa bien distinta al periodismo. Le repito, tenía interés en entrevistar a Videla, como había entrevistado a otros militares detenidos en América latina, porque creo que tiene todo el derecho. Tenía interés en saber qué visión de los hechos tenía el general Videla. No sé si lo he conseguido, pero ése era mi interés.

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