El 30 de abril de 1977, en momentos de mayor represión en Argentina, catorce mujeres se juntaron frente a la Casa de Gobierno en Buenos Aires.
Buenos Aires. - El 30 de abril de 1977, en plena dictadura militar y en momentos de mayor represión en Argentina, catorce mujeres se juntaron frente a la Casa de Gobierno en Buenos Aires para exigir información sobre el paradero de sus hijos desaparecidos. Pasaron 35 años, y las Madres de Plaza de Mayo aún siguen su lucha por la justicia.
No importó la ideología, religión o condición social. Desde el primer encuentro las madres se propusieron hacer pública la “desaparición forzada” de sus hijos. Un año antes, un golpe de Estado había instaurado una Junta Militar (1976-1983), que institucionalizó como método de represión el secuestro, la tortura, el asesinato y la desaparición sistemática de personas por motivos políticos.
La idea de reunirse en la plaza surgió a instancias de Azucena Villaflor de De Vincenti después de que a las mujeres se les negara una audiencia con el presidente de facto, teniente general Jorge Rafael Videla. “Individualmente no vamos a conseguir nada. ¿Por qué no vamos todas a la Plaza de Mayo? Cuando vea que somos muchas, Videla tendrá que recibirnos”, dijo Villaflor.
A partir de ese día, una vez por semana, las Madres, con un pañuelo blanco en su cabeza y fotos de sus hijos desaparecidos, comenzaron a marchar alrededor de la pirámide central de la Plaza de Mayo. Debían “circular” en filas de a dos ya que el estado de sitio imperante prohibía grupos de tres o más personas.
A pesar de sufrir amenazas, golpes y arrestos, las Madres volvieron cada semana a la plaza. Y cada vez fueron más. Las marchas de los jueves, en las que habitualmente se juntaban entre 300 y 400 madres, y a las que se fueron incorporando padres, hermanos, esposos, hijos y nietos, se transformaron en un símbolo de la resistencia contra la dictadura militar. “¡Los desaparecidos, que digan donde están!”, exigían en sus recorridas.
Azucena Villaflor, junto con otras dos madres, dos monjas francesas y siete activistas de derechos humanos fueron secuestrados por la Armada en la Parroquia Santa Cruz de Buenos Aires en diciembre de 1977. Tras sufrir torturas, fueron arrojados vivos al mar en los “llamados vuelos de la muerte”.
A partir del Mundial de Fútbol de 1978 en Argentina las Madres pudieron mostrarse al mundo e informar sobre la situación que se estaba viviendo entonces en el país. “Holanda pasó la marcha de las Madres en vez del Mundial, porque era jueves, y ahí nos conoció el mundo”, dijo Hebe de Bonafini, actual presidenta de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo.
Comenzaron a recibir ayuda financiera del exterior con lo que pudieron comprarse la primera casa. Hasta ese momento, las mujeres del pañuelo blanco se reunían en casas, iglesias o confiterías. “Pero nos teníamos que ir temprano porque si no nos llevaban presas”, agregó Bonafini, cuyos dos hijos y una nuera integran la lista de los 30.000 desaparecidos, según cifras de organizaciones de derechos humanos.
En los años 80 se consolidó la idea entre las Madres de que aún cuando los desaparecidos ya estuviesen muertos se debía seguir exigiendo el esclarecimiento de los hechos como si sus hijos siguieran vivos, hasta que aparecieran sus cuerpos.
En 1986, el movimiento sufrió una división por diferencias de criterio. Por un lado, las Madres de Playa de Mayo Línea Fundadora criticaban a la conducción de Bonafini por personalismo y falta de democracia interna. Por otro, la Asociación Madres de Plaza de Mayo, criticó que las primeras aceptaran las reparaciones económicas por sus familiares desaparecidos otorgadas por el primer presidente electo democráticamente tras la dictadura Raúl Alfonsín (1983-1989).
A pesar de sus diferencias, ambos grupos siguieron participando en actividades conjuntas.
El juicio a las Juntas en 1986 inició un proceso de revisión y esclarecimiento de los crímenes perpetrados por los militares. Pero con las leyes de “Obediencia Debida” (1986) y “Punto final” (1987)- impulsadas por Alfonsín, y los indultos decretados luego por el presidente Carlos Menem (1989-1999) para los militares condenados por terrorismo de Estado, este proceso se interrumpió. Entre los militares indultados se encontraban Videla y el almirante Emilio Massera, condenados a cadena perpetua.
Pero con la llegada de Néstor Kirchner al gobierno (2003-2007), el Congreso anuló las leyes antes mencionadas y la Suprema Corte de Justicia las declaró inconstitucionales. Al mismo tiempo, se abrieron decenas de causas que implicaban a militares de toda graduación. Entre otros represores, en diciembre de 2010, Videla recibió su segunda condena de por vida.
“Es un día histórico, es hacer justicia”, dijo la representante de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora Tati Almeyda tras la sentencia.
Las Madres están históricamente relacionadas con las Abuelas de Plaza de Mayo, cuyo objetivo es descubrir el paradero y recuperar la identidad de cientos de niños secuestrados durante la dictadura, y con la agrupación Hijos, integrada por los hijos de los desaparecidos que desean continuar la lucha de sus padres y abuelas.
Desde hace algunos meses, la Asociación de Madres de Plaza de Mayo, que lleva adelante un café literario, una librería y una Universidad Popular se ha visto envuelta en un escándalo que involucra a su ahora ex apoderado Sergio Schoklender, acusado de fraude en el manejo de un plan de viviendas para gente humilde, que también gestiona la fundación de las Madres.
Las opiniones sobre la responsabilidad de Bonafini están divididas. Algunos creen que no podía ignorar las actividades del abogado, mientras otros aseguran su inocencia. “Yo considero que las Madres de Plaza de Mayo ya han entrado en la historia. Su acción ha sido épica durante la dictadura. Han corrido todos los peligros”, señala el escritor Osvaldo Bayer.
“Las conozco muy bien, son incapaces de hacer un negociado. Fueron engañadas. Así que realmente yo creo que la Justicia tiene que actuar en ese sentido y debe dejar absolutamente limpias a las Madres de Plaza de Mayo. Como digo yo, han quedado como un gran episodio de la historia argentina”, afirma.
Este lunes, bajo el lema “35 años de vida, pasión y lucha de las Madres de Plaza de Mayo” se convoca una vez más a la histórica plaza a recordar la lucha de estas mujeres, muchas de las cuales ya no están, que osaron enfrentar a una dictadura cruel y aún siguen batallando por la justicia.
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