Luciano Arruga permanece desparecido desde el 31 de Enero de 2009 (ya cumplió 17 años). Luciano vivía con su madre y sus dos hermanos menores. Vanesa Orieta, hermana mayor de Luciano e hija de diferente padre, es la más grande, tiene 26, cursa segundo año de la carrera de Sociología de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y trabaja en una empresa en Morón. Luciano estaba por empezar la secundaria, trabajaba en una fábrica de fundición, es de River y le gusta Charly García, cumbia y reggaeton. Cada tanto cartoneaba para tener algo más, aunque su hermana le decía que no lo hiciera. “Buscamos a Luciano con la esperanza de que esté con vida, pero somos conscientes de que quizá ya no se apunte a eso”, sostiene Orieta. El abogado de la familia (Pablo Pimentel) asegura que “ya está probado que los policías del destacamento de Lomas del Mirador lo levantaron de la calle”, y un peritaje determinó que estuvo en ese centro policial.
A la madre no le quisieron dar copia de su supuesta declaración (de Luciano Arruga) y cuando la fue a reclamarla, vio cómo limpiaban la delegación con gran energía y lavandina.
Un chico del barrio “se habría quebrado” y contó a la familia lo que sabía: un compañero de secundaria les dijo que había estado detenido junto a Luciano, y que ambos habían sido “reventados a palos”. Este chico lo vio a Luciano aparentemente muerto en la delegación, y por eso está muy asustado. “Nos golpearon mucho, a Luciano lo vi mal, lo mataron a golpes”, fueron sus palabras.
De ser así, se habría cumplido la amenaza que supuestamente recibió en Septiembre, cuando lo detuvieron y lo llenaron de moretones mientras le decían “negrito de mierda, terminás con un tiro en el pecho”.
El Sábado 31 de Enero Mónica Alegre (la madre) se levantó temprano y ya no encontró a Luciano. Había estado con sus amigos en la esquina. En un momento fue hasta su casa (Luciano Arruga), que quedaba a pocos metros, y mientras volvía lo pararon policías del destacamento de Lomas del Mirador, creado luego de sucesivas movilizaciones por mayor seguridad, o mayor “mano dura” como acusan los vecinos de Arruga.
“En la causa hay testigos que declararon que la policía lo levantó de la calle, ahora están ampliando sus dichos con la nueva fiscal del caso”, explicó el abogado Pablo Pimentel, de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH). Es que ante la inacción de la UFI 7, a cargo de Roxana Castelli, acudieron a la Fiscalía General que pasó el caso a la fiscal Cecilia Cejas (UFI 1).
Aquel día comenzó la búsqueda por comisarías y hospitales, y presentaron un hábeas corpus, que fue rechazado.
Dice la familia que la policía lo paraba acusándolo de robo, iban a buscarlo y les decían a los policías: “¿Dónde está el móvil para robar, el carrito de cartoneo?. Eran excusas para hostigar a chicos como él”.
Hubo dos semanas de incertidumbre, y por un llamado extorsivo, la DDI de San Justo intervino teléfonos y apretó a amigos de mi hermano en la brigada. Era una pantomima, no lo estaban buscando” (dijo Vanesa).
Como antecedente, el 21 de Septiembre Luciano fue llevado al destacamento creado a instancias del vecino Gabriel Lombardo. Ubicado en Indart 106, de Lomas del Mirador, parece un chalet de familia más que una unidad policial.
Cuenta Vanesa: “¡me están pegando!”, gritó Luciano mientras esperaba que lo liberaran. Cuando salió, señaló uno a uno a los golpeadores. Todos se negaron a dar sus nombres. Acá no te hicimos nada. Negrito de mierda, te vamos a llevar a Quintana para que te violen, o terminás en un zanjón”, lo amenazaron.
En el policlínico de San Justo verificaron los golpes, y, según su hermana, lo volvieron a parar cada vez que andaba por la calle.
El barrio 12 de Octubre es muy humilde y Gabriel Lombardo, Presidente de Vecinos Alerta por Lomas del Mirador (Valomi) cree que toda la inseguridad está depositada en esas cuadras. Por eso logró la creación del destacamento.
Por la detención del 21 de Septiembre no hicieron la denuncia. “Se iban a poner más violentos, no les podés tocar un pelo. Sufrimos inseguridad de parte de los que tienen que dártela. Y en este caso se les fue la mano, lamentablemente a una le toca sufrirlo. Mientras tanto, los que reclaman seguridad te miran y te señalan con el dedo”, explicó la hermana de Luciano.
A pesar de los logros de Valomi, en la zona ocurrieron casos resonantes: los asesinatos del florista de Susana Giménez y del entrenador de Guillermo Coppola. Valomi organizó una marcha contra la inseguridad, con Constanza Guglielmi, hija de un general acusado en Conadep. Al mismo tiempo, familiares y amigos de Luciano, con el Centro de Estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) y de la FUBA, hicieron su marcha con pancartas del chico desaparecido, que pasó mediáticamente desapercibida.
En ocasión de encontrarse Francisco De Narváez en campaña electoral, se coordinó una reunión de Valomi con el candidato, en la propia casa de Gabriel Lombardo, para hablar sobre el problema de la inseguridad y el plan de De Narváez. Finalizada la reunión, y habiéndose retirado el candidato junto a la comitiva y sus guardaespaldas, irrumpió en la vereda de la vivienda la hermana de Luciano gritando: “mi hermano está desaparecido y vos no haces nada por eso. Lo único que haces es traer más policías”, además de variados insultos.
El caso de la desaparición de Luciano, cobró cierta notoriedad en los medios a partir de la irrupción ante cámaras y ante la mirada atónita de los conductores, en el programa CQC del pasado Lunes 3 de Agosto, de dos jóvenes portando banderas por el esclarecimiento del caso. Fueron retirados por personal de seguridad al aire. El pasado Viernes 7 de Agosto desde DDT, Jorge Lanata también abordó el tema. El caso de Luciano Arruga comenzó a ser tratado por los medios como el de un “desaparecido en democracia” en la provincia de Buenos Aires.
Vanesa Orieta y su mamá Mónica Alegre se contactaron con Rosa Bru, madre del estudiante de periodismo que permanece desaparecido desde 1993, luego de haber sido torturado y asesinado en una comisaría de La Plata. No es el único caso. Iván Torres desapareció en Octubre de 2004 de la comisaría de Comodoro Rivadavia. A pesar de que la abogada Verónica Heredia logró el reconocimiento del caso como “desaparición forzada de persona” no hubo jamás una pista sobre Iván.
Aquellos días de campaña política, Valomi vivió sus últimas horas, por lo menos, en su composición original. En apariencia, el paso de De Narvaez resultó fatal para la organización vecinal. En horas posteriores, sus miembros comunicaron su apartamiento.
Pero los vecinos de dicha localidad “Matancera”, cuentan también otra historia distinta a lo relatado. Hablan de un pibe (Luciano) de condición económicamente humilde, al que tenían visto en el barrio, pero que no individualizaban como “peligroso” ni nada que se asemeje.
La versión que relatan sostiene que Luciano, apremiado por dinero, se metió en un lío y en un ambiente que no conocía (no lo señalan como “adicto”), como es el de la droga, y habría sido convencido por los “narcos” del barrio para que a cambio de unos pesos, fuese a buscar “merca”, a un lugar determinado en la villa de Retiro, en nombre de ellos. Su trabajo o “changa” era esa, y según afirmaron, a tal punto no tenía nada que ver Luciano con el mundo de las drogas, que era la primera vez que lo hacía.
La misma versión relata que Luciano salió de Lomas del Mirador con el dinero en el bolsillo para la compra y la dirección donde debía realizarla, que llegó a dicho lugar, y que “desapareció” en algún punto desde que contactó a los “narcos” de Retiro, en adelante.
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