Por Julio De Vido *
“Los trabajos en Yacyretá se paralizaron en 1998, al igual que en Atucha II, porque había un modelo económico y social que no necesitaba energía porque vivía de la renta y los servicios.”
Cristina Fernández de Kirchner, 29 de noviembre de 2007.
Cristina Fernández de Kirchner, 29 de noviembre de 2007.
La elevación del embalse de Yacyretá a 83 metros constituye sin dudas un hito en nuestra historia, pero es también el fin de uno de los últimos emblemas de un país a la deriva, sin planificación ni rumbo, que debió esperar 37 años para completar esta obra.
El origen de esta central está íntimamente ligado a la idea de Perón de que debía existir una síntesis entre un pensamiento estratégico geopolítico y la concreción de obras esenciales para nuestro desarrollo. El propósito de llevar a cabo Yacyretá estuvo íntimamente consustanciado con la concepción de la Cuenca del Plata como un núcleo de integración de las naciones limítrofes y, especialmente, con la consolidación de un proceso de desarrollo común con el Paraguay.
Ya en el Primer Plan Quinquenal (1947-1951), Perón había definido que el desarrollo de nuestra economía estaría supeditado a la racional utilización de los recursos energéticos aún inexplorados, en particular los hidráulicos, porque el agua era la única fuente de energía que se renovaba a sí misma. También en el Segundo Plan Quinquenal (1953-1957) se planteaba completar progresivamente la electrificación del país en base a los recursos hidroeléctricos.
En ese listado ya estaba la represa de Yacyretá, antes denominada de los Saltos del Apipé. Si bien se avanzó en forma intermitente con los estudios de prefactibilidad y en la década del sesenta parecía que se iba a concretar, se optó finalmente por la represa del Chocón Cerros Colorados, lo que provocó que Paraguay priorizara la construcción de Itaipú junto con Brasil.
A su regreso a la presidencia en 1973, Perón volvió a impulsar la construcción de la central y el 3 de diciembre de ese año firmó con Paraguay el tratado que dio origen a Yacyretá. Pero la dictadura de 1976, contraria al proceso de integración entre Argentina y Paraguay, transformó a nuestro país de socio del proyecto en acreedor de la entidad, tornando inviable el proceso de construcción. Recién en 1983, con el retorno de la democracia, comenzó la obra, aunque los gobiernos constitucionales privilegiaron las usinas térmicas, de menores plazos, demorando la construcción de la represa, desarticulando la ingeniería civil con la falta de concreción de los contratos de suministros fundamentales, como las turbinas o los generadores y dando escasa respuesta a la gente afectada por el ascenso de nivel de la cota del río. De esta manera se dejaba a nuestro país sin ninguna planificación energética, situación con la que tuvo que convivir la administración del presidente Kirchner hasta que anunciara su plan energético el 11 de mayo de 2004, que contemplaba entre otros objetivos la terminación de Yacyretá.
En 1989 se produjo una de las mayores crisis del sistema energético argentino, que fue una de las razones por las cuales el primer gobierno de la recuperada democracia argentina, a cargo de Raúl Alfonsín, debió traspasar anticipadamente el mandato al ya electo presidente Carlos Menem, que durante su primera presidencia inició la operación comercial de la primera turbina de Yacyretá en 1994. Durante su siguiente mandato, en pleno auge de las políticas neoliberales, intentó privatizarla, pero la iniciativa fue rechazada por el Congreso de la Nación. En 1998, al mismo tiempo que se ponía en marcha la vigésima turbina con el embalse siete metros por debajo de su cota de diseño, se paralizaban definitivamente las obras. Si bien la central debía contar con una potencia de 3110 megavatios, la decisión de no concluirla hizo que durante años apenas alcanzara los 1350 megavatios, produciendo un enorme lucro cesante a la entidad y a ambos países.
Con su llegada al poder en 2003, Néstor Kirchner puso fin a nueve años de desidia y abandono, ya que con un gran sentido estratégico decidió finalizar la construcción de Yacyretá y llevarla al máximo de su potencial, cerrando así un capítulo oscuro de nuestra historia. Asimismo, producto del nuevo modelo económico, la Argentina comenzaba a crecer fuertemente y requería cada vez más energía. “No tengo ninguna duda de que vamos a avanzar, a poner en marcha cuanto antes esta obra y esperemos que podamos decir los argentinos y los paraguayos que el emprendimiento Binacional de Yacyretá se terminó y que es una verdadera conquista para nuestros pueblos”, afirmó el entonces presidente en 2004 cuando se retomaron las obras.
Para concluir la represa se suscribió un nuevo acuerdo con Paraguay, que rubricaron los presidentes Kirchner y Duarte Frutos en diciembre de 2003 y se puso en marcha el Plan de Terminación de Yacyretá (PTY), que comprendía todas las obras necesarias para elevar la cota del embalse, dar respuesta a la gente afectada y recuperar el mejor funcionamiento urbanístico y económico de la región.
En un principio se priorizó la construcción de obras de protección del medio ambiente, como las del valle del arroyo Aguapey, que a través de la ejecución de un canal de 12 kilómetros y una presa de 4,5 kilómetros, evitó la inundación de unas 40 mil hectáreas de territorio paraguayo y permitió llevar el embalse más allá de la cota 78.
Asimismo, fue necesario completar el reasentamiento de cerca de 20 mil familias, es decir la población equivalente a una ciudad de 80 mil habitantes, pero con la particularidad de que la mayor parte habitaban en forma precaria, en zonas inundables, ambientalmente degradadas y sin servicios básicos. Tampoco contaban con escuelas, guarderías ni centros de salud. Para dar respuesta a estas necesidades sociales se construyeron 13 complejos habitacionales de más de 15 mil viviendas; con equipamientos comunitarios y servicios. Asimismo se asistió a esas familias con apoyo alimentario, escolar, capacitación y ayuda económica a microemprendimientos productivos autogestados por la propia comunidad. También se puso en marcha un programa de salud de asistencia ambulatoria que brinda atención, prestación médica y provisión de medicamentos en forma gratuita.
Para proteger a las ciudades y garantizar la continuidad de la trama urbana afectada por el crecimiento del embalse se ejecutaron obras de tratamiento costero y recomposición de la trama urbana; obras viales de integración entre Posadas y Encarnación; saneamiento y reposición funcional. También se repusieron obras ferroviarias y portuarias. Estos emprendimientos dejan un aporte ambiental de más de seis mil hectáreas de lagos, cinco mil metros de playas, 600 hectáreas de reservas urbanas y 500 hectáreas de espacios verdes equipados, destinados a actividades culturales y recreativas.
La cantidad y tipo de obras en ambas márgenes han requerido el concurso de casi todas las empresas grandes y medianas del Paraguay y de las grandes de la Argentina y una cantidad importante de subcontratistas locales, quienes hasta el presente generaron más de 15.000 empleos directos y otros 20.000 empleos indirectos.
Pero lo más importante es que la ejecución del Plan de Terminación Yacyretá permitió cumplir uno de los principales objetivos: generar más energía. La suba paulatina del embalse hasta los 83 metros sobre el nivel del mar, alcanzada el 13 de febrero, permitió que la potencia pasara de 1350 megavatios al asumir Kirchner en 2003 a más de 3100. Esto implica que la producción anual de energía, que antes de retomar las obras era de 11.800 gigavatios, tenga una proyección para 2011 de 22.000. Es necesario apostar a un mayor crecimiento de la integración energética de ambos países con la construcción de la central Aña Cuá y el comienzo de los estudios para el complejo Corpus.
Desde esta experiencia en Yacyretá, estamos construyendo un modelo de desa-rrollo en donde la presencia de la hidroeléctrica aporta inversiones y energía para el crecimiento en su región de emplazamiento. Por eso, tal como lo entendieron los presidentes Perón primero, Néstor Kirchner después y Cristina Fernández de Kirchner hoy, el desarrollo regional puede comenzar a entenderse como algo inescindible de una evolución de la generación y provisión energética sustentable, donde la geopolítica se convierta además en una herramienta común para ese desarrollo e integración. Sea entonces el arribo a la cota de diseño de Yacyretá, meta fundamental del plan energético nacional, el mejor homenaje para quien luego de recibir un país en llamas impulsara decididamente su finalización este 25 de febrero de 2011, día en que hubiera cumplido 61 años.
* Ministro de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios.
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