Por Osvaldo Bayer
Desde Bonn, Alemania
Ya es la cuarta nota sobre el tema. ¿De qué se trata? ¿De una comedia de enredos, de una demostración de quién tiene la sartén por el mango, de una guerra no declarada de intereses políticos? Le pregunté su opinión a un amigo alemán, que vive en Bonn y que luego de una visita de tres semanas a la Argentina se ha especializado en lunfardo porteño, quien –luego de explicarle el caso– me respondió sin pestañear: “Es una piolada porteña llevada a cabo en Córdoba”.
Bien, pasemos al caso. En la Legislatura cordobesa se presenta de pronto el diputado Passerini y propone que se trate “sobre tablas”, es decir, ya mismo, el cambio de nombre de la Avenida de Circunvalación de la ciudad de Córdoba, que pasaría de llamarse “Agustín Tosco” a “General Bustos”. Se aprueba sin discusión con el voto en contra de tres legisladores. No se dice por qué ese otro nombre. Se cambia y ya está. Como si fuese una orden cuartelera. A pesar de que el nombre de la avenida Tosco había sido aprobado por unanimidad por los representantes legales de la ciudad de Córdoba. Ante la protesta de las bases trabajadoras y principalmente ante la reacción justa de los hijos de Tosco, Malvina y Héctor Agustín, que recurrieron ante la Justicia, se produjo la resolución de ésta que en pocas horas estableció la disposición cautelar de no innovar y respetar el nombre de Tosco hasta tanto se conozca el juicio del Tribunal.
Pero ahora viene el segundo acto, ocurrido hace pocos días. El diputado Passerini propuso a la Legislatura cordobesa que se ponga el nombre de Agustín Tosco a otra avenida, la que va de Córdoba a Salsipuedes (nombre este último que parece hasta elegido para el caso). El debate que se produjo es para que quede en la historia. Los oficialistas no tuvieron ningún inconveniente en aprobar esa especie de pretexto para no reconocer que se equivocaron. Trataban de quedar bien dando ese nombre a otro lugar, sin volver atrás con la medida de quitar el nombre de Tosco a la Avenida de Circunvalación.
Se originó así un debate histórico. Salieron a relucir los verdaderos pensamientos. Hubo tres posiciones: los que siguieron la línea de Passerini de dar el nombre de Tosco a una nueva vía de tránsito, pero no dar el brazo a torcer con respecto a la Avenida de Circunvalación; luego, los que señalaron que les parecía bien el nombre de Tosco a la avenida a Salsipuedes, pero que se dejara también a Tosco en la ciudad de Córdoba. Es decir, se mostraron generosos para, así, quedar bien con todos. Y el tercer grupo que defendió con argumentos indiscutibles que se dejara el nombre a la Avenida de Circunvalación y que se acabara esa discusión inútil. La legisladora Coria, en ese sentido, citó las tres notas que publicamos en Página/12 y recalcó que lo principal era que la bancada oficialista aclarara por qué quitó el nombre de Tosco a una avenida que ya llevaba cuatro años con ese nombre. Que nada se explicaba con proponer su nombre para otra calle sino que tuvieran el coraje civil de dar la razón de esa medida tomada sin ninguna base racional, ya que a Tosco no se le podía achacar ninguna traición, ni a la sociedad, ni a la democracia.
En un momento muy lúcido del debate, la diputada Silvia Rivero –que se manifestó partidaria de que las dos avenidas lleven el nombre de Tosco– añadió a su propuesta: “A mí, por ejemplo, me encantaría que en la ciudad de Córdoba la avenida Julio A. Roca se llamara Agustín Tosco”. De haberse enterado, Agustín hubiera sonreído agradecido.
Realmente el tema se prestaba para llegar a un hondo debate histórico que tuviera como base la palabra “Etica” en nuestra Historia.
Quien tuvo en ese sentido un gesto de honradez fue el diputado Maiocco, que reconoció haber votado la anulación del nombre de Tosco de la Avenida de Circunvalación. Dijo textualmente: “Voy a hacer un mea culpa de lo que pasó cuando se cambió el nombre de la Avenida de Circunvalación. Hay temas a los que uno por ahí no los toma con la profundidad que tienen que tener y creo que muchos votamos en consecuencia”. Y propuso la solución: “El problema es que hay una medida cautelar de la Justicia de no innovar. Entonces este apuro es inexplicable; es debido a que quieren salvar el error que cometimos –me incluyo– cuando se cambió el nombre de Tosco por General Bustos. Se quiere salvar ese error haciendo una repetición de nombre. Vamos a tener una superposición; cuando hablen de la avenida Agustín Tosco, no vamos a saber si se refieren al tramo de la Circunvalación o a la ruta a Salsipuedes. Entonces no entiendo el apuro, podríamos esperar la resolución de la Justicia y, por lo tanto, no voy a apoyar este proyecto”. Es decir, el de la nueva calle Tosco para “solucionar” la increíble anulación de la avenida Tosco.
El legislador Ruiz también tuvo palabras justas y honestas. Dijo: “Lo que está en discusión es el sentido de la patrimonialización del patrimonio público. Lo que es darle un significado. Tiene mucho más sentido que la Avenida de Circunvalación siga llamándose Tosco porque precisamente él representó la lucha de los trabajadores de las fábricas; y la Avenida de Circunvalación, de alguna manera, representa y simboliza la unión de las fábricas con la ciudad de Córdoba, simboliza el vínculo para el desplazamiento y la comunicación de los trabajadores con sus viviendas, sus familias, y ése es el sentido que tuvo llamarla así. En cambio, ¿qué tiene que ver Tosco con Salsipuedes? Poner el nombre al patrimonio público no es capricho, no es un acto de soberbia, no es una ocurrencia, no es un acto autoritario. El nombre de los espacios públicos tiene que ser sometido a consulta popular para que la gente atribuya el sentido del patrimonio público, y no un acto por decreto ni por una ley de setenta legisladores”.
La diputada Dressino, por su parte, sostuvo: “No es la Legislatura, con un acto formal, la que va a mantener vivo el recuerdo de Tosco en la vida de los cordobeses. Agustín Tosco tiene ganado el corazón de los cordobeses por su trayectoria, por su honestidad y su lucha. Para quienes no lo conocieron –porque son jóvenes–, cuando vean las imágenes de la historia, los momentos de viejas luchas, seguramente retendrán en sus retinas la imagen de Agustín Tosco”. Por eso pidió que el proyecto no se aprobara y que volviera a comisión.
El diputado Jiménez, por su parte, dijo con firmeza: “Insistimos en que la Avenida de Circunvalación siga llevando el nombre de Agustín Tosco. Si esto no es así, la memoria de Córdoba va a guardar, en sus más profundas entrañas, una inexplicable torpeza, una inimaginable injusticia de la que no queremos ser parte”. Pero la mayoría votó lo de Salsipuedes. Todo, pues, queda ahora en manos de la Justicia.
Pero, como vemos, las reacciones justas han surgido ya en pleno cuerpo representativo. Nos imaginamos que estas opiniones serán respaldadas por las organizaciones obreras –tal como lo está haciendo Luz y Fuerza– y por actos vecinales en los cuales se muestre el film Tosco, de Adrián Jaime. Una verdadera joya del séptimo arte y de la verdad histórica.
Sé que por ahí algunos sostienen que en el mundo hay problemas mucho más graves que el nombre de una calle. Sí, por supuesto. Pero la dignidad también pasa por ahí. La ética de un pueblo tiene que ver también con sus verdaderos héroes populares, los que dieron su vida con su ejemplo para una auténtica democracia, que no es otra cosa que una sociedad en igualdad.
Lo acabamos de ver en Alemania, donde me encuentro actualmente, un país que se precia de ser una verdadera democracia. El gobierno –dada la inflación, poca pero constante– tuvo que ceder en dar un aumento a la ayuda de los desocupados. Y pasó algo increíble: el oficialismo (demócratas cristianos y liberales) propuso un aumento de cinco euros por mes. Sí, cinco euros por mes. La oposición –la socialdemocracia– propuso en cambio once euros. Que también es nada, de acuerdo con los precios. Se originó una discusión increíble, fue el tema de todos los días de los noticieros. Al final se llegó, por este año, a un aumento de sólo cinco euros por mes y, a partir del año próximo, de tres euros más. La ayuda, llamada “Hartz IV”, es de 347 euros por mes. Nada. Para propinas. Para un régimen de alimentación de sólo pan y agua. En los mismos días de la discusión, los medios publicaron lo que ganan los ejecutivos de las grandes empresas bancarias. Por ejemplo, el presidente del Banco Federal Alemán gana 380 mil euros por año y el presidente del Banco Central Europeo, 350 mil. Pero quien bate todos los records es Josef Ackermann, presidente del Deutsche Bank, quien en 2007 ganó 14 millones de euros.
Pensar que el pensador Eliseo Reclus sostenía que la verdadera democracia se ve en la igualdad.
Justamente eso me preguntó el amigo alemán que estudió lunfardo en Buenos Aires: “¿Qué te pareció el aumento de cinco euros para los desocupados?” Lo miré y le dije: “Es una piolada porteña llevada a cabo en Alemania”.
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