jueves, 3 de marzo de 2011

Los rebeldes retuvieron la ciudad de Brega

La contraofensiva de Khadafi fue contenida por la oposición, pero la jornada dejó fuertes indicios de que el régimen libio planea un ataque mayor. Eso se desprendió también del discurso que dio el dictador.

 Por Kim Sengupta y Catrina Stewart *
Desde Brega
Feroces peleas callejeras, bombardeos aéreos sobre la populosa y sitiada ciudad con familias aterrorizadas que quedaron encerradas cual rehenes: tales fueron las violentas y caóticas escenas de ayer cuando el régimen del coronel Muammar Khadafi empezó su ofensiva para recuperar la tierra perdida a la revolución libia.
El objetivo del ataque fue Marsa El Brega, una ciudad ubicada en el este que es un punto costero estratégico en el camino hacia Benghazi. El ataque en sí mismo y los informes sobre los supuestos avances de las fuerzas del régimen sembraron el pánico en esta ciudad, la segunda en importancia del país y la capital de la “Libia libre”, en donde miembros de una recientemente conformada administración bregaron por una inmediata ayuda internacional.
A medida que las fuerzas avanzaban, Khadafi ofreció un furioso discurso en Trípoli, la capital libia, en el que atacó a Estados Unidos, al Reino Unido y a otros países que presionan porque abandone el poder, así como a los manifestantes “terroristas de Al Qaida” (ver recuadro).
Pero sus bravuconadas no coincidieron con los hechos. Luego de un día de feroces enfrentamientos, los leales a Khadafi fueron obligados a replegarse en el campus de la universidad de Brega, donde más de cien personas, incluidos niños, ancianos y mujeres, familiares del cuerpo docente y de los trabajadores, actuaron de “escudos humanos”. Al caer la noche, las fuerzas del régimen comenzaron a abandonar algunas secciones de la universidad.
Si bien el ataque oficialista fue contenido por las fuerzas opositoras, la realidad es que la jornada de ayer dejó fuertes indicios de que el régimen de hecho planea una ofensiva aún mayor, con el objetivo de recuperar el control del aeropuerto local. Hubo recientes señales de que Khadafi y sus leales, en lugar de replegarse en Trípoli, consolidaron su posición y estuvieron preparándose para contraatacar a sus enemigos.
Ayer, tropas de soldados libios fieles a Khadafi, milicias y mercenarios provenientes de la Africa subsahariana, en camiones y autos particulares irrumpieron en el aeropuerto y en las refinerías de petróleo, pasadas las 3 de la madrugada. Otra unidad intentó interrumpir la circulación de la autopista principal, mientras una tercera comenzó a avanzar hacia Ajdabiyah, la ciudad contigua. Al mismo tiempo, la fuerza aérea libia bombardeó un predio de una empresa alemana que, mientras que la población local aseguró que era un campo de refugiados para los desposeídos, voces oficialistas consideraron que se trataba de un centro de entrenamiento para rebeldes. El ataque fue el primero de una serie de fuertes bombardeos, que culminaron con misiles que impactaron cerca de la universidad a modo de intento de dispersar las fuerzas revolucionarias que rodeaban a los leales a Khadafi.
Al comienzo del combate, la fuerza de los rebeldes que defendieron Brega fue relativamente escasa. “Tenemos armas pequeñas. Pero no sirven. Ellos nos están golpeando con armas antiaviones. Tienen más fuerza”, deslizó, frustrado, Mohammaed Sultan, uno de los luchadores por la libertad libia. En el aeropuerto, otro soldado revolucionario, Ali Sliman, experimentó esa potencia en carne propia: “Tirado en el piso, estaba intentando usar mi rifle, pero la balacera llegaba de dos direcciones. Después escuché el zumbido de las municiones directamente sobre mi cabeza. Una de ellas impactó en un auto y lo destruyó por completo”, recordó.
Sin embargo, la situación comenzó a revertirse con la llegada de refuerzos de otras zonas. Grupos de luchadores rebeldes en autos y camiones llegaban con prisa desde Benghazi a Brega, al grito constante de “Khadafi será abatido”.
Los muertos y mutilados fueron trasladados al hospital Nueva Brega en autos, camionetas y camiones, e incluso algunos llevados en andas. Namr Al Saadi, un médico con manchas de sangre en el ambo, sacudía la cabeza sin cesar: “Esto es terrible, terrible. Le dispararon directamente al pueblo. Incluso a aquellos que no participaron de la batalla. Muchos de los muertos tienen heridas de bala en la cabeza, en el torso, en la espalda”.
Momentos después, los rebeldes rodearon, armados, la universidad con las fuerzas del régimen dentro. Sin embargo, desistieron de usarlas a esa altura de la situación. “No queremos que nadie más salga herido”, sostuvo Yunus Hadi, un barbudo joven que vestía la camiseta del Barcelona y un rifle cruzado sobre ella. Quince personas fallecieron en el combate, y cerca de 43 resultaron heridas. Las luces y los estruendos de las balaceras continuaron entrada la noche. Con la oscuridad del atardecer, más y más luchadores llegaban desde Benghazi, al grito de victoria. Pero, en el oeste, territorio de Khadafi, también había movimiento. Hasta el momento, los rebeldes parecen mantener el control sobre Brega.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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