Por Osvaldo Bayer
Desde Bonn, Alemania
El jueves pasado, en este diario, el rabino Daniel Goldman, con sentido del humor pero también yendo al fondo de la cuestión, puso en duda –con mucha calidad– la frase del escritor israelí Yoram Kaniuk, quien sostuvo: “Se puede ser o demócrata o religioso”, frase que yo califiqué de “profundas y valientes palabras”. Goldman no está de acuerdo ni con Kaniuk ni con mi opinión. Y después de un análisis pleno de profundidad y generosidad llega a su propio convencimiento de que “se puede ser demócrata y religioso”. Es una página escrita con gran amplitud de criterios, con mucho de benevolencia y humor. No me pudo convencer pero me hizo pensar. Gracias don Daniel Goldman aunque, para mí, la frase del generoso Yoram Kaniuk es para reflexionar y aplaudir.
Dejémoslo allí, para la polémica, aunque tal vez dentro de un siglo o algo menos el estado de ese mundo futuro pueda llegar al convencimiento de “o se es religioso o demócrata”. Y ahora, por lo menos, nos hace pensar.
En la Europa de hoy, después de tantas experiencias capitalistas, la profunda crisis sigue dándole empuje al debate. Los economistas de todas las tendencias han salido a la palestra. Es el tema de hoy (aunque pareciera ser el de siempre).
Pero en los diarios aparece justo una noticia que nos devuelve al pasado de las religiones. Un título a cuatro columnas del diario de Bonn, General Anzeiger: “Hace 370 años fue quemada en la hoguera la bruja reina de Bruchhausen”. Sí, la Iglesia Católica ordenó que fuera quemada viva esa mujer sospechada de “bruja”. Todo se inició porque la citada –de clase noble– se casó con un peón de campo contra todas las normas aristocráticas de la época. Hubo entonces que degradarla. Se la acusó de bruja. Luego de varias jornadas de brutales torturas fue condenada a la hoguera porque su conducta iba en contra de las normas de Roma.
La Historia recuerda a esa mujer. Con su muerte brutal y más que injusta e irracional ha pasado a la memoria de hoy. A sus ejecutores no se los recuerda como defensores de la fe sino como brutales asesinos.
Pero no hay que recurrir a épocas muy anteriores para encontrar esos crímenes. En Berlín ha quedado inaugurada la exposición acerca de los más de diez mil niños discapacitados que fueron entregados durante el nazismo a médicos, psiquiatras y profesionales afines para que realizaran investigaciones y, luego de ellas, esos niños fueron muertos en cámaras de gas. Esos niños habían sido clasificados como “vidas sin valor”. La exposición está organizada por la Sociedad Alemana de Medicina Juvenil e Infantil y se lleva a cabo en el Centro de Documentación “Topografía del Terror”. “No se trata de delitos de investigación médica sino simplemente de crímenes contra la humanidad”, señaló el historiador Thomas Beddie, que realizó su labor en el Clínica Universitaria Charité de la Universidad de Berlín. Sí, crímenes llevados a cabo entre 1939 y 1944. Los argentinos tenemos crímenes parecidos: el robo de niños a las mujeres presas embarazadas. Al nacer, esos niños eran entregados principalmente a matrimonios de militares y policías sin hijos, mientras que sus madres, después de dar a luz, eran arrojadas vivas hacia el mar desde aviones militares. El horror, eso indescriptible de estos dos casos del espanto llevados a cabo por seres llamados humanos.
Pero también existen otros crímenes más disimulados que pueden calificarse de atentados contra los derechos humanos. En Europa hay cada vez más pobreza. Aquí, en Alemania, el país con mejor nivel de vida de los que conforman el Mercado Común Europeo, acaban de publicarse las cifras oficiales que señalan que cada vez más seres humanos trabajan por un sueldo que no les alcanza para mantener un nivel de vida digno. Uno de cada cinco trabajadores, en ciudades como Dortmund y Gelsenkirchen, está ya amenazado de caer bajo el nivel de pobreza. Se calcula que en el estado de Westfalia-Norte del Rhin hay 62.000 trabajadores que ganan menos de lo que se calcula para cumplir con los gastos primordiales, y otros 48.000 que trabajan por hora. Ya se nota gente que en las estaciones adelanta la mano para pedir unas monedas. ¿Pero cómo, no es que el capitalismo resolvía todos los problemas por sí mismo?
Al mismo tiempo, Europa está mostrando otro rostro que antes no se le conocía, el alcoholismo de los jóvenes y muy jóvenes. Los encuentros para “darle al trago” en las estaciones de ferrocarril y en las plazas, pero también en los atrios de las iglesias ya abandonadas. Siempre a altas horas de la noche y en las madrugadas. Esos “encuentros” del trago terminan casi siempre con grandes alborotos agresivos donde distintos grupos se atacan entre sí. La discusión ha comenzado en todos los gobiernos y Parlamentos provinciales: ¿se prohíben o no las reuniones en plazas públicas de gente que se dedica solamente a beber? La solución es difícil porque, de prohibirse esos encuentros, esa juventud buscará otros lugares donde no pueda vigilársela. Otros impulsan la prohibición de bebidas de alto contenido alcohólico o, mediante impuestos, aumentar tres o cuatro veces su valor comercial. Pero es sabido que sólo con prohibiciones y multas no se va al fondo de la cuestión. La pregunta a responder es ¿por qué en toda Europa, y no sólo ahí, la juventud ha tomado esa especie de “moda” que ha invadido todos los centros y barrios de las ciudades más populosas? ¿Qué le falta a esa juventud que ha resuelto volcarse al alcohol masivamente? Una tarea no sólo para políticos y médicos sino principalmente para sociólogos y psicólogos. Ya se están programando congresos de docentes para discutir principalmente este nuevo problema de las sociedades “civilizadas”, que es tema de todos los días en la prensa. Luego de un largo debate, el periodista Bernd Eyermann del diario General Anzeiger, de Bonn, señala: “Lo fundamental en este caso es la prevención, sobre todo en los niños; desarrollar la idea que el consumo de alcohol nunca puede ser una solución para nada. En esto los padres están ante una gran responsabilidad y tienen que ser el modelo más importante para el futuro de sus hijos”. A esto agregaríamos: y también la responsabilidad de lograr una sociedad basada en principios de ética inviolables. Y no entregarles a los hijos una sociedad donde algunos tienen castillos y acciones en todos los mundos y en su propio país hay gente sin trabajo.
Esto se nota en las principales ciudades europeas, sobre todo en la situación de los inmigrantes de países del llamado Tercer Mundo. En un estudio muy actual realizado en Alemania se señala que “mientras cada séptima familia alemana está amenazada de pasar al nivel de pobreza, ese porcentaje, en las familias inmigrantes, ha subido al 29 por ciento”. Y el estudio comprueba que eso se refleja en la estadística de los hechos criminales cometidos. La pregunta que cabe aquí es: ¿ha estudiado el sistema cómo combatir esta diferencia, o más, cómo terminar con esa población bajo el nivel de pobreza? Creemos que esta tiene que ser la meta fundamental de la política.
Y esto no es todo, el mismo día en que apareció el estudio anterior en los diarios, llegó esta información desde Roma: “Los precios de los alimentos, más caros que nunca” y, como subtítulo: “Han subido a un precio record en el año 2011”. Esto lo comunica la FAO, la Organización para la Alimentación y la Agricultura, en su último documento. En él se agrega la siguiente comprobación: “El desarrollo del 2012 no se puede predecir debido a la situación insegura de la economía mundial y de los tratamientos en los mercados energéticos y de cambio monetario”.
¿Cómo es posible esto en un mundo que a través de los siglos de su existencia ya tendría que estar organizado? ¿Qué dicen los economistas de todo el mundo a esto? Se sigue apostando a la ganancia. No a la paz interna y a los derechos de todos.
Y ya como ironía máxima en este mundo pleno de idas y vueltas –pero no superficiales y sí dramáticas– aparece este título en los diarios alemanes, a toda página: “Disputa por Adolf Hitler en los kioscos alemanes”. “Un editor inglés quiere publicar en Alemania el libro de Hitler en alemán”. Algo que no intentaría jamás ningún editor alemán. El debate ha comenzado. La opinión de muchos es que no hay que prohibir nada sino comenzar la discusión sobre cómo fue posible el hitlerismo en Alemania, sí, en esta, la llamada “tierra de los filósofos y pensadores”. Enseñar la Vida en vez de la Muerte. Permitir esa edición pero acompañarla con ensayos de pensadores fundamentalmente democráticos y humanistas. Y una interpretación de lo que significaron el racismo y los campos de concentración para millones de personas.
Claro, con libros tan profundos que se han escrito sobre Etica es hasta risible gastar el tiempo en la irracionalidad de tesis de razas superiores o de la guerra como solución. Pero tampoco la prohibición, que hace nacer la curiosidad. Es un libro que se puede calificar de obsceno cuando quiere demostrar la superioridad de una raza o la inferioridad de otra. Pero prohibir también es un gesto obsceno.
El lector puede decir después de leer esta lista de problemas del Primer Mundo que Europa además tiene sus costados buenos, su cultura, por ejemplo.
Sí, hay algo de razón en eso. Pero también digamos con tanta claridad lo que trata de esconderse en un mundo que ya merece tomar un rumbo hacia la consigna de la dignidad: buscar la felicidad para todos.
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