Por Fernando J. Ruiz
AHORA, EL PERIODISMO DE SEGURIDAD DEMOCRÁTICA
Después de un doble tropiezo provocado por una gran crisis bancaria en 1981 y una guerra perdida en 1982, la dictadura militar entró en su etapa descendente. Frente al cambio de fase, los grandes medios modificaron su doctrina: pasaron del periodismo de seguridad nacional al de seguridad democrática. Éste fue el tipo de periodismo que acompañó la transición desde la asunción del presidente Raúl Alfonsín. Había inmensa libertad, pero también mucha prudencia por parte de los editores de los principales medios para no complicar demasiado al gobierno en momentos en que el frente económico y el frente militar ofrecían dificultades severas. Los canales de televisión fueron distribuidos entre los distintos sectores radicales. Había que proteger a un gobierno que estaba conduciendo la delicada restauración de la democracia.
En algún momento, el presidente Alfonsín amagó con iniciar un enfrentamiento con el diario Clarín, en un discurso el 13 de febrero de 1987; "Les pido que lean Clarín, que se especializa en titular de manera definida, como si realmente quisiera hacerle caer la fe y la esperanza al pueblo argentino. [...] Sabemos que es un opositor acérrimo y no nos interesa. Sabemos también que este tipo de artículo es el que aparece cotidianamente en el diario".
Cuando en 1989 el peronismo llegó al poder con Carlos Saúl Menem, durante los primeros meses hubo cierta protección del periodismo de seguridad democrática, pero Menem logró despejar las amenazas, tanto económicas como militares, a la continuidad institucional. Con la represión definitiva de los alzamientos militares y el lanzamiento del plan de convertibilidad que anuló la inflación, se diluyó el riesgo para la democracia. Con Menem floreció la televisión. Su ley de medios consistió en la anulación de los vetos a la conformación de multimedios y la privatización de los canales.
Sobre el fin de la década, los serios problemas económicos que enfrentó el gobierno de Fernando de la Rúa hicieron que volviera cierta moderación en la crítica por parte de los principales medios, para intentar lo que sería un "periodismo de seguridad económica". Los grandes medios trataban de contribuir con la moderación de las expectativas económicas más explosivas.
Duhalde gozó de una gran prensa colaboracionista, afín a la idea de un periodismo de seguridad democrática, que no quería generar dificultades adicionales a un gobierno que intentaba evitar el caos social, y además muchos de los medios tenían serios problemas económicos, por lo que necesitaban una buena relación con las autoridades.
Cuando asumió Néstor Kirchner, en mayo de 2003, con una legitimidad débil surgida de menos del 23% de los votos, y apoyos políticos condicionantes, se mantuvo el periodismo de seguridad democrática por tres razones: el fracaso de Kirchner pondría en riesgo la continuidad democrática, los medios estaban también débiles y dependientes de decisiones oficiales y había una afinidad ideológica de centroizquierda entre la mayoría de los periodistas y Kirchner.
En la medida en que Kirchner fue construyendo su poder desde casi la nada, los medios se fueron alejando de su sombra y se acercaron a la acera de enfrente. De a poco comenzó a volver el periodismo de cuarto poder.
LA PRIMERA GUERRA DEL SIGLO XXI
El 8 de marzo de 2008 finalizó la segunda edición de la
exitosa feria del campo Expoagro, en la que más de doscientas mil personas
asistieron al evento organizado en forma conjunta por los diarios Clarín y La Nación, después de competir duramente varios
años. Si antes La Nación organizaba
Expochacra y Clarín hacía Feriagro,
desde 2007 acordaron organizar juntos Expoagro.
Tres días después de esa fiesta productiva, el 11 de marzo
de 2008, el gobierno anunció un sustancial aumento de la carga impositiva al sector
rural.
Casi naturalmente, la mayoría de los medios comenzaron a
acompañar una creciente y desbordante protesta, en la cual coincidieron todas
las organizaciones históricas de los productores rurales del país. Apenas
comenzaron los cortes y los paros, Todo Noticias, del Grupo Clarín, y otros
canales de noticias estuvieron allí, y no pareció haber ningún intento de
suavizar la cobertura.
El gobierno optó entonces por la ruptura estratégica con el
Grupo Clarín, ante la amplia difusión que éste le daba al bloque social y
productivo que había decidido rebelarse. Fue una guerra de represalia por haber
visibilizado, y por lo tanto amplificado, los piquetes rurales.
En marzo de 2008,
a instancias del periodista Horacio Verbitsky y otros
intelectuales cercanos, se creó el grupo intelectual Carta Abierta en apoyo al
gobierno.
En la blogosfera se activó el debate, también con mayor
intervención oficial. Desde entonces varios de los más destacados blogueros K
comenzaron a ocupar espacios como columnistas, panelistas o directivos de los
medios tradicionales vinculados al oficialismo.
- En
abril de 2008 el grupo Vignatti, cercano al gobierno, compró Ámbito Financiero, que comenzó su
alineamiento oficialista. Ámbito
nunca fue un diario de tiradas grandes pero sí de influencia en la
economía.
- El
21 de julio de 2008 salió el diario gratuito El Argentino, a cargo del empresario Sergio Szpolski.
- En
diciembre de 2008, la empresa cordobesa Electroingeniería, cercana al
oficialismo, compró Radio Del Plata, donde desplazaron al periodista
crítico Nelson Castro, y luego LV” y el diario La
Mañana de Córdoba.
- En
febrero de 2009 el empresario oficialista Sergio Szpolski compró Radio
América y FM Aspen.
- El 9
de marzo de 2009 (al año del comienzo de la crisis con el campo) comenzó 6,7,8 en la TV Pública. Fue el mismo
día en que Néstor Kirchner dijo su famosa frase “¿Qué te pasa, Clarín?”.
- En
marzo de 2010 comenzaron en Canal 9 programas afines como Duro de Domar y Bajada de Línea, conducido por
Víctor Hugo Morales
- En
abril de 2010 salió el canal de noticias oficialista CN23 de Szpolski
- El
16 de mayo de 2010 apareció el diario Tiempo
Argentino, también de Szpolski.
- En
2011, empresario vinculados a la Unión
Obrera Metalúrgica (UOM), cercanos al kirchnerismo, que
habían comprado el diario Crónica
en 2005, compraron también el canal de noticias de ese nombre.
- En
2012 otro empresario kirchnerista, Cristóbal López, compró el canal C5N y
Radio 10, y también comenzó el cambio político. Por ejemplo, el periodista
crítico del gobierno Marcelo Longobardi perdió su programa, a pesar de ser
el de mayor audiencia en la mañana en su horario.
- En
noviembre de 2013, el empresario Cristóbal López compró la productora Ideas del Sur, de Marcelo Tinelli,
el principal conductor televisivo del país desde hacía una década y
posiblemente el arma más destructiva que un bloque político podría sufrir
si llegase a tenerlo en su contra.
La primera y fundamental acción hostil fue la definición del
Grupo Clarín como el enemigo número uno del gobierno de Cristina Kirchner. Toda
la propaganda paraoficial de los grupos afines ratificó esa centralidad
condenatoria, desde los académicos de Carta Abierta hasta los grupos
piqueteros. El grupo mediático pasó de ser el apoyo de los enemigos del
gobierno a ser el principal enemigo.
A partir de allí, la sucesión de golpes al Grupo Clarín fue
frenética:
- En
septiembre de 2008 se desautorizó la fusión entre Cablevisión y
Multicanal.
- En
marzo de 2009 se presentó el anteproyecto de Ley de Servicios
Audiovisuales de Comunicación.
- En
agosto de 2009 se rompió el contrato de la AFA (Asociación del Fútbol Argentino) con Clarín y el Estado asumió la
transmisión del fútbol argentino.
- En
septiembre de 2009 más de un centenar de inspectores de la agencia
impositiva llegaron a la sede del Grupo Clarín.
- En
septiembre de 2009 más de un centenar de inspectores de la agencia
impositiva llegaron a la sede del Grupo Clarín.
- En
octubre de 2009 se aprobó la
Ley de Servicios Audiovisuales de Comunicación.
- A
fines de 2009 se profundizó la campaña en los medios oficiales denunciando
a Ernestina Herrera de Noble como apropiadora de hijos de desaparecidos,
lo que incluso fue sugerido en cadena nacional por la presidenta de la Nación, Cristina
Fernández de Kirchner.
- En
agosto de 2010, el gobierno afirmó que la empresa de servicios de Internet
de Clarín, Fibertel, iba a perder su licencia para funcionar.
- Dos
días después, la presidenta Fernández de Kirchner presentó un informe
condenatorio del rol de Clarín y
La Nación en la compra de Papel Prensa
durante la última dictadura militar, impulsando la demanda de que sus
directivos deberían ser juzgados por delitos de lesa humanidad.
- En
diciembre de 2011 se aprobó la ley regulatoria del mercado de Papel
Prensa, a partir de la cual creció el control de los funcionarios públicos
sobre un insumo clave. También sirve para que cada diario que pide papel a
esa empresa deba dar a los funcionarios una información muy detallada de
su organización interna. Si la
Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual puede
servir para mantener en vilo a los canales y a las radios, esta ley sirve
para lo mismo en la industria de los diarios de papel.
Es evidente que el diálogo que mantenían los directivos de
Clarín y del gobierno ya estaba en crisis antes del conflicto con el campo. De
acuerdo con la repetida versión oficial, la ambición desmedida del Grupo Clarín
por pedir negocio tras negocio haciendo valer su influencia mediática había
colmado la paciencia de Néstor y Cristina Kirchner. Hasta ahora no hay
explicaciones definitivas de por qué en marzo de 2008 el matrimonio gobernante
resolvió la ruptura estratégica con el Grupo Clarín. Pero al igual que ocurrió
cuando Perón y Evita hicieron su ruptura estratégica contra el diario La Prensa, fue en medio de un conflicto abierto
en otro terreno, pero que era potenciado por los medios de comunicación
críticos. En el caso de Perón y Evita fue la huelga ferroviaria de 1950, y en
el de Cristina y Néstor fue el conflicto con las organizaciones y productores
del campo. En los dos casos, el conflicto era estratégico: los ferroviarios era
un sector clave de la clase obrera peronista y el campo era el sector social
que motorizaba la economía nacional. Tanto La Prensa
en 1951 como el multimedios Clarín en 2008 amplificaban una rebelión peligrosa
que podía dañar seriamente la autoridad gubernamental.
Es obvio que el conflicto agropecuario no fue el comienzo de
esta guerra. Entre gran parte del periodismo y el gobierno ya había una guerra
de baja intensidad desde la misma llegada de Kirchner en mayo de 2003. Hubo
poca tolerancia con los periodistas críticos. Fueron rápidamente desplazados
por presiones oficiales Jorge Lanata, desde su programa de Canal 2, Pepe
Eliaschev de Radio Nacional, Alfredo Leuco y Marcelo Longobardi también fueron
desplazados de Canal 2, y al propio Víctor Hugo Morales le levantaron el
programa Desayuno en la
TV Pública, en julio de 2006.
En esa etapa de guerra de baja intensidad existía una
hostilidad conceptual por parte del oficialismo contra el periodismo y, a la
vez, una simpatía forzada con aquellos empresarios periodísticos con los que se
podía (concediéndoles primicias, fondos o negocios públicos) influir mucho
sobre los contenidos de sus medios.
De acuerdo al monitoreo sobre la agenda de los diarios de
Buenos Aires realizado por el sitio Diario
sobre diarios, el itinerario político de la edición fue el siguiente:
durante el primer año de gobierno de Kirchner hubo “oficialitis”, en marzo de
2004 comenzó cierta tensión en la agenda entre el gobierno y los diarios, a
partir de 2006 Clarín empezó a
sumarse a las posiciones más críticas de La Nación
y en 2007 comenzaron a “descubrirse” casos de corrupción antes minimizados o
ignorados.
Esa tendencia de mayor libertad de agenda para los
periodistas de investigación en la mayoría de los diarios era la que estaba en
alza cuando se encendió la protesta rural en marzo de 2008. Un año antes, el 8
de julio de 2007, Clarín había
publicado una investigación sobre la Secretaría de Medio Ambiente que provocó la furia
de Alberto Fernández, el administrador de la relación con los periodistas y
directivos de Clarín y el resto de
los medios. Ese mismo mes, como amenaza, el propio Fernández asumió como director
en representación del Estado en la empresa Papel Prensa.
Desde entonces la agenda periodística sólo acentuó sus
críticas hacia el gobierno, mientras que Página/12
se convirtió en un defensor oficial. Era, como dijo Diario sobre diarios, “la partidización de los diarios”.
En algunos periodistas y directivos comenzó a prevalecer una
mentalidad de “ellos o nosotros” que ayudó a subvertir los avances
profesionales que se habían hecho en los últimos años. Si bien en los
principales medios de Buenos Aires trabajan varios de los mejores periodistas
del país, la partidización se convirtió en un corralito para muchos de ellos.
LOS ORÍGENES INTELECTUALES DE LA GUERRA
Desde que el periodismo se convirtió en una industria, a
fines del siglo XIX, comenzó a crecer una tradición crítica de los medios que
llega hasta hoy. Por ser una empresa que es también un actor político y un
actor profesional, el periodismo comercial sufre tensiones internas poderosas
que condicionan su trabajo público.
De acuerdo con esa tradición crítica, el periodismo sucumbe
sin remedio frente a los intereses políticos y económicos de los dueños de los
medios y la lógica capitalista. Por eso todo ese revestimiento de bien público,
de servicio pluralista, de equidistancia para contar las noticias que tiene el
discurso institucional del periodismo sería sólo una máscara que disfraza sus
intereses verdaderos.
En la amalgama de esta tradición crítica, los principales
elementos son los siguientes:
- Los
medios no son neutrales, como a veces dicen ser, no son testigos sino
protagonistas, y por eso suelen esconder la agenda real que representan.
El rótulo de “Periodismo independiente” es un velo con el que se oculta
una dependencia a una ideología o a un actor político o económico
definido.
- Los
medios son sobre todo la voz de los dueños y sus intereses.
- Los
medios son un poder mucho más relevante del que dicen ser, porque son
herramientas del poder económico y otros poderes permanentes.
- La
forma de ejercer su poder es volcando su influencia en la construcción y
masificación de relatos críticos que funcionan como marcos de
interpretación para gran parte de sus audiencias.
- Ese
poder mediático erosiona los poderes democráticos, degrada la política y
les saca fuerza transformadora a los gobiernos.
- El
rol del Estado es liberar la libertad de expresión de su secuestro por
parte de los medios.
En un estudio de líderes de opinión, realizado por la
consultora Poliarquía y difundido en octubre de 2008, los “periodistas”
aparecen en el tercer lugar de la “influencia en el diseño e implementación de
políticas públicas”, después de “sindicalistas” y “funcionarios públicos”, y
tres puestos antes que los “legisladores”. En los estudios sobre el poder que
se realizaban en los años sesenta del siglo pasado, los periodistas y los
medios no aparecían.
El estudio llega a afirmar que “los tres riesgos principales
que podrían amenazar el buen funcionamiento del orden democrático” son las
distintas formas de poder económico, “la amenaza del narcotráfico” y “los
medios de comunicación”.
REVOLUCIÓN EN LA PROFESIÓN
No hay guerras mediáticas sin periodistas militantes. Tiene
que haber soldados que realicen los disparos, que usen las bayonetas, que
manejen los tanques y que arrojen las bombas, tanto en el ataque al enemigo
como en la defensa de sus posiciones. Se necesitan soldados de todo tipo:
redactores, financistas, audiovisuales, investigadores, gráficos, predicadores,
humoristas y organizadores de la logística mediática.
En el siglo XIX se podían contratar plumas para la guerra,
como hizo Rivadavia trayendo desde París al napolitano Pedro de Angelis, o Juan
Bautista Alberdi sobornando a periodistas en España y Francia para que
escribieran a favor del gobierno del general Urquiza a cambio de tierras en la
pampa argentina, como lo había hecho Juan Manuel de Rosas y lo haría después
Julio Argentino Roca. La agencia de noticias francesa Havas, que dominaba
América Latina en el cartel mundial de las agencias, hacía acuerdos económicos
con los gobiernos de la región para difundir una buena imagen.
Hay un punto en el que la metáfora de la guerra se convierte
en una excusa para hacer la guerra. Cuando la crítica periodística es contada
como “un fusilamiento mediático”, un diario es un portaaviones, una ley
mediática es la madre de todas las batallas, el dueño de un medio es un general
mediático, una web es una guerrilla, y un periodista un soldado, puede pasar
que se vaya disolviendo el sentido metafórico y se crea realmente que se trata
de una guerra, y por lo tanto se actúe como tal. Las metáforas son tramposas y
vienen cargadas. A veces aclaran pero su uso abusivo oscurece.
¿Qué es lo que hace que un periodista se convierta en un
combatiente? A lo largo de la historia las razones fueron las siguientes:
- El
periodista considera que el país está viviendo un momento histórico,
único, donde se están jugando demasiadas cosas, y las reglas de la
profesión periodística son de menor jerarquía frente a la dimensión
histórica de las necesidades políticas urgentes. El país se está jugando
su destino.
- El
periodista oficialista elimina la identificación entre gobierno y poder, e
interpreta que el gobierno en realidad es el contrapoder que está
enfrentando a los grupos fácticos dominantes, más poderosos y permanentes,
y por lo tanto al ayudar al
gobierno como periodista sigue siendo un disidente contra los grandes
poderes. El gobierno es David y los poderes fácticos son Goliat. Por su
parte, el periodista opositor siente que la prensa oficialista tiene todo
el poder estatal detrás, por lo que se considera el David de esta
historia, y está poco predispuesto a darle los derechos mediáticos al
gobierno.
- El
periodista está inserto emocional y afectivamente en un bloque social y
político, y entonces pone esa pertenencia por encima de los estándares
profesionales. La consecuencia de esta conversión es una reducción del
estatus político y social de los periodistas militantes, pues éstos han
aceptado subordinarse a la agenda de su bloque afín.
- Para
muchos periodistas que trabajaban en medios privados, el paso al bloque
militante es también el paso de la economía a la política en su vida
profesional. Antes trabajaba en un medio que debía competir en el mercado,
sostenerse con audiencia y publicidad, mientras que ahora está dependiendo
de un proceso político que sustenta su medio de comunicación, y cuya
continuidad estará muy sujeta al éxito de ese proyecto político.
El periodista profesional se percibe como un profesional
independiente, aunque sea dependiente de una línea editorial que seguramente no
eligió. En cambio, el militante percibe esa autonomía como una falsa
independencia, por lo que no se siente menospreciado cuando se le indica su
estructural dependencia del poder revolucionario. Mientras el profesionalista
ve a su paradigma rival como un engranaje del poder revolucionario, él es visto
a su vez como un engranaje del poder establecido.
El periodismo militante es legítimo y hasta necesario, pero
si pretende convertirse en el principal periodismo de una sociedad, ésta
quedará indefensa. Además, cuando el periodismo militante (o “prensa
apostólica”, como la llamó el periodista Mario Diament) es un sinónimo para
periodismo gubernamental, el criterio de noticiabilidad se transfiere desde el
interior del medio a la cúpula del Estado. Se construye un periodismo de fuente
oficial donde los funcionarios son el único criterio de verdad.
El periodismo polarizado llega a los extremos en los que se
convierte en un periodismo de ruptura social donde se expresa aquello que el
filósofo español Julián Marias llamó “La voluntad de no convivir”. Hay un
sector social que sobra, que no puede ser parte del futuro porque es culpable
de la injusticia estructural del presente, y al que se le ofrece el exilio
externo o interno, pero nada más. Es un periodismo de ruptura que está
reflejando la ruptura que la sociedad de hecho ya tiene. En palabras del filósofo
político Ernesto Laclau, “los responsables de esta situación no pueden ser
parte legítima de la comunidad, la brecha con ellos es insalvable”.
Por el contrario, el profesionalista es un periodista de
integración social, no de ruptura. Su aplicación de criterios profesionales lo
obliga a ser inclusivo en su visión, consultando con disponibilidad real para
aprender de todas las fuentes. Al buscar todas las voces y respetarlas, este
tipo de periodismo rescata matices, disuelve discursos y relatos apocalípticos,
desdibuja los bloques discursivos sociales y políticos y no acepta exclusiones.
Finalmente, el periodista más profesional es el más democrático.
La polarización produce un deslizamiento del rol del editor,
en el que éste no sólo intenta mejorar el texto desde lo estilístico o lo
profesional, sino que tiende a convertirse en un comisario político. Incluso es
posible que verifique menos la información que le traen los periodistas si ésta
es políticamente fuerte, y entonces el medio se devalúa profesionalmente
mientras se carga políticamente. Se gana en contundencia política y se pierde
en calidad informativa.
Fernando J. Ruíz
FUENTES:
- Fernando
J. Ruiz, El señor de los mercados. Ámbito
Financiero, la City y el poder del periodismo económico de
Martínez de Hoz a Cavallo, El Ateneo, Buenos Aires, 2005, p. 51.
- Fernando
J. Ruiz, “30 años de periodismo y democracia. Vidas circulares”, en
Gabriel Salvia (ed.), Un balance a
treinta años de la recuperación de la democracia, Cadal-Fundación
Adenauer, Buenos Aires, 2013.
- Graciela
Mochkofsky, Pecado original. Clarín,
los Kirchner y la lucha por el poder, Planeta, Buenos Aires, 2011, p.
139.
- Fernando
J. Ruiz, “El periodismo argentino, entre la violencia y la democracia: la
cobertura de la tragedia de Avellaneda en “Después de hora” y “Detrás
de las noticias”, Seminario de Periodismo y Democracia, Universidad
Austral, julio de 2002.
- Andrea
Jafelle Fraga y Guido Baistrocchi, Campo
de batalla, Crónica de la resolución 125, Ediciones B, Buenos Aires.
2011, p. 55.
- Fernando
J. Ruiz, El señor de los mercados. Ámbito
Financiero, la City y el poder del periodismo económico de
Martínez de Hoz a Cavallo, El Ateneo, Buenos Aires, 2005.
- El
estilo del programa según su primera conductora, María Julia Oliván,
consiste en repetir unos pocos puntos de una agenda “6, 7,8 consigue
popularizar los contenidos y tendencias de las carreras de Comunicación y
Periodismo en las universidades nacionales en los últimos veinticinco años”,
dijo Pablo Alabarces. María Julia Oliván y Pablo Alabarces, 6, 7,8. La creación de otra realidad,
Paidós, Buenos Aires, 2010, p. 205.
- Edi
Zunino, Patria o medios. La loca
guerra de los Kirchner por el control de la realidad, Sudamericana,
Buenos Aires, 2009, pp. 158-163.
- A
los periodistas de La Nación también el dúo de la Casa Rosada les negó una
entrevista ya concedida por no gustarles quién los iba a entrevistar. Para
el caso de La Nación, ver
Edi Zunino, op. cit., 2009, pp. 132-133; y para el caso Clarín, ver Daniel Míguez, “Las
promesas se cumplen”, en Diario
sobre diarios, 28 de octubre de 2010 (http://www.publicacionesdsd.com.ar/eldsd/zonadura/2010/octubre/zd-28-octubre-2010.htm).
- Varios
ejemplos de esa “coreografía” fueron narrados en Edi Zunino, op. cit.,
2009, y en José “Pepe” Eliaschev, Lista
negra. La vuelta de los setenta, Sudamericana, Buenos Aires, 2006.
- “La
corrupción entró en la agenda sólo en el último año del gobierno de Kirchner”,
Diario sobre diarios, 22 de
noviembre de 2007 (http://www.publicacionesdsd.com.ar/eldsd/zonadura/2010/octubre/zd-28-octubre-2010.htm).
- Esteban
Rodríguez (comp.), Contra la prensa.
Antología de diatribas y apostillas, Colihué, Buenos Aires, 2001.
- José
Luis de Imaz, Los que mandan, Eudeba,
Buenos Aires, 1964.
- Fernando
J. Ruiz, op. cit., en Ángel Soto y Paula Schmidt, op. cit., 2008, p. 249.
- Mario
Diament, “La demonización del periodismo”, El Cronista, 27 de febrero de 2012.
- Fernando
J. Ruiz, op. cit., en Ángel Soto y Paula Schmidt, op. cit., 2008, p. 257.
- Ernesto
Laclau, La razón populista, FCE,
Buenos Aires, 2007, p.113.
- El
rol del editor en una redacción fue uno de los ejes de la discusión entre
los principales periodistas del país, cuando se disolvió la Asociación de
Periodistas, a raíz de la censura/edición que se hizo del texto del
periodista económico Julio Nudler. Ver Edi Zunino, op. Cit., 2009, pp.
47-68.