Discepolín Vive
- Teatro
Sueño blanco en Pradera del Ganso puede sonar al nombre de una obra más bien
clásica y romántica, pero también hay que saltar un clásico prejuicio sobre la guerra de Malvinas cuando se piensa en que la temática será abordada desde una
perspectiva sórdida, superficial y repetitiva. Sin embargo, lejos de eso está
la búsqueda que realizan el director Carlos Romagnoli junto a las actuaciones
de Juan Pablo Giordano (co-escritor de la obra) y Nicolás Jaworski, todos los
viernes de julio a las 21:30 en Teatro La Escalera (9 de julio 324).
Por Lautaro Martínez Davico
Una obra que cuenta las experiencias de dos combatientes
que decidieron quedarse en las Islas Malvinas luego de terminado el conflicto y
que seguían firmes como nunca en un puesto de guardia sobre Pradera del Ganso,
allí donde pasan todo tipo de situaciones de las que podrían haber pasado los
soldados (o peor) allá por 1982. El delirio, la locura, el estado
de confusión permanente, la sensación de estar soñando despierto y las
contradicciones propias de pertenecer a un Ejército Argentino que con la
dictadura militar traicionó a su historia, son algunas de las sensaciones por
las que atraviesan los personajes y que llegan de lleno al espectador, con muy
acertados cambios de ambientes que se trasladan a la música, a la iluminación y
a algunos efectos visuales como el humo y también a una sorpresiva irrupción de un fantasmal y enorme General José de San Martín que
dejará a más de uno con la boca abierta y que tiene un guiño a los geniales
Monthy Python.
Se trata de gran material que ayuda a comprender, a
realizar un ejercicio activo de la memoria, a reflexionar, a respetar y a concebir el territorio de las Islas Malvinas como un pedazo más de nuestro país, mas
allá de que se produjo una guerra inútil e infame, comandados por los más
grandes canallas que han gobernado (de facto) en la historia Argentina. Por eso
cabe resaltar el trabajo realizado por todo el elenco. Además del director y
los actores, Sueño blanco en Pradera del Ganso cuenta con Cristian Bosco como
Asistente de Director, Lorena Fenoglio en Vestuario y Marcela Espínola Galante
en la Producción General.
Discepolín Vive estuvo presente en la obra y
tuvo la oportunidad de hablar con dos de los creadores de Sueño blanco en
Pradera del Ganso, el director Carlos Romagnoli y el dramaturgo y actor Juan
Pablo Giordano.
¿Cuánto hay de
sueño y cuánto de realidad en esta obra?
Carlos Romagnoli: Se mezcla todo: está la
realidad, está el sueño, está la ficción y está la crueldad todo junto.
Nosotros obviamente hacemos un esfuerzo para acercarnos a que la gente perciba
lo secreto, lo que no se vio. No se puede alcanzar la realidad, pero lo que hay
es memoria, es decirle a la gente que esto pasó y que nos lo hicieron pasar.
Juan Pablo
Giordano: De
sueño es todo lo que estos dos tipos abandonados ahí en las islas pensaron
durante tanto tiempo, para qué estuvieron ahí, para qué lucharon, para qué
vivieron, sobre todo el sargento que viene de un pasado bastante oscuro se
pregunta: ¿Valió la pena todo esto? ¿Vale la pena el ejército argentino? ¿Para
qué existió? Esa es la cuestión que se pregunta el sargento más allá de la
guerra. En el fragmento de la obra cuando el sargento se encuentra con San
Martín en uno de los sueños que tiene, surge otro interrogante: Cuando tienen
que pelear contra civiles, mandan una tropa entrenada, cuando tienen que
enfrentar a un ejército de verdad, mandan chicos. Después, el sargento, en esa
especie de limbo en el que se encuentra, empieza a reflexionar sobre eso, pero
no puede tenerlo de manera conciente porque sino se tiene que matar, no puede
asumirlo plenamente, lo asume en un estado de delirio, pero después vuelve a la
realidad y cuando el soldado parece que va a desobedecer una orden, al sargento
le sale su formación y autoritarismo, y eso es una constante contradicción que
permanece en toda la obra.
El título “Sueño blanco en Pradera del Ganso” que pusimos
con Carlos tiene que ver con el ruido blanco, tanto sea en sonido como en la
luz. Es la lluvia, la estática, están todos los sonidos e imágenes juntas pero
desordenadas. Es lo que no se soporta, es el sonido molesto de la radio cuando
no sintoniza. Pradera del Ganso porque es el lugar de la última batalla,
cercana a Darwin donde después fueron enterrados muchos de los cuerpos de los
combatientes.
¿Cómo es tratar
una temática tan dolorosa, tan presente en el inconciente colectivo de los
argentinos, y realizar una obra que posee muchos cambios de estado de ánimo,
incluso a veces rozando lo tragicómico y lo absurdo?
Juan Pablo
Giordano: La
temática me la aporta Carlos cuando me convoca y me dice que quiere hacer una
obra sobre Malvinas, él lo tiene mucho más presente que yo ya que es casi de
esa generación. A partir de eso empezamos a escribir, a leer, a buscar cosas y
sobre las ideas que teníamos, sin haber leído nada todavía, nos dimos cuenta en
que coincidíamos en muchas cosas pese a que los dos no somos de la misma
generación. La temática se fue haciendo más presente en muchas cosas, no sólo
en el texto sino en los cuerpos, cómo son dos soldados que están resistiendo
ahí y no se fueron, que no se rindieron, cómo saben si la guerra terminó o no y
que ven que llegan tropas inglesas. Es algo dialéctico, si ven que los ingleses
siguen viniendo y ven que no se terminó la guerra, entonces hay que seguir
resistiendo en ese pedazo de tierra que es Argentina.
Carlos Romagnoli: Cuando escribimos la obra nos
empezamos a dar cuenta cómo de alguna manera acá hay un imaginario en donde hay
gente que todavía la sigue luchando y la sigue teniendo presente, que es uno de
los motivos por el cual escribí la obra, y después hay gente que parece que la
quiere olvidar. Yo creo que en la lucha de la memoria se disputa esta guerra
donde esta obra puede caber la lucha de los excombatientes donde plantean
mantener la memoria, que es a donde nosotros nos tocó, porque verdaderamente
más allá de que la guerra fue implantada en un gobierno ilegítimo, no deja de
tener legitimidad el hecho de decir “este territorio es nuestro”. Hay pequeñas
cosas, como la de repatriar a los cuerpos estando enterrados bajo suelo
argentino, que influyen en la gente y terminan por cansarse del tema, no se
mantiene un ejercicio activo de la memoria por lo que finalmente muchos
terminan desistiendo de mantener una posición activa sobre la soberanía de las
islas, siendo una patria cercenada y uno lo termina aceptando o naturalizando.
¿Tuvieron que tomar
de experiencias de excombatientes para influirse en los personajes?
Carlos Romagnoli: Yo quería ir a la guerra.
Cuando arranca el conflicto yo era dos años más chico que los más jóvenes que
fueron a las islas. Todos queríamos ir, era una cosa media rara, la implantó un
gobierno ilegal y todo el mundo quería estar. Algo estalló, no sé…hicieron algo
mal los muchachos que fue explotar la conciencia popular. Cuando perdimos fue
una cosa muy descarnadamente dolorosa, fue muy extraña porque hubo un silencio de
parte de todos, mismos medios que antes saltaban y exaltaban por el evento y
que luego todo pasó como si nada y uno quedó como “patinando”, y te queda
patinando en la cabeza. Hace como 10 o 15 años que tenía la idea en la cabeza
de estos dos tipos que se quedaron, que se salieron del ejército, se dieron por
desaparecidos y se quedaron.
¿Ustedes creen
que los excombatientes han atravesado por las experiencias que tienen los
personajes en la escena?
Carlos Romagnoli: Creo que la realidad lo
supera ampliamente, no podemos nosotros alcanzar ese nivel de experiencia.
Excombatientes que nos vinieron a ver nos contaban cosas que si nosotros lo hubiéramos
puesto acá hubieran dicho “no, es una exageración, esto es mucho”.
Juan Pablo
Giordano: También,
hay una parte en la obra donde se ve mucho humo y una luz roja donde los
protagonistas ven llegar a algunos de sus colegas malheridos, y un
excombatiente se sorprendió con esa imagen y nos preguntó cómo pudimos llegar a
esa experiencia ya que era muy similar a lo que él vivió, nosotros le dijimos
que sólo llegamos desde la ficción, lo contamos desde un sueño, pero él vivió
eso: todo rojo, humo y saliendo gente de un lugar donde estalló todo. Para
nosotros fue un sueño y para ellos fue real, es increíble cómo nosotros
contamos algo como ficticio y surrealista y nos digan que esas situaciones
fueron reales o incluso peor.
¿Cómo es
manejarse dentro del ambiente del teatro independiente?
Juan Pablo
Giordano: Hay
que remarla mucho, hay promocionar todo lo que se pueda, el boca a boca lo más
que se pueda, le decimos a la gente que nos recomiende. Hacemos promociones
donde podamos, repartimos volantes, como todos, es un laburo de todos los días.
Carlos Romagnoli: Y, somos marginales (risas).
Hay dos cosas que para mí pasan: primero, esto no es teatro comercial, en el
teatro independiente nosotros elegimos el tema y nos mandamos. Si fuésemos
empresarios tal vez buscáramos hacer Chiquititas o algo así, que obviamente
tienen todo el derecho de existir, pero el tema es que hay muchas realidades en
un país y en una sociedad y nosotros no nos podemos abrir a los problemas, le
tenemos que presentar a la gente otras realidades que no son conformes para la
sociedad, como dice García Lorca: “un pueblo al que no le importa el teatro, si
no está muerto, está moribundo”. Pertenecemos a una expresión que depende
terriblemente de la gente porque es la gente la que nos produce, no tenemos un
productor que va a buscar el tema de moda o la onda y que busca una intención
de lucro, por eso tenemos que poner precios accesibles a las entradas por
ejemplo. Dentro de la escena independiente los productores son los actores, los
directores y la gente, si alguno de ellos falta…no hay teatro.