domingo, 28 de septiembre de 2014

Pueblos Originarios de América


Pueblos Originarios de América
En esta exposición, los datos no son el objetivo único sino entender y comprender el por qué estamos aquí y ahora, ya que la fuente de información se encuentra en nuestros orígenes. América no es una sola. Existen muchas Américas.

- Pueblos de América del Norte, Centro y Sur (Mesoamérica)
- Actual territorio Argentino
- Cronología del poblamiento Americano (Desde cuando llegaron a América)
- Que pueblos habitan HOY en A. del Sur y Argentina. Características generales de la cultura de los pueblos que habitan en la provincia de Santa Fe
- Que lenguas se hablan actualmente en el país
- Que pueblos de nuestro país mantienen sus modos de subsistencia (nómade, sedentario, trashumancia)
- Cual es la situación actual de los pueblos asentados en las grandes urbes
- Infografía cartográfica indicando como estaban distribuidas las poblaciones amerindias en el contexto eco geográfico -

Más allá de los debates en marcha y la gran cantidad de preguntas y contradicciones que se presentan en el debate científico actual es posible realizar algunas conclusiones precarias. Es altamente probable que el hombre americano primitivo proceda del continente asiático, especialmente de las estepas siberianas o de la región del Sudeste asiático. Las semejanzas entre grupos poblacionales asiáticos de esas regiones y la mayoría de los aborígenes americanos ha sido objeto de análisis. De todos modos el hecho de que las dataciones de máxima antigüedad que cuentan con consenso de la comunidad científica, Clovis (EEUU, 12.900-13.500 adP) y Monte Verde (Chile, 14.500 adP), se encuentren simultáneamente en América del Norte y en el extremo sur de América del Sur impide sacar una conclusión definitiva sobre este punto. Sin embargo, estas fechas son aún muy recientes frente a otras fechas datadas en diversos lugares de América, que aún no cuentan con el consenso de la comunidad científica. Habrá que esperar que estos estudios se consoliden. Por ejemplo, entre las numerosas cavernas del nordeste de Brasil se encuentra una conocida como Toca do Boqueirāo da Pedra Furada, la cual cuenta con numerosas evidencias de asentamiento primitivo como instrumentos líticos. Sin embargo, se encontraron otros artefactos en cuarzo que son datados de hace 40 mil años. Semejante observación no es aceptada fácilmente por otros estudiosos que dicen que los cuarzos difícilmente tienen formas definidas que puedan ser consideradas manufactura y que no tiene sentido que los supuestos habitantes de la caverna hubiesen preferido el cuarzo a la piedra abundante del lugar. Las objeciones no restan los misterios que abre Pedra Furada y las excavaciones continúan. Pero aún más al sur, en Chile, las excavaciones de Tom Dillehay y otros muchos arqueólogos en Monte Verde revelan restos de comida e instrumentos que se datan de hace 12 mil e incluso 30 mil años. También Monte Verde es contestado por muchos como una de las más antiguas evidencias humanas en América, pero son más contundentes que las que existen en el hemisferio boreal del continente.
Los científicos no tienen dudas de que los seres humanos no son originarios de América, por lo que ésta fue poblada por humanos provenientes de otra parte. Desde el punto de vista paleoamericano, entraron al continente durante la última glaciación, que permitió el paso hacia el Nuevo Mundo a través de Beringia. En general, se considera que la mayor parte de los indígenas americanos son descendientes de un grupo único proveniente del noreste o el oriente de Asia. Después del contacto colombino se plantearon algunas conjeturas para explicar el origen de los indígenas americanos, por ejemplo, mediante el mito de la Atlántida o de las tribus perdidas de Israel. Las culturas mesoamericanas consideraban que la presencia humana en el continente americano era muy anterior al que suponían los europeos. La civilización Maya tenía registros históricos escritos al menos desde agosto de 3114 a. C.
Al sur de Chile se han encontrado restos fósiles de recolección y caza, de hace 7.000 años. Si se considera que el poblamiento de América empezó hace 36.000 años y que su huella más antigua en el extremo sur del continente data de hace 7.000 años, se deduce que el poblamiento de América duró 29.000 años.
Muchas bandas siguieron la ruta norte-sur, por el lado occidental del continente, por las vertientes de las cordilleras y los valles intramontanos. Se han encontrado huellas humanas de avances en:
Topper (Carolina del Sur, Estados Unidos). Restos humanos fechados hacia el año 50.000 adP.
Pedra Furada (Piauí, Brasil). Restos humanos fechados hacia el año 50.000 adP.
La Toca (Brasil). Restos humanos fechados hacia el año 45.000 adP.
American Falls (Estados Unidos). Restos fechados hacia el año 43.000 antes del presente.
Cuenca del Valsequillo (México). Huellas humanas fechadas hacia el año 40.000 antes del presente. 45 46 47
Lewisville (Texas, Estados Unidos), con fechas de 37.000 años antes del presente.
Monte Verde II (Puerto Montt, Chile). Restos de 33.000 años.
El Cedral (SLP, México). Restos humanos y artefactos líticos con una antigüedad de 31 000 años.
Tequixquiac (Méx, México). Hueso sacro de Tequixquiac de hace 22.000 años.
Tlapacoya (Méx, México). Navaja de obsidiana de hace 21.000 años.
Meadowcroft Rockshelter (58 km de Pittsburgh, Estados Unidos) 16 a 19 mil años.
Paccaicasa (Ayacucho, Perú). Puntas de proyectil, raspadores, cuchillos; de 17.000 años, aproximadamente. El antropólogo Mc Neish opina que estos inmigrantes llegaron a los Andes peruanos hace 22.000 años.
Monte Verde I (Puerto Montt, Chile). Restos de 14.800 años.28
Cavernas de Tulum (Tulum, Mexico). Cuatro esqueletos humanos, 14.500, 12.000 y 10.000 años.
El Muaco y El Jobo (Venezuela). Industria lítica muy tosca, de 14.000 y 12.000 años.
El Guitarrero (Ancash, Perú). Industria lítica de lascas, una punta de proyectil y un cuchillo; ambas bifaciales, de hace 13.000 años.
Piedra Museo (Santa Cruz, Argentina). Restos de 13.000 años.
Mujer del Peñón (Peñón de los Baños, México). Restos de 13.000 años.
Quebrada Maní (Desierto de Atacama, Chile). Asentamiento de 12.790 años.48
El Abra (Zipaquirá, Colombia). Instrumentos líticos, asociados con huesos de animales y fragmentos de carbón vegetal de 12.400 años.49
Chivateros (Callao, Perú). Industria lítica para labores de recolección, de hace 12.000 años.
Los Toldos (Santa Cruz, Argentina). Restos de caza y recolección de hace 12.000 años.50
Lagoa Santa (Brasil). Restos fósiles de hace 12.000 años.
Lapa Vermelha (Brasil) cráneo y esqueleto de Luzia, de hace 11.400 años.51
Gruta Pedra Pintada (Pará, Brasil). Pinturas rupestres e industria lítica fechadas hacia el año 11.310 adP.52
Clovis. Restos de caza y recolección de hace 11.050 años.53
Cueva Fell (Tierra del Fuego, Chile). Restos datados entre 10.000 y 11.000 años.54
Paiján (La Libertad, Perú). Esqueletos humanos de hace 10.000 años.
Las Vegas. Península de Santa Elena. Ecuador. Cementerio con 200 enterramientos diferentes fechados en el 10.000 a. C. y vestigios del cultivo del zapallo en el 7.000 a. C.
Lauricocha (Huánuco, Perú). Industria lítica, fósiles de animales, plantas y esqueletos humanos y pinturas rupestres de hace 10.000 años.
Toquepala (Tacna, Perú). Pinturas rupestres de hace 9.000 años.
Cueva de las Manos (Santa Cruz, Argentina). Pinturas rupestres de hace 9.300 años.
Sitios Arqueológicos "Monte Hermoso I" y "Las Ollas", Monte Hermoso, Pcia. Buenos Aires, Argentina. Pisadas humanas y herramientas líticas. Hace aprox. 7000 años
Intihuasi (Argentina). Restos pre cerámicos de hace 6.000 años

Pueblos que habitaron Argentina:
•             Atacama.
•             Ava Guaraní.
•             Aymara.
•             Chané.
•             Charrúa.
•             Chorote.
•             Chulupi.
•             Comechingón.
•             Diaguita/Diaguita Calchaquí.
•             -Guaraní.
•             Huarpe.
•             Kolla.
•             Lule.
•             Mapuche.
•             Mbya Guaraní.
•             Mocoví.
•             Omaguaca.
•             Ona.
•             Pampa.
•             Pilagá.
·         Qom.
•             Quechua.
•             Querandí.
•             Rankulche.
•             Sanaviron.
•             Tapiete.
•             Tehuelche.
·         Tonocoté.
•             Tupí Guaraní.
•             Wichí.

Pueblos que habitaron y habitan en Santa Fe:
Norte de Santa Fe
•             Tobas
•             Mocovíes
•             Abipones
•             Mepenes

Centro de Santa Fe
•             Juyjuyas
•             Colastiné
•             Mocoretáes
•             Calchines
•             Quiloazas
•             Corondas

Sur de Santa Fe
•             Carcaraes
•             Timbú (etnia)
•             Chaná-Timbú
•             Querandiés


Tobas y mocovíes:
Oriundos del Chaco, vivían en la amplia zona comprendida por los ríos Pilcomayo al norte, Salado al sur, Paraná-Paraguay al este y el meridiano 62° al oeste. Los tobas se instalaron principalmente en la provincia de Formosa, mientras que otros pueblos de la misma etnia, los pilagá, abipones y mocovíes lo hicieron en el Chaco austral. Integran el pueblo de los Guaycurú, cuyo origen arqueológico es aún un misterio, tanto en cuanto a su antigüedad como a su sospechada relación con el pueblo tehuelche, por su parecido físico. Sus antecesores, mbaya y payagua, perecieron en tiempos de la conquista, en tanto que los abipones, también de la misma familia, un par de siglos después. Solo sobreviven los tobas, los pilagá y los mocoví. Se organizaban en conjuntos de familias emparentados por el jefe del grupo, de poder hereditario, y cuya soberanía solía alcanzar a unas ochenta personas. Sin embargo, su dominio era controlado por un consejo de ancianos. Vivían en chozas construidas por ramas y cubiertas de paja, de cerca de dos metros de alto; y utilizaban "paravientos" de esteras que aún son populares entre sus descendientes. Cada grupo se hacía cargo de un área de caza y cosecha, en la que se asentaban. Como ocurrió con otros pueblos indígenas, la llegada del caballo les permitió expandirse geográficamente. Cazaban utilizando señuelos y el fuego para encerrar a los animales; pescaban con arcos, flechas y redes, y recolectaban frutos de árboles como los algarrobos, chañares, mistol, molle y otras raíces. Esta última tarea solía estar a cargo de las mujeres de la tribu. Sabían cómo conservar los pescados a partir de su ahumado. Cerca de 50.000 descendientes de los tobas viven en las provincias argentinas de Chaco, Formosa, Salta y Santa Fe y en algunos barrios pobres de las ciudades de Buenos Aires y Rosario. En Resistencia, capital del Chaco, existe el Barrio Toba, y en esa misma provincia, una serie de colonias establecidas en tierras del Estado o en asentamientos de misiones religiosas. Los tobas que habitan en el campo continúan viviendo de la caza, la recolección de frutas, la pesca y la agricultura, pero también como obreros en ingenios, talleres y algodoneras. La cestería y las artesanías tradicionales son también una más que pequeña opción económica para los tobas. A la grave realidad económica de este pueblo se le debe sumar la sanitaria: tuberculosis, sífilis, mal de chagas, parasitosis y anemia son algunas de las enfermedades que los afectan, ya sea por la falta de control y vacunación como por su deficiente alimentación.
Con relación a la educación, las grandes distancias y la falta de escuelas bilingües, especialmente vuelve más complejo el panorama escolar de la región. Los pilagás y mocovíes llegan a ser cerca de 5.000 (cada pueblo), los primeros en el centro-norte de Formosa y los segundos en el norte de la provincia de Santa Fe y en la Colonia Matheu, en el Chaco. Cerca de la mitad conserva el idioma.
En el siglo XVI la población de tobas y de las etnias cercanas llegaba a las 200.000 personas. La mayoría perecieron como consecuencia de las "cacerías de indios" del siglo pasado, y la explotación descontrolada de quebrachales y algodón en los fines de 1800 y principios del 1900.

Aonikenk:
Los aoniken, Chónik, chonecas o patagones, eran hombres de talla muy elevada, de constitución física atlética, cabeza grande y maciza, cara ancha y angulosa. A partir de estas concepciones, fueron llamados "patagones" por los españoles, que vieron sobre la superficie de la helada tierra del sur la marca del enorme tamaño de sus botas. Vivieron en las actuales provincias argentinas de Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Se llamaban a sí mismos "chonik", que en su lengua significaba "nosotros los hombres", y se dividían en tres sub-tribus: los tehuelches meridionales (o patagones del sur, desde el río Chubut hasta el estrecho de Magallanes), los téuesch (sobre la cordillera) y los selk’nam, también conocidos como onas, específicamente en la isla de Tierra del Fuego. También se los conocía como "tehuelches del sur". Las viviendas de los patagones se construían entonces con las pieles de los animales, erguidas por tirantes de madera que se enterraban en forma de círculo en la tierra. Los onas, habitantes de la actual isla grande de Tierra del Fuego compartida por la Argentina y Chile, construyeron sus chozas en forma cónica, con pequeñas paredes de treinta centímetros de alto, de pasto y barro, que evitaban que se escapara el calor. La entrada de estas viviendas, de cerca de cuatro metros de diámetro, se orientaba siempre hacia el este, dirección de la que solía soplar menos el viento.
Sobre fines del 1600, los indios tehuelches comenzaron a utilizar el caballo animal traído por los españoles al continente americano desde Europa, para su traslado cotidiano. Los viajes por la extensa Patagonia se volvieron entonces más sencillos. Creían en un dios supremo llamado Temaukel, cuyo mensajero Kenos, era la estrella Alfa. Los hechiceros de la tribu luchaban contra los malos espíritus. Con respecto a su vestimenta, aunque vivían en zonas de muy bajas temperaturas, apenas se cubrían con un taparrabos en forma de triángulo, y una capa desde los hombros hasta los pies, en el caso de los hombres, y hasta las rodillas en el caso de las mujeres. Las integrantes femeninas de la tribu vestían también un cuero que les envolvía el cuerpo desde debajo de los brazos y hasta las rodillas, con el pelo hacia adentro. En los pies solían llevar una especie de zapatos de cuero con el pelo hacia fuera, en tanto que, con relación al maquillaje, solían pintarse de color rojo oscuro, no sólo por criterios artísticos o decorativos, sino también para evitar el contacto directo del frío viento de la región con la piel descubierta. Se adornaban también con collares y pulseras de tendones de guanacos, pastos, huesos de pájaros de la zona o caparazones de crustáceos. Este pueblo se ha extinguido.

Calchaquíes o diaguitas:
Se denomina calchaquíes o diaguitas al conjunto de pueblos aborígenes que habitaban la región argentina de los valles y quebradas del noroeste del país. Aunque hablaban el mismo idioma, estaban integrados por parcialidades como los pulares, luracataos, chicoanas, tolobones, yocaviles, quilmes, tafís y hualfines, entre otros. Varias de las costumbres originales de estos pueblos agricultores y sedentarios se modificaron con la llegada de los incas, desde el Perú. La influencia de esta poderosa cultura en la zona se distingue en la arquitectura, la decoración y en la construcción de caminos, que unían la región con el norte. No obstante, las lenguas originales de los diaguitas: el cacan y el omaguaca, no lograron ser reemplazadas por el quechua. Subsistían a partir de la cría llamas y recolección de frutos como la algarroba y el chañar, cazaban eventualmente y, al igual que sus vecinos del norte, los atacameños, habían logrado un importante desarrollo en la cerámica y el manejo de metales. Se organizaban bajo el control de un jefe que dominaba a varios grupos en tanto que, en cuanto a su faz religiosa, veneraban al sol, al trueno y al relámpago, y fundamentalmente, a la tierra, a través del culto a la Pachamama, que aún perdura en sus descendientes. Los descendientes de estos pueblos habitan en gran parte del noroeste argentino, manteniendo aún ciertas costumbres de sus ancestros, como el culto a la Pachamama, la madre tierra dadora de vida.
Durante el mes de agosto, desde el 1°, se suceden las ceremonias de ofrenda: la gente cava un hoyo en la tierra de sus casas en el que deposita las ofrendas a medianoche: comida, hojas de coca, cigarrillos encendidos y lana de alpaca, entre otros elementos. Durante la noche se agradece a la Pachamama a través de oraciones y cantos, generalmente en quechua, para finalmente tapar el foso con una piedra sobre la cual se romperá una botella de vino o un recipiente con chicha, bebida fermentada típica de la zona.
En el siglo XVI, vivían en la zona cerca de 400 mil indígenas, 320 mil en el Noroeste, cerca de 35 mil en Cuyo y entre 60 y 100 mil en el centro argentino. Actualmente, sus descendientes más puros sobreviven fundamentalmente del pastoreo de cabras y ovejas y la agricultura. Otros, en tanto, se han mudado a las ciudades de la zona, y otros tanto trabajan como mano de obra barata en la zafra, ingenios, minas y otras empresas del área.

Guaraníes:
La cultura guaraní, de más de 1.500 años de antigüedad, se originó en el este del Paraguay y en actual estado brasileño de Paraná. Desde estas regiones, los guaraníes se fueron extendiendo hacia lejanas áreas del continente sudamericano: el Atlántico donde fueron conocidos como Tupi Guaraní, el Amazonas, el Caribe, y desde los años 1300 y 1400, hacia la Cordillera de los Andes y el río de la Plata. Su presencia dejó huellas en otras culturas de la zona, como los kamgang, charrúas, gualachis o timbúes. Los asentamientos más importantes de la Argentina en épocas de la conquista se encontraban en el norte de Corrientes, en las costas de la provincia de Misiones, y en la desembocadura y el delta del río Paraná, cerca de Buenos Aires. Las aldeas de los guaraníes eran establecidas a las orillas de los ríos, por los que navegaban con facilidad gracias a las canoas que construían con troncos. Sólo cuatro u ocho viviendas llamadas malocas, formaban parte de la villa. Estas construcciones eran, en definitiva, grandes casas comunes con capacidad para entre 30 y 100 familias, hechas con troncos y ramas. Cada poblado estaba a cargo de un "tubicha" o cacique, para quienes trabajaban el resto de los vecinos y cuyo poder era hereditario. Según la cosmovisión guaraní, el paraíso es terrenal y la muerte no es el camino para dar con él. Esta "tierra sin mal" era llamada Iwy Mara’ey, y para llegar a ella, la gente debía seguir las indicaciones de los "karai" o profetas y "ava tumpa" u hombre-dios. Era costumbre también rezar "plegarias" para agradecer por los recursos de la naturaleza y pedir permiso a la hora de recurrir a ellos. Practicaban la antropofagia ritual, en la ceremonia del Avapuru, homenaje al enemigo vencido que tenía como eje el incorporar el alma del contendiente vencido a través de la ingesta de su cuerpo.
En cuanto a su economía, practicaban una agricultura "de roza", basada en el desmonte del terreno por tala y la quema de árboles y malezas. Sus cultivos habituales eran el maíz, el zapallo, los porotos, la batata, el maní, el mate y el algodón. Cazaban y pescaban, y curaban las carnes para poderlas conservar por más tiempo. Los hombres solían estar desnudos y las mujeres vestir apenas un cubre-sexo triangular de algodón o plumas. Recién conocieron las ropas con la llegada de los jesuitas y otros grupos religiosos que, una vez instalados en la zona, se encargaron de difundir el "tipoy", una túnica larga de algodón hilado que les llegaba hasta los tobillos. Tenían  también conocimientos de alfarería y cestería, sus principales artes. Hoy cerca de 5.000 descendientes directos de guaraníes viven en la Argentina, y muchos más en el Paraguay, en donde el idioma guaraní es uno de los dos oficiales en el país. Como sus ancestros hace quinientos años, viven fundamentalmente de la agricultura, la cestería, y a partir del trabajo de la tierra para hacendados que los contratan. Algunos pocos conservan características seminómades y recurren a la caza para su supervivencia. Los problemas socio-económicos complican aún más la supervivencia de este pueblo, que supo estar formado por más de un millón y medio de personas en los años 1500 en todo el Gran Chaco, argentino, paraguayo y brasileño.

Yamanas:
Los yamanas o yahganes vivían en los alrededores de Tierra del Fuego. Se trataba de un pueblo fundamentalmente canoero que pasaban la mayor parte de su tiempo en las precarias embarcaciones que construían con cortezas de árboles. Solían estar desnudos, con apenas un manto de piel de foca u otro animal cubriéndoles el cuerpo, aunque sí vestían polainas en los pies y guantes sin dedos en las manos. Al igual que otros pueblos patagónicos solían pintarse el cuerpo y la cara de distintos colores y depilarse. Su alimentación dependía en gran medida del mar: peces, lobos marinos, nutrias, aves, mejillones, almejas, cangrejos, erizos y otros animales similares integraban su dieta. Cazaban incluso ballenas, a las que rodeaban y arponeaban. Los hombres ejercían un gran poder en la familia, pero el rol de la mujer era importante: remaban en las canoas, dirigían y recolectaban moluscos mientras los hombres pescaban y cazaban animales marinos y peces. Los niños permanecían en el centro de la canoa, protegidos por el fuego con el que también cocinaban. Es que los yamanas pasaban buena parte de su día en sus barcazas, construidas por cortezas de hayas cocidas entre sí con barbas de ballena y fibras vegetales, de entre tres y cuatro metros de largo. Sus viviendas, en tanto, eran similares a las de sus vecinos, los onas: tenían forma de cono, y solían estar cubiertas por hojas y ramas en verano y por pieles en invierno. Para mantener el calor, excavaban en el interior de la choza. Este pueblo se encuentra extinguido.

Charrúas:
Los Charrúas habitaban el actual Uruguay, aunque antes del arribo de los conquistadores europeos, llegaron a asentarse en la provincia argentina de Entre Ríos (los minuanes) y en el sur de la actual provincia de Corrientes. Estaban formados por un grupo principal: los charrúas en sí, y otros menores. De estas pequeñas tribus las más importantes eran los guenoas o guenoanes y los bohanes. Eran cazadores y recolectores. Hoy se encuentran extinguidos.

Tehuelches septentrionales:
Los tehuelches septentrionales habitaron fundamentalmente las actuales provincias argentinas de Río Negro y La Pampa, hasta los ríos Limay y Negro. A fines del siglo XVII los araucanos llegaron a la región de los tehuelches septentrionales, procedentes de Chile, provocando su virtual desaparición en las provincias de Buenos Aires, La Pampa y Neuquén. Algunos sobrevivieron en el oeste del país, fusionándose finalmente con los araucanos tras los ataques militares del gobierno argentino en 1886. Se distinguían fundamentalmente de sus vecinos meridionales por su lengua. Sobrevivieron relatos religiosos relacionados con el Elemgasem, padre y generador de la raza que, según la mitología, vive en una cueva y fue quien realizó las pinturas rupestres que los antecesores de este pueblo dibujaron en las cavernas patagónicas. Pueblo extinguido.

Matacos:
Los matacos o "wichis" son, según varios antropólogos, uno de los pueblos más antiguos de la región, cuyo origen geográfico sería el Amazonas. Cazadores, pescadores y recolectores de semillas y frutos, eran semi-nómades: permanecían parte del año en sus poblados cercanos a las áreas de pesca y recolección, cerca de los ríos Bermejo y Pilcomayo, y a partir del mes de octubre, se adentraban en los montes para la caza y la recolección de frutos como el algarrobo, el chañar y la tusca. Pescaban con redes-tijera, arpones y flechas. Vivían en chozas con formato de cúpula llamadas "huet" o "lewet", con techos de barro y paredes construidas con ramas, por las que pasaba el aire que permitía bajar la temperatura de la vivienda, en zonas de altas temperaturas casi constantes. Los integrantes de una misma tribu vivían juntos, formando pequeños poblados, y compartiendo un mismo territorio de caza, bajo el mando de un cacique. En cuanto a la religión, su dios Nilataj (o Shipilaj) fue el responsable de la creación del mundo, cuya extensión se debió a los vientos de los cuatro costados. Entre su obra, además de todos los wichis, están los animales, las aves que no comen carroña y las plantas. Quien coordina la actividad religiosa diaria es el chamán, conocedor de todas las leyendas sobre lo incomprensible. Es, además, el médico de la tribu, único capaz de alejar a través de su monótono canto la presencia de los malos espíritus de los cuerpos enfermos. Según la tradición wichi las mujeres bajaban del cielo a través de una cuerda para robar la comida de los hombres, hasta que un indio cortó esa cuerda y logró dominarlas. El rol del sexo femenino en la comunidad mataco incluía todo lo relativo al hogar y las tareas de alfarería. Los 20.000 wichis que sobrevivieron han adoptado también cierta horticultura en pequeña escala, o se han volcado al trabajo en ingenios azucareros y empresas de la región. La mayoría habita en las costas del río Pilcomayo, en la provincia argentina de Salta, en la ciudad de Tartagal y en la República de Paraguay. En el siglo XVI llegaban acerca de 100.000. Desde la actual provincia argentina de La Pampa hasta el límite con Bolivia, el Gran Chaco al este y la cordillera de los Andes al oeste, vivieron en tiempos precolombinos, desde 3 a 5 siglos a.C hasta la llegada de los españoles, varios pueblos de diversas características y orígenes, como los diaguitas, atacamas, lule-vilelas, comechingones o huarpes, entre otros. La mayoría de ellos basó su economía en la agricultura y el pastoreo, y fueron fundamentalmente sedentarios, organizando en ciertas regiones verdaderas ciudades amuralladas, como Tilcara o Quilmes, en las que llegaron a vivir millares de personas.

Abipones:
Los abipones eran cazadores y recolectores. Formaban parte del grupo de los guakurúes, integrado por las etnias toba, pilagá, aquilot, mocovíes y abipones. Habitaban en el Chaco austral, fundamentalmente. Al igual que sus vecinos, los mocovíes y los tobas, aprendieron a utilizar el caballo, modificando sustancialmente sus costumbres. Hábiles jinetes, lograron extender sus territorios a partir del "nuevo medio de transporte", y de hecho, entre 1720 y 1740, estos pueblos del Gran Chaco estuvieron a punto de expulsar totalmente a los españoles de la zona.
Los abipones desaparecieron en tiempos de la colonia.

Atacamas:
El desarrollo de la cultura atacameña se prolongó por varios años, en la zona de la hoya del río Loa, en donde actualmente se encuentra la localidad de San Pedro de Atacama. La ocupación de los Incas y el hecho de que el área fuera atravesada por quienes se dirigían en dirección norte -sur, permitió a los atacameños incorporar elementos y costumbres de otras culturas cercanas. Fundamentalmente centrados en la agricultura, los atacameños regaban sus sembradíos a través de un sistema de terrazas y favorecían sus cultivos con riego artificial y el uso de salitre sódico como fertilizante. El comercio resultaba ser, a la vez, una alternativa más para mejorar su situación económica: la lana de alpaca, el maíz, los frijoles eran intercambiados en la costa del Pacífico por moluscos y pescados, y en la actual Bolivia, por hojas de coca. Se cree que los atacameños se consolidaron como pueblo cerca de 500 años antes de Cristo. Restos de cerámicas y vasos, cántaros y urnas, y otras piezas metalúrgicas encontradas en la región dan cuenta de su progreso. A lo largo de los 1500 años siguientes al inicio de la era cristiana, los atacameños dejaron muestras de sus trabajos en metal, madera, piedras, lana y cestería. Imponente, los pukaras, fortalezas de piedras construidas entre el 900 y la llegada del europeo aún sobreviven, como el de Tilcara, fiel reflejo del esplendor de esta civilización. Los investigadores opinan que el pueblo atacameño se vio directamente influenciado por el imperio inca, a partir de 1450, y a través de fluidos contactos con los habitantes del Tihuanaco, en la región del altiplano boliviano. De los incas importaron el uso del adobe y los techos a dos aguas en las construcciones, entre otras costumbres. El pueblo atacama habría desaparecido con la llegada de los españoles.

Tonocoté-Lule-Vilela:
Originarios de la región del Gran Chaco, a la llegada de los españoles se encontraban, sin embargo, instalados en el noroeste argentino, el oeste de Salta y el norte de Tucumán, y en parte del noroeste de Santiago del Estero. Se denominaba Tonocoté a un grupo de pueblos ya desde el Siglo XVII. Los Mataráes eran vivían en las costas del Río Bermejo desde el meridiano 61 al 63. Parte de estos Mataráes convivían desde el Siglo XVIII con parcialidades Vilelas. Los tonocotés además de dividirse en varias sub-tribus, se repartían en dos grupos, nómades y sedentarios. Los primeros eran fundamentalmente cazadores y recolectores mientras que los segundos eran agricultores. Estos últimos utilizaron técnicas de riego por terrazas, a la vez que se dedicaban a la cría de llamas. Sus viviendas eran de bloques de piedra con techos de ramas y barro. Su alfarería era bastante básica, construían algunos instrumentos musicales básicos como pipas u ocarinas, y conocían la molienda de granos en molinillos. Hoy Se encuentran extinguidos.

Querandíes:
Integraban el grupo de los pampas, junto a los taluhet y diuihet. Habitaban la zona central de la Argentina, eran altos, de piel oscura y solían vestir ropas de cuero. Su nombre proviene del guaraní: significa "hombres con grasa", apelativo que se origina en su dieta alimenticia, basada en una buena parte en grasa de animales. Nómades por naturaleza, se alimentaban con raíces y frutos que ellos mismos recolectaban, y con una extraña pasta basada en langostas asadas. Solían prender fuego los pastizales pampeanos en época de plaga de estos insectos, para así cocinarlos. Luego los juntaban y finalmente producían una masa con ellos, que formaba parte de su alimento. También producían una harina con pescado seco y luego molido. Cazaban animales de la región, como perdices, venados y ñandúes, con arco, flecha y boleadoras. Con respecto a sus viviendas, éstas solían ser simples paravientos de cuero, fáciles de armar y desarmar. Los querandíes eran monoteistas: creían en un gran dios al que llamaban Soychu, y en un espíritu del mal, Gualichu, palabra que derivó en el vocablo "gualicho", que en el idioma popular argentino significa "maleficio" o "embrujo". HOY Extinguidos.

Puelches:
Si bien ellos se llamaban a sí mismos "gumun a ken", fueron conocidos por cómo los araucanos los llamaban a ellos: "puelches", que significa, "gente del este". Vivieron en la región comprendida por el norte de la actual provincia de Chubut, la provincia de Río Negro, el este del Neuquén, el sudoeste de La Pampa y el sur de la provincia de Buenos Aires. De características similares a los tehuelches, tenían espaldas anchas y cabellos negros y lacios. Basaban su alimentación en guanacos y ñandúes que ellos mismos cazaban con arcos, flechas y boleadoras, y en vegetales y raíces con los que preparaban bebidas a partir de su fermentación, y moliendas para la realización de panes. La aparición de los caballos con la llegada de los conquistadores españoles, le dio a los puelches no sólo una nueva opción de transporte sino de alimentación. Vestían resistentes ropas confeccionadas con cuero. Este pueblo HOY se encuentra extinguido.

Huarpes:
Los huarpes eran físicamente altos, delgados, de cutis oscuro y en general, los hombres solían usar barbas. Eran de cabeza y cara alargadas, medían cerca de 1,70 en promedio, usaban cabello largo y se adornaban con plumas ambos sexos y pinturas, especialmente las mujeres. Habitaban la región argentina de Cuyo, en las actuales provincias de Mendoza y San Juan y en el noroeste San Luis. Cultivaban maíz, zapallo, calabaza y mate, y para hacer pan molían algarrobo como los comechingones, en morteros cavados en las rocas. Recolectaban también otros frutos típicos como el del chañar, con el que hacían una bebida alcohólica tras su fermentación. No usaban ningún medio de transporte: caminaban por ende grandes distancias, en tanto que, en relación con su desarrollo arquitectónico, vivían en construcciones de piedra en las montañas y paja y caña en las planicies. Vestían ropas sin mangas hechas con lana o fibra vegetal y sandalias en los pies. En cuanto a las actividades manuales, manejaban el arte de la cestería: Hacían vasos y tazas de estos materiales y el de la cerámica. Creían en el bien y el mal, representados en Soychu y Valichu, respectivamente. Además de estos dos espíritus creían en Humuc Huar, dios que vivía sobre la Cordillera de los Andes. Rendían culto también al sol, a la luna, al lucero, al viento y a los ríos. Sostenían la idea de la inmortalidad del alma, por eso enterraban a sus muertos orientados hacia las montañas, en donde vivía su dios. Se organizaban en grupos de origen familiar, a cargo de un cacique, propietario de la tierra en la que vivía la tribu. En el ámbito familiar, el hombre tenía el dominio total de clan, y disponía de la compraventa de las hijas mujeres. Eran monógamos. Hoy actualmente, se encuentran extinguidos.

Comechingones:
Los comechingones habitaban principalmente en cuevas naturales de la provincia argentina de Córdoba, desde la zona de Cruz de Eje hasta la de Achiras, hacia el sur. En San Luis ocupaban el área de Conlara. Se dividían a partir de su idioma: los del norte hablaban el benia y los del sur, el camiares. Eran altos, de piel oscura y usaban barba, tenían cabeza alargada y eran en general bastante parecidos a los diaguitas. Subsistían gracias al cultivo de maíz, porotos, zapallo, cazaban guanacos, liebres, ciervos, recolectaban frutos, algarrobo, chañar y la cría de llamas. Se armaban con boleadoras, hachas, flechas y armas similares, construidas con huesos y piedras, elementos que también utilizaban para ornamentos. Vivían fundamentalmente en las cuevas de las sierras, o en pozos que cubrían con madera o paja, y solían vestir una especie de delantal largo hecho de la lana de las llamas que criaban. Adornaban sus vestidos y su cabello con piezas hechas en madera y en barro. Trabajaban también la cestería, y en forma menor, la alfarería. Su cosmovisión incluía la idea de un dios único: “El Sol”, y algunas ceremonias rituales de origen amazónico y otras similares a los de sus vecinos, los huarpes. Enterraban a sus muertos en posición acurrucada. Se agrupaban en "parcialidades" comandadas por un cacique. Por debajo de esta estructura estaba la de cada familia. Actualmente se encuentran extinguidos. Quedaron como testimonio de su existencia importantes restos pictográficos y estatuillas de barro, y los gentilicios de muchos lugares de la zona: Camicosquin, Olahen, Tohaen, en el valle de la Punilla. Las pinturas rupestres más importantes, en las que se ven imágenes cotidianas, gente y animales, fundamentalmente, son las de la sierra de Comechingones, cerca de la provincia de San Luis; las de las sierras de Guasapampa y de Cuniputo, cerca de la provincia de La Rioja, y hacia el norte, las halladas en las Sierras del Norte. Habitaban en la zona de influencia de la laguna de Mar Chiquita, en la actual provincia de Córdoba, hasta el río Salado al norte, hasta el Suquía hacia el sur, la sierra Sumampa hacia el oeste y el actual límite con Santiago del Estero y Santa Fe, al este. Algunos antropólogos opinan que eran originarios del actual territorio brasileño. Cultivaban maíz y frijoles, recolectaban frutos salvajes y pescaban en los cauces de agua y lagunas de la región, además de crías ovejas, llamas y ñandúes. Cazaban con arco, flecha y mecana, una especie de garrote triangular que se usaba para la defensa personal y la lucha cuerpo a cuerpo. Los sanavirones vivían en grandes casas, construidas con elementos vegetales y en las que solían vivir varias familias a la vez. Conocían los principios de la alfarería, y de hecho, según los restos arqueológicos hallados en Córdoba, trabajaban con cerámicas grises y coloreadas con extractos vegetales.

Chané:
De la familia arawakana, sin clasificación de subgrupo. Se lo ha comparado con el guana o kashika del Paraguay, o con el terena de Brasil, pero ambos son distintos. Se habló en la provincia de Salta, hace unos 300 años. El grupo étnico es llamado izoceño, y ahora habla guaraní occidental. Kunza, cunza, likanantaí, lipe, ulipe, o atacameño lengua de la etnia atacameña (lickan-amtay), casi seguramente extinto también en Chile. Probablemente una lengua aislada. Henia-camiare o hênia-kamiare: hablada por la etnia del mismo nombre más conocida como comechingones. No hay elementos suficientes para establecer su pertenencia a alguna familia, ni es posible intentar una reconstrucción.
Het: lengua de los antiguos pampas también conocidos como querandíes. Su existencia como única lengua es especulativa.
Allentiac o alyentiyak y millcayac o milykayak, lenguas pertenecientes al macrófilo huarpe (nombre que también suele darse a la primera), habladas otrora en la región de Cuyo. La escasez de elementos remanentes impide intentar clasificación o reconstrucción precisas.
Lule-toconoté: de la familia lule-vilela, algunos autores afirman que lule y toconoté no serían la misma lengua, hablada por pueblos que habitaban en parte del territorio de la actual provincia de Santiago del Estero, y en parte migraron hacia el Chaco a mediados del siglo XVII. Del lule-toconoté quedan sólo algunos vocablos y lexemas aunque casi siempre se desconoce su significado preciso.
Yagán, yámana o háusi-kúta (también yaghan, yagán, yagana): lengua hablada por los aborígenes de las zonas litorales meridionales del archipiélago fueguino, presentaba la característica de ser muy analítica y por esto poseía un extenso vocabulario. Se extinguió en la Argentina a inicios de siglo XX, aunque se conservan lexicones del mismo y algunas importantes palabras en la toponimia como Ushuaia, Lapataia, Tolhuin, etc. Quedan probablemente entre 3 y 5 hablantes en Chile. El guaraní misionero se habló en el área y tiempo de influencia de las misiones jesuíticas, entre 1632 y 1767, desapareciendo definitivamente hacia 1870, pero habiendo dejado importantes documentos escritos.

Mapuches:
Los antecesores de los mapuches se instalaron en el valle central de Chile y en la zona de los lagos precordilleranos cerca de 500 años antes de Cristo, hasta el río Maullín en Chile, como límite sur, y hacia el oeste, hasta el actual el norte y el centro de la provincia argentina de Neuquén. Su nombre significa "gente de la tierra", y junto con los picunche ("gente del norte") y los huiliche ("gente del sur") compartían un mismo idioma. También se los conoce como "araucanos", dado que los españoles habían denominado Araucanía a la región, y araucanos a los habitantes.
En el siglo XVII, ante el avance español, los mapuches fueron introduciéndose aún más en territorio argentino, instalándose en las provincias de San Luis, el sur de Córdoba, La Pampa, Neuquén y Buenos Aires, pero, desde la capital argentina, las campañas contra los indígenas del siglo XIX los hicieron retroceder hasta la zona del río Limay. Su economía se basaba en cultivos de maíz, papa y ají, entre otros vegetales, y la caza y cría de llamas y animales en el norte y la pesca y recolección de mariscos en la zona marítima. También se dedicaron a la ganadería, e incluso llegaron a manejar la compra y venta de animales en el sur, con los españoles instalados en Chile. Se organizaban en familias, y estas a su vez, en linajes, establecidos por los parentescos de los varones de las casas. La poligamia fue perdiendo espacio frente a las relaciones matrimoniales monógamas, entre hijos de distintos linajes, y basadas en la compra de la mujer por parte del varón. Aunque la mujer mantenía una situación de supeditación al hombre, ésta, sin embargo disponía de ciertos bienes personales como algunos animales, cierta tierra y sus piezas de uso personal. El varón más anciano del linaje actuaba como jefe (toki). Su poder, relativo antes de la llegada de los españoles, comenzó a acrecentarse en los tiempos de la guerra permanente que establecieron los mapuches con los blancos. En el siglo XIX el pueblo mapuche se organizó en grandes cacicatos, de extensos territorios.
A diferencia de otros pueblos indígenas de la Argentina, los mapuches conocían el manejo de los metales, principalmente la plata, el cobre, y se cree que, antes de la llegada de los españoles, incluso el oro y la plata. Este arte les permitió diferenciarse económica y culturalmente del resto de los pueblos aborígenes de la zona, obteniendo a la vez prestigio y riquezas por estos trabajos de orfebrería. Con respecto a la religión, el mundo mapuche está organizado en siete niveles o plataformas: en las cuatro superiores habitan divinidades, ancestros y espíritus benéficos. Entre la plataforma terrestre y estas otras cuatro se encuentra una zona en la que viven los wekufe o entidades maléficas. Los mapuches viven en la sexta plataforma con fuerzas del bien y del mal, en tanto que, por debajo del nivel de la tierra viven los caftrache, hombres enanos también malignos. Durante el Nguillatun, su principal ceremonia religiosa, los mapuche agradecen y piden a sus dioses y antepasados por el bien común. La celebración dura cuatro días, y suele realizarse generalmente en el mes de marzo. Los descendientes del viejo pueblo mapuche viven en las provincias de Neuquén, Río Negro y Chubut. Su subsistencia se basta actualmente en la ganadería ovina y caprina.

Timbúes:
Los timbúes fueron un grupo de distintas comunidades que vivían a ambas márgenes del río Paraná en territorios de las actuales provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes, en el siglo XVI. Se los conoce como chaná timbúes. Claramente afectados por la presencia del pueblo guaraní, el pueblo chaná-timbú era principalmente pescador. Integraban la familia lingüística de los "arawak", y se dividían en timbúes propiamente dichos, carcaráes, corondas, quiloazas y calchines en Santa Fe y entre Ríos, mapenes y mocoretás en Corrientes y chanaes y mbegueaes en Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos. El pueblo chiriguano o tupí-guaraní los redujo a la servidumbre. Hoy sus actuales descendientes viven en la comunidad de Tuyunti en la provincia de Salta.

Respecto a la población que habla y/o entiende lengua indígena dentro o fuera de las comunidades, se puede observar que las lenguas Pilagá (88,3%), Wichí (84,9 %) y Chorote (77,2%) son las de mayor conocimiento por parte de la población, mientras que las lenguas menos habladas y/o entendidas, son Huarpe (4,1%), Rankulche (4,8%), Diaguita/Diaguita calchaquí (5,8%) y Tehuelche (9,8%). Lo que surge en la encuesta en relación al grado del conocimiento de las lenguas indígenas es que éste no se relaciona con la cantidad de población que tiene cada comunidad. Es decir, que las comunidades con mayor población no necesariamente son las que más dominio de la lengua poseen. Concentración de la población de cada pueblo indígena  por región  y provincia al analizar el lugar donde habitan actualmente los pueblos indígenas, se puede ver que en su mayoría se encuentran en la Región Noroeste (NOA) con 13 pueblos: Atacama, Ava Guaraní, Chorote, Chulupí, Diaguita/Diaguita Calchaquí, Kolla, Omaguaca, Wichí, Quechua, Tapiete, Chané y Maimará, concentrados en las provincias de Salta y Jujuy; siguiendo la Región Noreste Litoral (NEA-Litoral) con 6 pueblos (Chulupí, Mbya Guaraní, Mocoví, Pilagá, Toba y Wichí) concentrados en las provincias de Chaco, Formosa y Santa Fé; la Región Patagonia, con 4 pueblos (Tehuelche, Ona, Rankulche y Mapuche) concentrados en las provincias de Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego; y la Región Centro, con 5 pueblos (Guaraní, Comechingón, Huarpe, Sanavirón y Tupí Guaraní) concentrados en la Ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires.
Existen en la actualidad 40 millones de nómadas "que se desplazan en busca de pastos y agua, a veces en larguísimas travesías. Es la única forma de supervivencia de los climas más extremos, la misma que hace 500 años".

Chile
- .Pueblos de la Costa (Canoeros): Changos, Cuncos, Chonos, Alacalufes y Yaganes.
- .Pueblos de la Cordillera: Chiquillanes, Mapuches, Pehuenches, Puelches, Poyas, Tehuelches, Onas.
- .Colombia Nukak Makuk, Wayúu,
- .Venezuela Wayúu, Yanomamos
- .Brasil Yanomani
- .Medio Oriente Beduinos,
- .Groenlandia esquimales,
- .México chichimecas,
- .Desierto del Sahara tuaregs,
- .Europa zíngaros, Sarakatsani, Yoruk
- .Siberia Evenis
- .Mongolia Jinetes de Mongolia
- .Kenia Turkana
- .Mauritania Maurí
- .Nepal rají

En relación a la población indígena que habita en zonas urbanas, se puede observar que los miembros de los pueblos indígenas que en su mayoría residen en las ciudades son del pueblo Aymará (99,98 %), Querandí (99,7%), Pampa (99,2%), Lule (98,9%), Ona (98,3%) y Tehuelche (90,5%). Mientras que los miembros de los pueblos indígenas que en su minoría habitan en las ciudades son los de Atacama (12,3%), los Mocoví (24,1%), los Wichí (34,6%) y los Kolla (37,7%), siendo en su mayoría pueblos originarios de las provincias del norte del país (Jujuy, Salta, Formosa y Chaco). En cuanto a las condiciones de vida de la población indígena, es importante destacar que casi un cuarto de los hogares (23.5%) se encuentra con las necesidades básicas insatisfechas (NBI). Esta proporción es muy alta comparada con el resto de los hogares (13,8%) y el total nacional (14,3%). Las provincias que muestran los mayores niveles de NBI en los hogares indígenas son Formosa (74.9%), Chaco (66.5%) y Salta (57.4%). Respecto a su localización, en el 16,5% de los hogares de la población indígena son rurales mientras que para el resto los de los hogares es de un 9.2% y para el total del país es de un 9.7%.
El uso del castellano o español es predominante, entendido y hablado como primera o segunda lengua por casi toda la población de la República Argentina (más de 40 millones). El inglés es la segunda lengua más conocida en el país, y su enseñanza es obligatoria desde la escuela primaria en varias provincias. El guaraní y quichua son otras lenguas importantes con más de un millón de hablantes cada uno. Existen unas 25 lenguas vernáculas vivas y varias extintas en diversas regiones. Entre estas se mantienen las lenguas de los pueblos originarios. El guaraní, el quichua y el aimara son los más oídos en la periferia de las grandes ciudades, producto de las migraciones internas y de países como Bolivia, Paraguay y Perú. El portuñol, el lunfardo son los dialectos locales derivados de lenguas europeas más importantes. Otra lengua nativa es la lengua de señas argentina , lengua señalada por las comunidades sordas que surge claramente a partir de 1885 e influencia a muchas otras lenguas de señas de países limítrofes. Entre los hablantes de lenguas no vernáculas se encuentran los de italiano (alrededor de 500.000), alemán (cerca de 400 000, incluyendo un número significativo de hablantes del dialecto alemán del Volga y del plautdietsch). Los idiomas árabe, croata, esloveno, euskera, gallego, armenio, asturiano, yidish oriental, chino (unos 65 000 hablantes, principalmente de los dialectos de Fujian y de Taiwán), coreano, japonés (alrededor de 35 000, en su mayoría hablantes de okinawense), lituano, ucraniano y romaní vlax (lengua de los roma, llamados vulgarmente “gitanos”) también son importantes.

El español fue traído por los conquistadores españoles, sufrió los cambios propios de la convivencia con los pueblos indígenas nativos que lo enriquecieron, especialmente en sus aspectos lexicales. Las sucesivas oleadas inmigratorias ocurridas durante el siglo XIX y los primeros años del XX también hicieron su aporte a la lengua de los argentinos.  El español en Buenos Aires adopta formas del lunfardo, jerga del ámbito porteño.
Según Ana Carolina Hecht: Si bien Argentina en su devenir histórico ha invisibilizado la pluralidad etnolingüística que posee, en las últimas décadas esa tendencia se ha revertido, ya que innegablemente el contacto lingüístico es la regla y el monolingüismo la excepción. De este modo, en la actualidad nos definimos como un país multilingüe poseedor una enorme diversidad sociolingüística y sociocultural, donde además del español y las lenguas de migración, existen catorce lenguas indígenas con muy diferentes grados de vitalidad. Estas diversas lenguas se hablan en distintas jurisdicciones de nuestro país, tal como se consigna en el cuadro N° 1. Respecto de las regiones señaladas es destacable que según datos de la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (ECPI) relevada durante 2004 y 2005 por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), en Ciudad y Gran Buenos Aires se concentra el 16% del total de la población indígena del país representando a once etnias diferentes. No obstante, la invisibilidad de las poblaciones indígenas en la ciudad no hace más que demostrar cómo algunas fronteras lingüísticas son más visibles e infranqueables, mientras que otras son permeables o simplemente desestimadas, por ello esta población muchas veces pasa inadvertida o solapada detrás de otras categorizaciones como migrante, provinciana, entre otras.

REGION
ETNIA
FAMILIA LINGÜÍSTICA
LENGUA
Salta,
Jujuy y Buenos Aires
collas
Quechua
quechua
Santiago.
del Estero
criollos
quichua (dialecto del este)
Salta,
Jujuy y Buenos Aires
migrantes bolivianos
quechua
Chaco,
Formosa, Salta, Santa Fe y Buenos Aires
tobas
Guaycurú
toba
Formosa
pilagás
pilagá
Chaco
y Santa Fe
mocovíes
mocoví
Salta
chiriguanos
Tupí-guaraní
chiriguano (o guaraní
boliviano)
Tartagal
chanés
variedad de chiriguano
Tartagal
tapieté
variedad de chiriguano
Corrientes,
Formosa, Chaco, norte de Entre Ríos y Misiones
criollos
guaranícorrentino
Buenos
Aires
migrantes paraguayos
guaraníparaguayo
Misiones
mbyá
mbyá
Chaco,
Formosa y Salta
wichís
Mataco-mataguayo
wichí
Salta
nivaclés
nivaclé
Salta
chorotes
chorote
Desde
el río 
Santa Cruz al Estrecho de Magallanes y Buenos Aires
tehuelches meridionales australes
Chon
áonek´o áyen
Neuquén,
Río Negro, La Pampa, Chubut y Buenos Aires
mapuches
Mapuche
mapuche

El idioma castellano es el utilizado (desde la fundación del estado argentino) por la administración pública y en el que se imparte la educación en todos los establecimientos públicos, hasta tal punto que en los niveles básico y secundario existe como asignatura obligatoria la de la lengua castellana (asignatura llamada “Castellano”). Tal obligatoriedad es una imposición que ha resultado en un factor de cohesión social entre los millones de habitantes de Argentina. Existe una Academia Argentina de Letras, fundada en 1931, que desde 1952 colabora regularmente con la Real Academia Española para el registro de las variantes locales.
Si bien la Constitución Nacional establece como función del Congreso Nacional “reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos”, a éstos aún no se les ha reconocido la oficialidad de sus lenguas nativas, excepto en las provincias de Chaco y Corrientes.
El portuñol es hablado en las zonas limítrofes con el Brasil. Se trata de un pidgin de español y portugués.
El lunfardo es una forma dialectal nacida en Buenos Aires, fuertemente influido por las lenguas de los inmigrantes; sobre todo por dialectos procedentes de las distintas regiones italianas; así, “lunfardo” deriva de la palabra lombardo, pero también el portugués, el gallego, el francés, el inglés y el yidish le proveyeron al habla argentina numerosos elementos léxicos y sintácticos, así como la pronunciación típica del español rioplatense. El lunfardo ha ejercido un fuerte influjo en el habla informal de todo el país, sobre todo mediante su uso en las letras de tango y en la poesía porteña.
El galés, cymraeg, y gymraeg o welsh, dialecto galés patagónico: lengua indoeuropea del agrupamiento céltico insular británico, el galés es el primero o segundo lenguaje de unas 25 000 personas en 19984 (descendientes de inmigrantes galeses de la segunda mitad del siglo XIX) en la provincia del Chubut. Una estimación de 2008 señala que el número de hablantes pudo haber descendido a tan solo unos 5000.5
El dialecto alemán, de los alemanes étnicos del río Volga en Rusia, hablado especialmente en las provincias de Santa Fe, Entre Ríos, parte de La Pampa y varios sectores de la provincia de Buenos Aires. Asimismo, conservado entre los descendientes de los inmigrantes venidos directamente de Alemania así como de otros países germanófonos como Suiza o Austria.
La lengua de señas argentina, entendida por alrededor de dos millones de personas sordas de la Argentina, sus instructores, descendientes y otros. Se diferencian variantes regionales, tales como la de Córdoba.

El quechua sudboliviano: hablado por habitantes del occidente boliviano residentes en Argentina y sus descendientes. Esta misma variedad se habla en todo Jujuy, Salta y Tucumán; después del castellano es la segunda lengua del país más difundida y la lengua indígena más importante de América, ya en 1971 tenía 855 000 hablantes a los que habría que sumarles unos 70 000 posibles en Salta.
En las provincias de Corrientes, Misiones, Chaco, Formosa, Entre Ríos12 13 y Buenos Aires donde los dialectos guaraníes argentinos son hablados o conocidos por cerca de un millón de personas, incluyendo inmigrantes paraguayos que hablan el guaraní paraguayo o el jopará (2005).9 En Corrientes, en donde se habla el dialecto guaraní argentino se decretó en 2004 la cooficialidad de la lengua guaraní y su uso obligatorio en la enseñanza y gobierno.

El chiripá, tsiripá, txiripá, nhandeva, ñandeva, avakatueté o apytare, dialecto apapocuva: lengua de la familia tupí guaraní, subgrupo 1. Unos pocos hablantes en la provincia de Misiones y entre inmigrantes paraguayos. El mbyá, mbua, guaraní oriental argentino o mbyá: de la familia tupí-guaraní, subgrupo 1. Similitud léxica de un 75 % con el guaraní paraguayo. En 2002 contaba con unos 3000 hablantes en la provincia de Misiones. El guaraní occidental argentino, guaraní oriental boliviano, chawuncu o chiriguano, dialectos chané e izoceño: de la familia tupí-guaraní, subgrupo 1. Unos 15 000 hablantes en las provincias de Salta y Formosa. El guaraní correntino o guaraní argentino: perteneciente a la familia tupí-guaraní. Hablado (junto al castellano) por hasta un 50 % de la población de origen rural de la provincia de Corrientes (alrededor de 100 000 personas). El gobierno correntino decretó en 2004 la cooficialidad de la lengua guaraní y su uso obligatorio en la enseñanza y gobierno, aunque aún no ha sido reglamentado. El kaiwá, caingua, caiwá o kayova, llamado pai tavyterá en Paraguay: de la familia tupí-guaraní, subgrupo 1. Hablado por no más de 510 personas en la provincia de Misiones. El tapieté, guarayo, guasurangue, tirumbae, yanaigua o ñanagua: de la familia tupí-guaraní, subgrupo 1, hablado por unas 100 personas de una aldea cercana a Tartagal en Salta.
El mapudungun, araucano, maputongo, mapuche o mapudungu, dialectos: pehuenche, nguluche, huilliche, ranquenche: de la familia araucana, con aproximadamente 40 00014 15 16 a 100 0006 hablantes en las provincias de Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz en el año 2000.

Aimara
Aimara central: lengua del grupo aymara, hablada por 30 000 habitantes de Jujuy, del norte de Salta, además de inmigrantes de la puna boliviana y de Perú.

Mataco-mataguayo

Extensión del dominio de las lenguas mataco-guaicurú.
Chorote iyojwa'ja, choroti, yofuaha o eklenjuy: de la familia mataco-guaicurú, es un idioma distinto del chorote iyo'wujwa. Hablado en 1982 (no hay datos más recientes) por unas 1500 personas en el nordeste de la provincia de Formosa. Chorote iyo'wujwa, choroti, manjuy o manjui: de la famila mataco-guaicurú. Cuenta con unos 800 hablantes en 1982,6 50 % de ellos monolingües, mezclados con los hablantes del chorote iyojwa'ja. Actualmente es hablado por apenas 400 personas. Nivaclé, ashlushlay, chulupi, churupi, chulupie, chulupe, dialectos nivaclé de la selva y nivaclé del río: de la familia mataco-guaicurú, cuenta con unos 200 hablantes en el nordeste de la provincia de Formosa. El término “Churupí” y similares son peyorativos. Wichí lhamtés güisnay, mataco güisnay, güisnay, mataco pilcomayo, o mataco: de la familia mataco-guaicurú, hablado por unas 15 000 personas en el área del río Pilcomayo, provincia de Formosa. El término “mataco” para designar las lenguas y los pueblos wichí es peyorativo. Wichí lhamtés nocten, mataco nocten, nocten, noctenes u oktenai: de la familia mataco-guaicurú, hablado por alrededor de 100 personas en la frontera noreste del país, hasta la zona de Clorinda. Wichí lhamtés vejoz, mataco vejoz o vejos, dialecto vejoz del Bermejo: de la familia mataco-guaicurú. Cuenta con unos 25 000 hablantes distribuidos en las provincias de Chaco y Formosa. Su área de influencia, en general, se encuentra al oeste de la del Toba, a lo largo del curso superior del río Bermejo y en el río Pilcomayo. No es inteligible con otros lenguajes del Chaco, y se lo habla también en Bolivia.

Guaycurú
Mocoví, mocobí o mbocobí: de la familia mataco-guaicurú. En el año 2000 había unos 4530 hablantes en Formosa, el sur del Chaco y el noreste de la provincia de Santa Fe. Para 2008 la cifra había pasado peligrosamente hasta 3000 o 5000 personas.

Distribución aproximada de lenguas en el extremo meridional de Sudamérica en tiempos de la Conquista.
Además de las lenguas indígenas sobrevivientes, antes del contacto con los europeos y durante algún tiempo durante la conquista de América en Argentina se hablaron además las siguientes lenguas, que la actualidad están extintas:


Andrés Belguich

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