Pueblos
Originarios de América
En esta exposición, los datos no
son el objetivo único sino entender y comprender el por qué estamos aquí y
ahora, ya que la fuente de información se encuentra en nuestros orígenes. América
no es una sola. Existen muchas Américas.
- Pueblos
de América del Norte, Centro y Sur (Mesoamérica)
- Actual
territorio Argentino
- Cronología
del poblamiento Americano (Desde cuando llegaron a América)
- Que
pueblos habitan HOY en A. del Sur y Argentina. Características generales de la
cultura de los pueblos que habitan en la provincia de Santa Fe
- Que
lenguas se hablan actualmente en el país
- Que
pueblos de nuestro país mantienen sus modos de subsistencia (nómade,
sedentario, trashumancia)
- Cual
es la situación actual de los pueblos asentados en las grandes urbes
- Infografía
cartográfica indicando como estaban distribuidas las poblaciones amerindias en
el contexto eco geográfico -
Más allá de los debates en marcha
y la gran cantidad de preguntas y contradicciones que se presentan en el debate
científico actual es posible realizar algunas conclusiones precarias. Es
altamente probable que el hombre americano primitivo proceda del continente
asiático, especialmente de las estepas siberianas o de la región del Sudeste
asiático. Las semejanzas entre grupos poblacionales asiáticos de esas regiones
y la mayoría de los aborígenes americanos ha sido objeto de análisis. De todos
modos el hecho de que las dataciones de máxima antigüedad que cuentan con
consenso de la comunidad científica, Clovis (EEUU, 12.900-13.500 adP) y Monte
Verde (Chile, 14.500 adP), se encuentren simultáneamente en América del Norte y
en el extremo sur de América del Sur impide sacar una conclusión definitiva
sobre este punto. Sin embargo, estas fechas son aún muy recientes frente a
otras fechas datadas en diversos lugares de América, que aún no cuentan con el
consenso de la comunidad científica. Habrá que esperar que estos estudios se
consoliden. Por ejemplo, entre las numerosas cavernas del nordeste de Brasil se
encuentra una conocida como Toca do Boqueirāo da Pedra Furada, la cual cuenta
con numerosas evidencias de asentamiento primitivo como instrumentos líticos.
Sin embargo, se encontraron otros artefactos en cuarzo que son datados de hace
40 mil años. Semejante observación no es aceptada fácilmente por otros
estudiosos que dicen que los cuarzos difícilmente tienen formas definidas que
puedan ser consideradas manufactura y que no tiene sentido que los supuestos
habitantes de la caverna hubiesen preferido el cuarzo a la piedra abundante del
lugar. Las objeciones no restan los misterios que abre Pedra Furada y las
excavaciones continúan. Pero aún más al sur, en Chile, las excavaciones de Tom
Dillehay y otros muchos arqueólogos en Monte Verde revelan restos de comida e
instrumentos que se datan de hace 12 mil e incluso 30 mil años. También Monte
Verde es contestado por muchos como una de las más antiguas evidencias humanas en
América, pero son más contundentes que las que existen en el hemisferio boreal
del continente.
Los científicos no tienen dudas
de que los seres humanos no son originarios de América, por lo que ésta fue
poblada por humanos provenientes de otra parte. Desde el punto de vista paleoamericano,
entraron al continente durante la última glaciación, que permitió el paso hacia
el Nuevo Mundo a través de Beringia. En general, se considera que la mayor
parte de los indígenas americanos son descendientes de un grupo único
proveniente del noreste o el oriente de Asia. Después del contacto colombino se
plantearon algunas conjeturas para explicar el origen de los indígenas
americanos, por ejemplo, mediante el mito de la Atlántida o de las tribus
perdidas de Israel. Las culturas mesoamericanas consideraban que la presencia
humana en el continente americano era muy anterior al que suponían los
europeos. La civilización Maya tenía registros históricos escritos al menos
desde agosto de 3114 a. C.
Al sur de Chile se han encontrado
restos fósiles de recolección y caza, de hace 7.000 años. Si se considera que
el poblamiento de América empezó hace 36.000 años y que su huella más antigua
en el extremo sur del continente data de hace 7.000 años, se deduce que el
poblamiento de América duró 29.000 años.
Muchas bandas siguieron la ruta
norte-sur, por el lado occidental del continente, por las vertientes de las
cordilleras y los valles intramontanos. Se han encontrado huellas humanas de
avances en:
Topper (Carolina del
Sur, Estados Unidos). Restos humanos fechados hacia el año 50.000 adP.
Pedra Furada (Piauí,
Brasil). Restos humanos fechados hacia el año 50.000 adP.
La Toca (Brasil).
Restos humanos fechados hacia el año 45.000 adP.
American Falls
(Estados Unidos). Restos fechados hacia el año 43.000 antes del presente.
Cuenca del
Valsequillo (México). Huellas humanas fechadas hacia el año 40.000 antes del
presente. 45 46 47
Lewisville (Texas,
Estados Unidos), con fechas de 37.000 años antes del presente.
Monte Verde II
(Puerto Montt, Chile). Restos de 33.000 años.
El Cedral (SLP,
México). Restos humanos y artefactos líticos con una antigüedad de 31 000 años.
Tequixquiac (Méx,
México). Hueso sacro de Tequixquiac de hace 22.000 años.
Tlapacoya (Méx,
México). Navaja de obsidiana de hace 21.000 años.
Meadowcroft
Rockshelter (58 km de Pittsburgh, Estados Unidos) 16 a 19 mil años.
Paccaicasa (Ayacucho,
Perú). Puntas de proyectil, raspadores, cuchillos; de 17.000 años,
aproximadamente. El antropólogo Mc Neish opina que estos inmigrantes llegaron a
los Andes peruanos hace 22.000 años.
Monte Verde I (Puerto
Montt, Chile). Restos de 14.800 años.28
Cavernas de Tulum
(Tulum, Mexico). Cuatro esqueletos humanos, 14.500, 12.000 y 10.000 años.
El Muaco y El Jobo
(Venezuela). Industria lítica muy tosca, de 14.000 y 12.000 años.
El Guitarrero
(Ancash, Perú). Industria lítica de lascas, una punta de proyectil y un
cuchillo; ambas bifaciales, de hace 13.000 años.
Piedra Museo (Santa
Cruz, Argentina). Restos de 13.000 años.
Mujer del Peñón
(Peñón de los Baños, México). Restos de 13.000 años.
Quebrada Maní
(Desierto de Atacama, Chile). Asentamiento de 12.790 años.48
El Abra (Zipaquirá,
Colombia). Instrumentos líticos, asociados con huesos de animales y fragmentos
de carbón vegetal de 12.400 años.49
Chivateros (Callao,
Perú). Industria lítica para labores de recolección, de hace 12.000 años.
Los Toldos (Santa
Cruz, Argentina). Restos de caza y recolección de hace 12.000 años.50
Lagoa Santa (Brasil).
Restos fósiles de hace 12.000 años.
Lapa Vermelha
(Brasil) cráneo y esqueleto de Luzia, de hace 11.400 años.51
Gruta Pedra Pintada
(Pará, Brasil). Pinturas rupestres e industria lítica fechadas hacia el año
11.310 adP.52
Clovis. Restos de
caza y recolección de hace 11.050 años.53
Cueva Fell (Tierra
del Fuego, Chile). Restos datados entre 10.000 y 11.000 años.54
Paiján (La Libertad,
Perú). Esqueletos humanos de hace 10.000 años.
Las Vegas. Península
de Santa Elena. Ecuador. Cementerio con 200 enterramientos diferentes fechados
en el 10.000 a. C. y vestigios del cultivo del zapallo en el 7.000 a. C.
Lauricocha (Huánuco,
Perú). Industria lítica, fósiles de animales, plantas y esqueletos humanos y
pinturas rupestres de hace 10.000 años.
Toquepala (Tacna,
Perú). Pinturas rupestres de hace 9.000 años.
Cueva de las Manos
(Santa Cruz, Argentina). Pinturas rupestres de hace 9.300 años.
Sitios Arqueológicos
"Monte Hermoso I" y "Las Ollas", Monte Hermoso, Pcia.
Buenos Aires, Argentina. Pisadas humanas y herramientas líticas. Hace aprox.
7000 años
Intihuasi
(Argentina). Restos pre cerámicos de hace 6.000 años
Pueblos que habitaron Argentina:
• Atacama.
• Ava Guaraní.
• Aymara.
• Chané.
• Charrúa.
• Chorote.
• Chulupi.
• Comechingón.
• Diaguita/Diaguita Calchaquí.
• -Guaraní.
• Huarpe.
• Kolla.
• Lule.
• Mapuche.
• Mbya Guaraní.
• Mocoví.
• Omaguaca.
• Ona.
• Pampa.
• Pilagá.
·
Qom.
• Quechua.
• Querandí.
• Rankulche.
• Sanaviron.
• Tapiete.
• Tehuelche.
·
Tonocoté.
• Tupí Guaraní.
• Wichí.
Pueblos que habitaron y habitan en Santa Fe:
Norte de Santa Fe
• Tobas
• Mocovíes
• Abipones
• Mepenes
Centro de Santa Fe
• Juyjuyas
• Colastiné
• Mocoretáes
• Calchines
• Quiloazas
• Corondas
Sur de Santa Fe
• Carcaraes
• Timbú (etnia)
• Chaná-Timbú
• Querandiés
Tobas y mocovíes:
Oriundos del Chaco, vivían en la
amplia zona comprendida por los ríos Pilcomayo al norte, Salado al sur,
Paraná-Paraguay al este y el meridiano 62° al oeste. Los tobas se instalaron
principalmente en la provincia de Formosa, mientras que otros pueblos de la
misma etnia, los pilagá, abipones y mocovíes lo hicieron en el Chaco austral.
Integran el pueblo de los Guaycurú, cuyo origen arqueológico es aún un
misterio, tanto en cuanto a su antigüedad como a su sospechada relación con el
pueblo tehuelche, por su parecido físico. Sus antecesores, mbaya y payagua,
perecieron en tiempos de la conquista, en tanto que los abipones, también de la
misma familia, un par de siglos después. Solo sobreviven los tobas, los pilagá
y los mocoví. Se organizaban en conjuntos de familias emparentados por el jefe
del grupo, de poder hereditario, y cuya soberanía solía alcanzar a unas ochenta
personas. Sin embargo, su dominio era controlado por un consejo de ancianos.
Vivían en chozas construidas por ramas y cubiertas de paja, de cerca de dos
metros de alto; y utilizaban "paravientos" de esteras que aún son
populares entre sus descendientes. Cada grupo se hacía cargo de un área de caza
y cosecha, en la que se asentaban. Como ocurrió con otros pueblos indígenas, la
llegada del caballo les permitió expandirse geográficamente. Cazaban utilizando
señuelos y el fuego para encerrar a los animales; pescaban con arcos, flechas y
redes, y recolectaban frutos de árboles como los algarrobos, chañares, mistol,
molle y otras raíces. Esta última tarea solía estar a cargo de las mujeres de
la tribu. Sabían cómo conservar los pescados a partir de su ahumado. Cerca de
50.000 descendientes de los tobas viven en las provincias argentinas de Chaco,
Formosa, Salta y Santa Fe y en algunos barrios pobres de las ciudades de Buenos
Aires y Rosario. En Resistencia, capital del Chaco, existe el Barrio Toba, y en
esa misma provincia, una serie de colonias establecidas en tierras del Estado o
en asentamientos de misiones religiosas. Los tobas que habitan en el campo continúan
viviendo de la caza, la recolección de frutas, la pesca y la agricultura, pero
también como obreros en ingenios, talleres y algodoneras. La cestería y las
artesanías tradicionales son también una más que pequeña opción económica para
los tobas. A la grave realidad económica de este pueblo se le debe sumar la
sanitaria: tuberculosis, sífilis, mal de chagas, parasitosis y anemia son
algunas de las enfermedades que los afectan, ya sea por la falta de control y
vacunación como por su deficiente alimentación.
Con relación a la educación, las
grandes distancias y la falta de escuelas bilingües, especialmente vuelve más
complejo el panorama escolar de la región. Los pilagás y mocovíes llegan a ser
cerca de 5.000 (cada pueblo), los primeros en el centro-norte de Formosa y los
segundos en el norte de la provincia de Santa Fe y en la Colonia Matheu, en el
Chaco. Cerca de la mitad conserva el idioma.
En el siglo XVI la población de
tobas y de las etnias cercanas llegaba a las 200.000 personas. La mayoría perecieron
como consecuencia de las "cacerías de indios" del siglo pasado, y la
explotación descontrolada de quebrachales y algodón en los fines de 1800 y
principios del 1900.
Aonikenk:
Los aoniken, Chónik, chonecas o
patagones, eran hombres de talla muy elevada, de constitución física atlética,
cabeza grande y maciza, cara ancha y angulosa. A partir de estas concepciones,
fueron llamados "patagones" por los españoles, que vieron sobre la
superficie de la helada tierra del sur la marca del enorme tamaño de sus botas.
Vivieron en las actuales provincias argentinas de Chubut, Santa Cruz y Tierra
del Fuego. Se llamaban a sí mismos "chonik", que en su lengua
significaba "nosotros los hombres", y se dividían en tres sub-tribus:
los tehuelches meridionales (o patagones del sur, desde el río Chubut hasta el
estrecho de Magallanes), los téuesch (sobre la cordillera) y los selk’nam,
también conocidos como onas, específicamente en la isla de Tierra del Fuego.
También se los conocía como "tehuelches del sur". Las viviendas de
los patagones se construían entonces con las pieles de los animales, erguidas
por tirantes de madera que se enterraban en forma de círculo en la tierra. Los
onas, habitantes de la actual isla grande de Tierra del Fuego compartida por la
Argentina y Chile, construyeron sus chozas en forma cónica, con pequeñas
paredes de treinta centímetros de alto, de pasto y barro, que evitaban que se
escapara el calor. La entrada de estas viviendas, de cerca de cuatro metros de
diámetro, se orientaba siempre hacia el este, dirección de la que solía soplar
menos el viento.
Sobre fines del 1600, los indios
tehuelches comenzaron a utilizar el caballo animal traído por los españoles al
continente americano desde Europa, para su traslado cotidiano. Los viajes por
la extensa Patagonia se volvieron entonces más sencillos. Creían en un dios
supremo llamado Temaukel, cuyo mensajero Kenos, era la estrella Alfa. Los
hechiceros de la tribu luchaban contra los malos espíritus. Con respecto a su
vestimenta, aunque vivían en zonas de muy bajas temperaturas, apenas se cubrían
con un taparrabos en forma de triángulo, y una capa desde los hombros hasta los
pies, en el caso de los hombres, y hasta las rodillas en el caso de las
mujeres. Las integrantes femeninas de la tribu vestían también un cuero que les
envolvía el cuerpo desde debajo de los brazos y hasta las rodillas, con el pelo
hacia adentro. En los pies solían llevar una especie de zapatos de cuero con el
pelo hacia fuera, en tanto que, con relación al maquillaje, solían pintarse de color
rojo oscuro, no sólo por criterios artísticos o decorativos, sino también para
evitar el contacto directo del frío viento de la región con la piel
descubierta. Se adornaban también con collares y pulseras de tendones de
guanacos, pastos, huesos de pájaros de la zona o caparazones de crustáceos. Este
pueblo se ha extinguido.
Calchaquíes o diaguitas:
Se denomina calchaquíes o
diaguitas al conjunto de pueblos aborígenes que habitaban la región argentina
de los valles y quebradas del noroeste del país. Aunque hablaban el mismo
idioma, estaban integrados por parcialidades como los pulares, luracataos,
chicoanas, tolobones, yocaviles, quilmes, tafís y hualfines, entre otros.
Varias de las costumbres originales de estos pueblos agricultores y sedentarios
se modificaron con la llegada de los incas, desde el Perú. La influencia de
esta poderosa cultura en la zona se distingue en la arquitectura, la decoración
y en la construcción de caminos, que unían la región con el norte. No obstante,
las lenguas originales de los diaguitas: el cacan y el omaguaca, no lograron
ser reemplazadas por el quechua. Subsistían a partir de la cría llamas y
recolección de frutos como la algarroba y el chañar, cazaban eventualmente y,
al igual que sus vecinos del norte, los atacameños, habían logrado un
importante desarrollo en la cerámica y el manejo de metales. Se organizaban
bajo el control de un jefe que dominaba a varios grupos en tanto que, en cuanto
a su faz religiosa, veneraban al sol, al trueno y al relámpago, y
fundamentalmente, a la tierra, a través del culto a la Pachamama, que aún
perdura en sus descendientes. Los descendientes de estos pueblos habitan en
gran parte del noroeste argentino, manteniendo aún ciertas costumbres de sus
ancestros, como el culto a la Pachamama, la madre tierra dadora de vida.
Durante el mes de agosto, desde
el 1°, se suceden las ceremonias de ofrenda: la gente cava un hoyo en la tierra
de sus casas en el que deposita las ofrendas a medianoche: comida, hojas de
coca, cigarrillos encendidos y lana de alpaca, entre otros elementos. Durante
la noche se agradece a la Pachamama a través de oraciones y cantos,
generalmente en quechua, para finalmente tapar el foso con una piedra sobre la
cual se romperá una botella de vino o un recipiente con chicha, bebida fermentada
típica de la zona.
En el siglo XVI, vivían en la
zona cerca de 400 mil indígenas, 320 mil en el Noroeste, cerca de 35 mil en
Cuyo y entre 60 y 100 mil en el centro argentino. Actualmente, sus
descendientes más puros sobreviven fundamentalmente del pastoreo de cabras y
ovejas y la agricultura. Otros, en tanto, se han mudado a las ciudades de la
zona, y otros tanto trabajan como mano de obra barata en la zafra, ingenios,
minas y otras empresas del área.
Guaraníes:
La cultura guaraní, de más de
1.500 años de antigüedad, se originó en el este del Paraguay y en actual estado
brasileño de Paraná. Desde estas regiones, los guaraníes se fueron extendiendo
hacia lejanas áreas del continente sudamericano: el Atlántico donde fueron
conocidos como Tupi Guaraní, el Amazonas, el Caribe, y desde los años 1300 y
1400, hacia la Cordillera de los Andes y el río de la Plata. Su presencia dejó
huellas en otras culturas de la zona, como los kamgang, charrúas, gualachis o
timbúes. Los asentamientos más importantes de la Argentina en épocas de la
conquista se encontraban en el norte de Corrientes, en las costas de la
provincia de Misiones, y en la desembocadura y el delta del río Paraná, cerca
de Buenos Aires. Las aldeas de los guaraníes eran establecidas a las orillas de
los ríos, por los que navegaban con facilidad gracias a las canoas que
construían con troncos. Sólo cuatro u ocho viviendas llamadas malocas, formaban
parte de la villa. Estas construcciones eran, en definitiva, grandes casas
comunes con capacidad para entre 30 y 100 familias, hechas con troncos y ramas.
Cada poblado estaba a cargo de un "tubicha" o cacique, para quienes
trabajaban el resto de los vecinos y cuyo poder era hereditario. Según la
cosmovisión guaraní, el paraíso es terrenal y la muerte no es el camino para
dar con él. Esta "tierra sin mal" era llamada Iwy Mara’ey, y para
llegar a ella, la gente debía seguir las indicaciones de los "karai"
o profetas y "ava tumpa" u hombre-dios. Era costumbre también rezar
"plegarias" para agradecer por los recursos de la naturaleza y pedir
permiso a la hora de recurrir a ellos. Practicaban la antropofagia ritual, en
la ceremonia del Avapuru, homenaje al enemigo vencido que tenía como eje el
incorporar el alma del contendiente vencido a través de la ingesta de su cuerpo.
En cuanto a su economía,
practicaban una agricultura "de roza", basada en el desmonte del
terreno por tala y la quema de árboles y malezas. Sus cultivos habituales eran
el maíz, el zapallo, los porotos, la batata, el maní, el mate y el algodón.
Cazaban y pescaban, y curaban las carnes para poderlas conservar por más
tiempo. Los hombres solían estar desnudos y las mujeres vestir apenas un
cubre-sexo triangular de algodón o plumas. Recién conocieron las ropas con la
llegada de los jesuitas y otros grupos religiosos que, una vez instalados en la
zona, se encargaron de difundir el "tipoy", una túnica larga de
algodón hilado que les llegaba hasta los tobillos. Tenían también conocimientos de alfarería y
cestería, sus principales artes. Hoy cerca de 5.000 descendientes directos de
guaraníes viven en la Argentina, y muchos más en el Paraguay, en donde el
idioma guaraní es uno de los dos oficiales en el país. Como sus ancestros hace
quinientos años, viven fundamentalmente de la agricultura, la cestería, y a partir
del trabajo de la tierra para hacendados que los contratan. Algunos pocos
conservan características seminómades y recurren a la caza para su
supervivencia. Los problemas socio-económicos complican aún más la
supervivencia de este pueblo, que supo estar formado por más de un millón y
medio de personas en los años 1500 en todo el Gran Chaco, argentino, paraguayo
y brasileño.
Yamanas:
Los yamanas o yahganes vivían en
los alrededores de Tierra del Fuego. Se trataba de un pueblo fundamentalmente
canoero que pasaban la mayor parte de su tiempo en las precarias embarcaciones
que construían con cortezas de árboles. Solían estar desnudos, con apenas un
manto de piel de foca u otro animal cubriéndoles el cuerpo, aunque sí vestían
polainas en los pies y guantes sin dedos en las manos. Al igual que otros
pueblos patagónicos solían pintarse el cuerpo y la cara de distintos colores y
depilarse. Su alimentación dependía en gran medida del mar: peces, lobos
marinos, nutrias, aves, mejillones, almejas, cangrejos, erizos y otros animales
similares integraban su dieta. Cazaban incluso ballenas, a las que rodeaban y
arponeaban. Los hombres ejercían un gran poder en la familia, pero el rol de la
mujer era importante: remaban en las canoas, dirigían y recolectaban moluscos mientras
los hombres pescaban y cazaban animales marinos y peces. Los niños permanecían
en el centro de la canoa, protegidos por el fuego con el que también cocinaban.
Es que los yamanas pasaban buena parte de su día en sus barcazas, construidas
por cortezas de hayas cocidas entre sí con barbas de ballena y fibras
vegetales, de entre tres y cuatro metros de largo. Sus viviendas, en tanto,
eran similares a las de sus vecinos, los onas: tenían forma de cono, y solían
estar cubiertas por hojas y ramas en verano y por pieles en invierno. Para
mantener el calor, excavaban en el interior de la choza. Este pueblo se
encuentra extinguido.
Charrúas:
Los Charrúas habitaban el actual
Uruguay, aunque antes del arribo de los conquistadores europeos, llegaron a
asentarse en la provincia argentina de Entre Ríos (los minuanes) y en el sur de
la actual provincia de Corrientes. Estaban formados por un grupo principal: los
charrúas en sí, y otros menores. De estas pequeñas tribus las más importantes
eran los guenoas o guenoanes y los bohanes. Eran cazadores y recolectores. Hoy
se encuentran extinguidos.
Tehuelches septentrionales:
Los tehuelches septentrionales
habitaron fundamentalmente las actuales provincias argentinas de Río Negro y La
Pampa, hasta los ríos Limay y Negro. A fines del siglo XVII los araucanos
llegaron a la región de los tehuelches septentrionales, procedentes de Chile,
provocando su virtual desaparición en las provincias de Buenos Aires, La Pampa
y Neuquén. Algunos sobrevivieron en el oeste del país, fusionándose finalmente
con los araucanos tras los ataques militares del gobierno argentino en 1886. Se
distinguían fundamentalmente de sus vecinos meridionales por su lengua. Sobrevivieron
relatos religiosos relacionados con el Elemgasem, padre y generador de la raza
que, según la mitología, vive en una cueva y fue quien realizó las pinturas
rupestres que los antecesores de este pueblo dibujaron en las cavernas
patagónicas. Pueblo extinguido.
Matacos:
Los matacos o "wichis"
son, según varios antropólogos, uno de los pueblos más antiguos de la región,
cuyo origen geográfico sería el Amazonas. Cazadores, pescadores y recolectores
de semillas y frutos, eran semi-nómades: permanecían parte del año en sus
poblados cercanos a las áreas de pesca y recolección, cerca de los ríos Bermejo
y Pilcomayo, y a partir del mes de octubre, se adentraban en los montes para la
caza y la recolección de frutos como el algarrobo, el chañar y la tusca.
Pescaban con redes-tijera, arpones y flechas. Vivían en chozas con formato de
cúpula llamadas "huet" o "lewet", con techos de barro y
paredes construidas con ramas, por las que pasaba el aire que permitía bajar la
temperatura de la vivienda, en zonas de altas temperaturas casi constantes. Los
integrantes de una misma tribu vivían juntos, formando pequeños poblados, y
compartiendo un mismo territorio de caza, bajo el mando de un cacique. En
cuanto a la religión, su dios Nilataj (o Shipilaj) fue el responsable de la
creación del mundo, cuya extensión se debió a los vientos de los cuatro
costados. Entre su obra, además de todos los wichis, están los animales, las
aves que no comen carroña y las plantas. Quien coordina la actividad religiosa
diaria es el chamán, conocedor de todas las leyendas sobre lo incomprensible.
Es, además, el médico de la tribu, único capaz de alejar a través de su
monótono canto la presencia de los malos espíritus de los cuerpos enfermos.
Según la tradición wichi las mujeres bajaban del cielo a través de una cuerda
para robar la comida de los hombres, hasta que un indio cortó esa cuerda y
logró dominarlas. El rol del sexo femenino en la comunidad mataco incluía todo
lo relativo al hogar y las tareas de alfarería. Los 20.000 wichis que
sobrevivieron han adoptado también cierta horticultura en pequeña escala, o se
han volcado al trabajo en ingenios azucareros y empresas de la región. La
mayoría habita en las costas del río Pilcomayo, en la provincia argentina de
Salta, en la ciudad de Tartagal y en la República de Paraguay. En el siglo XVI
llegaban acerca de 100.000. Desde la actual provincia argentina de La Pampa
hasta el límite con Bolivia, el Gran Chaco al este y la cordillera de los Andes
al oeste, vivieron en tiempos precolombinos, desde 3 a 5 siglos a.C hasta la
llegada de los españoles, varios pueblos de diversas características y
orígenes, como los diaguitas, atacamas, lule-vilelas, comechingones o huarpes,
entre otros. La mayoría de ellos basó su economía en la agricultura y el
pastoreo, y fueron fundamentalmente sedentarios, organizando en ciertas
regiones verdaderas ciudades amuralladas, como Tilcara o Quilmes, en las que
llegaron a vivir millares de personas.
Abipones:
Los abipones eran cazadores y
recolectores. Formaban parte del grupo de los guakurúes, integrado por las
etnias toba, pilagá, aquilot, mocovíes y abipones. Habitaban en el Chaco
austral, fundamentalmente. Al igual que sus vecinos, los mocovíes y los tobas,
aprendieron a utilizar el caballo, modificando sustancialmente sus costumbres.
Hábiles jinetes, lograron extender sus territorios a partir del "nuevo
medio de transporte", y de hecho, entre 1720 y 1740, estos pueblos del
Gran Chaco estuvieron a punto de expulsar totalmente a los españoles de la
zona.
Los abipones desaparecieron en
tiempos de la colonia.
Atacamas:
El desarrollo de la cultura
atacameña se prolongó por varios años, en la zona de la hoya del río Loa, en
donde actualmente se encuentra la localidad de San Pedro de Atacama. La
ocupación de los Incas y el hecho de que el área fuera atravesada por quienes
se dirigían en dirección norte -sur, permitió a los atacameños incorporar
elementos y costumbres de otras culturas cercanas. Fundamentalmente centrados
en la agricultura, los atacameños regaban sus sembradíos a través de un sistema
de terrazas y favorecían sus cultivos con riego artificial y el uso de salitre
sódico como fertilizante. El comercio resultaba ser, a la vez, una alternativa
más para mejorar su situación económica: la lana de alpaca, el maíz, los
frijoles eran intercambiados en la costa del Pacífico por moluscos y pescados,
y en la actual Bolivia, por hojas de coca. Se cree que los atacameños se
consolidaron como pueblo cerca de 500 años antes de Cristo. Restos de cerámicas
y vasos, cántaros y urnas, y otras piezas metalúrgicas encontradas en la región
dan cuenta de su progreso. A lo largo de los 1500 años siguientes al inicio de
la era cristiana, los atacameños dejaron muestras de sus trabajos en metal,
madera, piedras, lana y cestería. Imponente, los pukaras, fortalezas de piedras
construidas entre el 900 y la llegada del europeo aún sobreviven, como el de
Tilcara, fiel reflejo del esplendor de esta civilización. Los investigadores
opinan que el pueblo atacameño se vio directamente influenciado por el imperio
inca, a partir de 1450, y a través de fluidos contactos con los habitantes del
Tihuanaco, en la región del altiplano boliviano. De los incas importaron el uso
del adobe y los techos a dos aguas en las construcciones, entre otras
costumbres. El pueblo atacama habría desaparecido con la llegada de los
españoles.
Tonocoté-Lule-Vilela:
Originarios de la región del Gran
Chaco, a la llegada de los españoles se encontraban, sin embargo, instalados en
el noroeste argentino, el oeste de Salta y el norte de Tucumán, y en parte del
noroeste de Santiago del Estero. Se denominaba Tonocoté a un grupo de pueblos
ya desde el Siglo XVII. Los Mataráes eran vivían en las costas del Río Bermejo
desde el meridiano 61 al 63. Parte de estos Mataráes convivían desde el Siglo
XVIII con parcialidades Vilelas. Los tonocotés además de dividirse en varias
sub-tribus, se repartían en dos grupos, nómades y sedentarios. Los primeros
eran fundamentalmente cazadores y recolectores mientras que los segundos eran
agricultores. Estos últimos utilizaron técnicas de riego por terrazas, a la vez
que se dedicaban a la cría de llamas. Sus viviendas eran de bloques de piedra
con techos de ramas y barro. Su alfarería era bastante básica, construían
algunos instrumentos musicales básicos como pipas u ocarinas, y conocían la molienda
de granos en molinillos. Hoy Se encuentran extinguidos.
Querandíes:
Integraban el grupo de los
pampas, junto a los taluhet y diuihet. Habitaban la zona central de la
Argentina, eran altos, de piel oscura y solían vestir ropas de cuero. Su nombre
proviene del guaraní: significa "hombres
con grasa", apelativo que se origina en su dieta alimenticia, basada en
una buena parte en grasa de animales. Nómades por naturaleza, se alimentaban
con raíces y frutos que ellos mismos recolectaban, y con una extraña pasta
basada en langostas asadas. Solían prender fuego los pastizales pampeanos en
época de plaga de estos insectos, para así cocinarlos. Luego los juntaban y
finalmente producían una masa con ellos, que formaba parte de su alimento. También
producían una harina con pescado seco y luego molido. Cazaban animales de la
región, como perdices, venados y ñandúes, con arco, flecha y boleadoras. Con
respecto a sus viviendas, éstas solían ser simples paravientos de cuero,
fáciles de armar y desarmar. Los querandíes eran monoteistas: creían en un gran
dios al que llamaban Soychu, y en un espíritu del mal, Gualichu, palabra que
derivó en el vocablo "gualicho", que en el idioma popular argentino
significa "maleficio" o "embrujo". HOY Extinguidos.
Puelches:
Si bien ellos se llamaban a sí
mismos "gumun a ken", fueron conocidos por cómo los araucanos los
llamaban a ellos: "puelches", que significa, "gente del
este". Vivieron en la región comprendida por el norte de la actual
provincia de Chubut, la provincia de Río Negro, el este del Neuquén, el
sudoeste de La Pampa y el sur de la provincia de Buenos Aires. De
características similares a los tehuelches, tenían espaldas anchas y cabellos
negros y lacios. Basaban su alimentación en guanacos y ñandúes que ellos mismos
cazaban con arcos, flechas y boleadoras, y en vegetales y raíces con los que
preparaban bebidas a partir de su fermentación, y moliendas para la realización
de panes. La aparición de los caballos con la llegada de los conquistadores
españoles, le dio a los puelches no sólo una nueva opción de transporte sino de
alimentación. Vestían resistentes ropas confeccionadas con cuero. Este pueblo HOY
se encuentra extinguido.
Huarpes:
Los huarpes eran físicamente
altos, delgados, de cutis oscuro y en general, los hombres solían usar barbas.
Eran de cabeza y cara alargadas, medían cerca de 1,70 en promedio, usaban
cabello largo y se adornaban con plumas ambos sexos y pinturas, especialmente
las mujeres. Habitaban la región argentina de Cuyo, en las actuales provincias
de Mendoza y San Juan y en el noroeste San Luis. Cultivaban maíz, zapallo,
calabaza y mate, y para hacer pan molían algarrobo como los comechingones, en
morteros cavados en las rocas. Recolectaban también otros frutos típicos como
el del chañar, con el que hacían una bebida alcohólica tras su fermentación. No
usaban ningún medio de transporte: caminaban por ende grandes distancias, en
tanto que, en relación con su desarrollo arquitectónico, vivían en
construcciones de piedra en las montañas y paja y caña en las planicies. Vestían
ropas sin mangas hechas con lana o fibra vegetal y sandalias en los pies. En
cuanto a las actividades manuales, manejaban el arte de la cestería: Hacían
vasos y tazas de estos materiales y el de la cerámica. Creían en el bien y el
mal, representados en Soychu y Valichu, respectivamente. Además de estos dos
espíritus creían en Humuc Huar, dios que vivía sobre la Cordillera de los
Andes. Rendían culto también al sol, a la luna, al lucero, al viento y a los
ríos. Sostenían la idea de la inmortalidad del alma, por eso enterraban a sus
muertos orientados hacia las montañas, en donde vivía su dios. Se organizaban
en grupos de origen familiar, a cargo de un cacique, propietario de la tierra
en la que vivía la tribu. En el ámbito familiar, el hombre tenía el dominio
total de clan, y disponía de la compraventa de las hijas mujeres. Eran
monógamos. Hoy actualmente, se encuentran extinguidos.
Comechingones:
Los comechingones habitaban
principalmente en cuevas naturales de la provincia argentina de Córdoba, desde
la zona de Cruz de Eje hasta la de Achiras, hacia el sur. En San Luis ocupaban
el área de Conlara. Se dividían a partir de su idioma: los del norte hablaban
el benia y los del sur, el camiares. Eran altos, de piel oscura y usaban barba,
tenían cabeza alargada y eran en general bastante parecidos a los diaguitas. Subsistían
gracias al cultivo de maíz, porotos, zapallo, cazaban guanacos, liebres,
ciervos, recolectaban frutos, algarrobo, chañar y la cría de llamas. Se armaban
con boleadoras, hachas, flechas y armas similares, construidas con huesos y
piedras, elementos que también utilizaban para ornamentos. Vivían
fundamentalmente en las cuevas de las sierras, o en pozos que cubrían con
madera o paja, y solían vestir una especie de delantal largo hecho de la lana
de las llamas que criaban. Adornaban sus vestidos y su cabello con piezas
hechas en madera y en barro. Trabajaban también la cestería, y en forma menor,
la alfarería. Su cosmovisión incluía la idea de un dios único: “El Sol”, y
algunas ceremonias rituales de origen amazónico y otras similares a los de sus
vecinos, los huarpes. Enterraban a sus muertos en posición acurrucada. Se
agrupaban en "parcialidades" comandadas por un cacique. Por debajo de
esta estructura estaba la de cada familia. Actualmente se encuentran
extinguidos. Quedaron como testimonio de su existencia importantes restos
pictográficos y estatuillas de barro, y los gentilicios de muchos lugares de la
zona: Camicosquin, Olahen, Tohaen, en el valle de la Punilla. Las pinturas
rupestres más importantes, en las que se ven imágenes cotidianas, gente y
animales, fundamentalmente, son las de la sierra de Comechingones, cerca de la
provincia de San Luis; las de las sierras de Guasapampa y de Cuniputo, cerca de
la provincia de La Rioja, y hacia el norte, las halladas en las Sierras del
Norte. Habitaban en la zona de influencia de la laguna de Mar Chiquita, en la
actual provincia de Córdoba, hasta el río Salado al norte, hasta el Suquía
hacia el sur, la sierra Sumampa hacia el oeste y el actual límite con Santiago
del Estero y Santa Fe, al este. Algunos antropólogos opinan que eran
originarios del actual territorio brasileño. Cultivaban maíz y frijoles,
recolectaban frutos salvajes y pescaban en los cauces de agua y lagunas de la
región, además de crías ovejas, llamas y ñandúes. Cazaban con arco, flecha y
mecana, una especie de garrote triangular que se usaba para la defensa personal
y la lucha cuerpo a cuerpo. Los sanavirones vivían en grandes casas,
construidas con elementos vegetales y en las que solían vivir varias familias a
la vez. Conocían los principios de la alfarería, y de hecho, según los restos
arqueológicos hallados en Córdoba, trabajaban con cerámicas grises y coloreadas
con extractos vegetales.
Chané:
De la familia
arawakana, sin clasificación de subgrupo. Se lo ha comparado con el guana o
kashika del Paraguay, o con el terena de Brasil, pero ambos son distintos. Se
habló en la provincia de Salta, hace unos 300 años. El grupo étnico es llamado
izoceño, y ahora habla guaraní occidental. Kunza, cunza, likanantaí, lipe,
ulipe, o atacameño lengua de la etnia atacameña (lickan-amtay), casi
seguramente extinto también en Chile. Probablemente una lengua aislada. Henia-camiare
o hênia-kamiare: hablada por la etnia del mismo nombre más conocida como
comechingones. No hay elementos suficientes para establecer su pertenencia a
alguna familia, ni es posible intentar una reconstrucción.
Het: lengua de los
antiguos pampas también conocidos como querandíes. Su existencia como única
lengua es especulativa.
Allentiac o
alyentiyak y millcayac o milykayak, lenguas pertenecientes al macrófilo huarpe
(nombre que también suele darse a la primera), habladas otrora en la región de
Cuyo. La escasez de elementos remanentes impide intentar clasificación o
reconstrucción precisas.
Lule-toconoté: de
la familia lule-vilela, algunos autores afirman que lule y toconoté no serían
la misma lengua, hablada por pueblos que habitaban en parte del territorio de
la actual provincia de Santiago del Estero, y en parte migraron hacia el Chaco
a mediados del siglo XVII. Del lule-toconoté quedan sólo algunos vocablos y
lexemas aunque casi siempre se desconoce su significado preciso.
Yagán, yámana o
háusi-kúta (también yaghan, yagán, yagana): lengua hablada por los aborígenes
de las zonas litorales meridionales del archipiélago fueguino, presentaba la
característica de ser muy analítica y por esto poseía un extenso vocabulario.
Se extinguió en la Argentina a inicios de siglo XX, aunque se conservan
lexicones del mismo y algunas importantes palabras en la toponimia como
Ushuaia, Lapataia, Tolhuin, etc. Quedan probablemente entre 3 y 5 hablantes en
Chile. El guaraní misionero se habló en el área y tiempo de influencia de las
misiones jesuíticas, entre 1632 y 1767, desapareciendo definitivamente hacia
1870, pero habiendo dejado importantes documentos escritos.
Mapuches:
Los antecesores de los mapuches
se instalaron en el valle central de Chile y en la zona de los lagos
precordilleranos cerca de 500 años antes de Cristo, hasta el río Maullín en
Chile, como límite sur, y hacia el oeste, hasta el actual el norte y el centro
de la provincia argentina de Neuquén. Su nombre significa "gente de la
tierra", y junto con los picunche ("gente del norte") y los
huiliche ("gente del sur") compartían un mismo idioma. También se los
conoce como "araucanos", dado que los españoles habían denominado
Araucanía a la región, y araucanos a los habitantes.
En el siglo XVII, ante el avance
español, los mapuches fueron introduciéndose aún más en territorio argentino,
instalándose en las provincias de San Luis, el sur de Córdoba, La Pampa,
Neuquén y Buenos Aires, pero, desde la capital argentina, las campañas contra
los indígenas del siglo XIX los hicieron retroceder hasta la zona del río
Limay. Su economía se basaba en cultivos de maíz, papa y ají, entre otros vegetales,
y la caza y cría de llamas y animales en el norte y la pesca y recolección de
mariscos en la zona marítima. También se dedicaron a la ganadería, e incluso
llegaron a manejar la compra y venta de animales en el sur, con los españoles
instalados en Chile. Se organizaban en familias, y estas a su vez, en linajes,
establecidos por los parentescos de los varones de las casas. La poligamia fue
perdiendo espacio frente a las relaciones matrimoniales monógamas, entre hijos
de distintos linajes, y basadas en la compra de la mujer por parte del varón.
Aunque la mujer mantenía una situación de supeditación al hombre, ésta, sin
embargo disponía de ciertos bienes personales como algunos animales, cierta
tierra y sus piezas de uso personal. El varón más anciano del linaje actuaba
como jefe (toki). Su poder, relativo antes de la llegada de los españoles,
comenzó a acrecentarse en los tiempos de la guerra permanente que establecieron
los mapuches con los blancos. En el siglo XIX el pueblo mapuche se organizó en
grandes cacicatos, de extensos territorios.
A diferencia de otros pueblos
indígenas de la Argentina, los mapuches conocían el manejo de los metales,
principalmente la plata, el cobre, y se cree que, antes de la llegada de los
españoles, incluso el oro y la plata. Este arte les permitió diferenciarse
económica y culturalmente del resto de los pueblos aborígenes de la zona,
obteniendo a la vez prestigio y riquezas por estos trabajos de orfebrería. Con
respecto a la religión, el mundo mapuche está organizado en siete niveles o
plataformas: en las cuatro superiores habitan divinidades, ancestros y
espíritus benéficos. Entre la plataforma terrestre y estas otras cuatro se
encuentra una zona en la que viven los wekufe o entidades maléficas. Los
mapuches viven en la sexta plataforma con fuerzas del bien y del mal, en tanto
que, por debajo del nivel de la tierra viven los caftrache, hombres enanos
también malignos. Durante el Nguillatun, su principal ceremonia religiosa, los
mapuche agradecen y piden a sus dioses y antepasados por el bien común. La
celebración dura cuatro días, y suele realizarse generalmente en el mes de
marzo. Los descendientes del viejo pueblo mapuche viven en las provincias de
Neuquén, Río Negro y Chubut. Su subsistencia se basta actualmente en la ganadería
ovina y caprina.
Timbúes:
Los timbúes fueron un grupo de
distintas comunidades que vivían a ambas márgenes del río Paraná en territorios
de las actuales provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes,
en el siglo XVI. Se los conoce como chaná timbúes. Claramente afectados por la
presencia del pueblo guaraní, el pueblo chaná-timbú era principalmente
pescador. Integraban la familia lingüística de los "arawak", y se
dividían en timbúes propiamente dichos, carcaráes, corondas, quiloazas y
calchines en Santa Fe y entre Ríos, mapenes y mocoretás en Corrientes y chanaes
y mbegueaes en Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos. El pueblo chiriguano o
tupí-guaraní los redujo a la servidumbre. Hoy sus actuales descendientes viven
en la comunidad de Tuyunti en la provincia de Salta.
Respecto a la población que habla
y/o entiende lengua indígena dentro o fuera de las comunidades, se puede
observar que las lenguas Pilagá (88,3%), Wichí (84,9 %) y Chorote (77,2%) son
las de mayor conocimiento por parte de la población, mientras que las lenguas
menos habladas y/o entendidas, son Huarpe (4,1%), Rankulche (4,8%),
Diaguita/Diaguita calchaquí (5,8%) y Tehuelche (9,8%). Lo que surge en la
encuesta en relación al grado del conocimiento de las lenguas indígenas es que
éste no se relaciona con la cantidad de población que tiene cada comunidad. Es
decir, que las comunidades con mayor población no necesariamente son las que
más dominio de la lengua poseen. Concentración de la población de cada pueblo
indígena por región y provincia al analizar el lugar donde
habitan actualmente los pueblos indígenas, se puede ver que en su mayoría se
encuentran en la Región Noroeste (NOA) con 13 pueblos: Atacama, Ava Guaraní,
Chorote, Chulupí, Diaguita/Diaguita Calchaquí, Kolla, Omaguaca, Wichí, Quechua,
Tapiete, Chané y Maimará, concentrados en las provincias de Salta y Jujuy;
siguiendo la Región Noreste Litoral (NEA-Litoral) con 6 pueblos (Chulupí, Mbya
Guaraní, Mocoví, Pilagá, Toba y Wichí) concentrados en las provincias de Chaco,
Formosa y Santa Fé; la Región Patagonia, con 4 pueblos (Tehuelche, Ona,
Rankulche y Mapuche) concentrados en las provincias de Chubut, Santa Cruz y
Tierra del Fuego; y la Región Centro, con 5 pueblos (Guaraní, Comechingón,
Huarpe, Sanavirón y Tupí Guaraní) concentrados en la Ciudad de Buenos Aires y
el Gran Buenos Aires.
Existen en la actualidad 40
millones de nómadas "que se desplazan en busca de pastos y agua, a veces
en larguísimas travesías. Es la única forma de supervivencia de los climas más
extremos, la misma que hace 500 años".
Chile
- .Pueblos de la
Costa (Canoeros): Changos, Cuncos, Chonos, Alacalufes y Yaganes.
- .Pueblos de la
Cordillera: Chiquillanes, Mapuches, Pehuenches, Puelches, Poyas, Tehuelches, Onas.
- .Colombia Nukak
Makuk, Wayúu,
- .Venezuela Wayúu,
Yanomamos
- .Brasil Yanomani
- .Medio Oriente
Beduinos,
- .Groenlandia
esquimales,
- .México
chichimecas,
- .Desierto del
Sahara tuaregs,
- .Europa zíngaros,
Sarakatsani, Yoruk
- .Siberia Evenis
- .Mongolia Jinetes
de Mongolia
- .Kenia Turkana
- .Mauritania Maurí
- .Nepal rají
En relación a la población
indígena que habita en zonas urbanas, se puede observar que los miembros de los
pueblos indígenas que en su mayoría residen en las ciudades son del pueblo
Aymará (99,98 %), Querandí (99,7%), Pampa (99,2%), Lule (98,9%), Ona (98,3%) y
Tehuelche (90,5%). Mientras que los miembros de los pueblos indígenas que en su
minoría habitan en las ciudades son los de Atacama (12,3%), los Mocoví (24,1%),
los Wichí (34,6%) y los Kolla (37,7%), siendo en su mayoría pueblos originarios
de las provincias del norte del país (Jujuy, Salta, Formosa y Chaco). En cuanto
a las condiciones de vida de la población indígena, es importante destacar que
casi un cuarto de los hogares (23.5%) se encuentra con las necesidades básicas
insatisfechas (NBI). Esta proporción es muy alta comparada con el resto de los
hogares (13,8%) y el total nacional (14,3%). Las provincias que muestran los
mayores niveles de NBI en los hogares indígenas son Formosa (74.9%), Chaco
(66.5%) y Salta (57.4%). Respecto a su localización, en el 16,5% de los hogares
de la población indígena son rurales mientras que para el resto los de los
hogares es de un 9.2% y para el total del país es de un 9.7%.
El uso del castellano o español
es predominante, entendido y hablado como primera o segunda lengua por casi
toda la población de la República Argentina (más de 40 millones). El inglés es
la segunda lengua más conocida en el país, y su enseñanza es obligatoria desde
la escuela primaria en varias provincias. El guaraní y quichua son otras
lenguas importantes con más de un millón de hablantes cada uno. Existen unas 25
lenguas vernáculas vivas y varias extintas en diversas regiones. Entre estas se
mantienen las lenguas de los pueblos originarios. El guaraní, el quichua y el
aimara son los más oídos en la periferia de las grandes ciudades, producto de
las migraciones internas y de países como Bolivia, Paraguay y Perú. El
portuñol, el lunfardo son los dialectos locales derivados de lenguas europeas
más importantes. Otra lengua nativa es la lengua de señas argentina , lengua
señalada por las comunidades sordas que surge claramente a partir de 1885 e
influencia a muchas otras lenguas de señas de países limítrofes. Entre los
hablantes de lenguas no vernáculas se encuentran los de italiano (alrededor de
500.000), alemán (cerca de 400 000, incluyendo un número significativo de
hablantes del dialecto alemán del Volga y del plautdietsch). Los idiomas árabe,
croata, esloveno, euskera, gallego, armenio, asturiano, yidish oriental, chino
(unos 65 000 hablantes, principalmente de los dialectos de Fujian y de Taiwán),
coreano, japonés (alrededor de 35 000, en su mayoría hablantes de okinawense),
lituano, ucraniano y romaní vlax (lengua de los roma, llamados vulgarmente
“gitanos”) también son importantes.
El español fue
traído por los conquistadores españoles, sufrió los cambios propios de la
convivencia con los pueblos indígenas nativos que lo enriquecieron,
especialmente en sus aspectos lexicales. Las sucesivas oleadas inmigratorias
ocurridas durante el siglo XIX y los primeros años del XX también hicieron su
aporte a la lengua de los argentinos. El
español en Buenos Aires adopta formas del lunfardo, jerga del ámbito porteño.
Según Ana Carolina
Hecht: Si bien Argentina en su devenir histórico ha invisibilizado la
pluralidad etnolingüística que posee, en las últimas décadas esa tendencia se
ha revertido, ya que innegablemente el contacto lingüístico es la regla y el
monolingüismo la excepción. De este modo, en la actualidad nos definimos como
un país multilingüe poseedor una enorme diversidad sociolingüística y
sociocultural, donde además del español y las lenguas de migración, existen
catorce lenguas indígenas con muy diferentes grados de vitalidad. Estas
diversas lenguas se hablan en distintas jurisdicciones de nuestro país, tal
como se consigna en el cuadro N° 1. Respecto de las regiones señaladas es
destacable que según datos de la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (ECPI)
relevada durante 2004 y 2005 por el Instituto Nacional de Estadística y Censos
(INDEC), en Ciudad y Gran Buenos Aires se concentra el 16% del total de la
población indígena del país representando a once etnias diferentes. No
obstante, la invisibilidad de las poblaciones indígenas en la ciudad no hace
más que demostrar cómo algunas fronteras lingüísticas son más visibles e
infranqueables, mientras que otras son permeables o simplemente desestimadas,
por ello esta población muchas veces pasa inadvertida o solapada detrás de
otras categorizaciones como migrante, provinciana, entre otras.
REGION
|
ETNIA
|
FAMILIA LINGÜÍSTICA
|
LENGUA
|
Salta,
Jujuy y Buenos Aires |
collas
|
Quechua
|
quechua
|
Santiago.
del Estero |
criollos
|
quichua (dialecto del este)
|
|
Salta,
Jujuy y Buenos Aires |
migrantes bolivianos
|
quechua
|
|
Chaco,
Formosa, Salta, Santa Fe y Buenos Aires |
tobas
|
Guaycurú
|
toba
|
Formosa
|
pilagás
|
pilagá
|
|
Chaco
y Santa Fe |
mocovíes
|
mocoví
|
|
Salta
|
chiriguanos
|
Tupí-guaraní
|
chiriguano (o guaraní
boliviano) |
Tartagal
|
chanés
|
variedad de chiriguano
|
|
Tartagal
|
tapieté
|
variedad de chiriguano
|
|
Corrientes,
Formosa, Chaco, norte de Entre Ríos y Misiones |
criollos
|
guaranícorrentino
|
|
Buenos
Aires |
migrantes paraguayos
|
guaraníparaguayo
|
|
Misiones
|
mbyá
|
mbyá
|
|
Chaco,
Formosa y Salta |
wichís
|
Mataco-mataguayo
|
wichí
|
Salta
|
nivaclés
|
nivaclé
|
|
Salta
|
chorotes
|
chorote
|
|
Desde
el río Santa Cruz al Estrecho de Magallanes y Buenos Aires |
tehuelches meridionales australes
|
Chon
|
áonek´o áyen
|
Neuquén,
Río Negro, La Pampa, Chubut y Buenos Aires |
mapuches
|
Mapuche
|
mapuche
|
El idioma
castellano es el utilizado (desde la fundación del estado argentino) por la
administración pública y en el que se imparte la educación en todos los
establecimientos públicos, hasta tal punto que en los niveles básico y
secundario existe como asignatura obligatoria la de la lengua castellana
(asignatura llamada “Castellano”). Tal obligatoriedad es una imposición que ha
resultado en un factor de cohesión social entre los millones de habitantes de
Argentina. Existe una Academia Argentina de Letras, fundada en 1931, que desde
1952 colabora regularmente con la Real Academia Española para el registro de las
variantes locales.
Si bien la
Constitución Nacional establece como función del Congreso Nacional “reconocer
la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos”, a
éstos aún no se les ha reconocido la oficialidad de sus lenguas nativas,
excepto en las provincias de Chaco y Corrientes.
El portuñol es
hablado en las zonas limítrofes con el Brasil. Se trata de un pidgin de español
y portugués.
El lunfardo es una
forma dialectal nacida en Buenos Aires, fuertemente influido por las lenguas de
los inmigrantes; sobre todo por dialectos procedentes de las distintas regiones
italianas; así, “lunfardo” deriva de la palabra lombardo, pero también el
portugués, el gallego, el francés, el inglés y el yidish le proveyeron al habla
argentina numerosos elementos léxicos y sintácticos, así como la pronunciación
típica del español rioplatense. El lunfardo ha ejercido un fuerte influjo en el
habla informal de todo el país, sobre todo mediante su uso en las letras de
tango y en la poesía porteña.
El galés, cymraeg,
y gymraeg o welsh, dialecto galés patagónico: lengua indoeuropea del
agrupamiento céltico insular británico, el galés es el primero o segundo lenguaje
de unas 25 000 personas en 19984 (descendientes de inmigrantes galeses de la
segunda mitad del siglo XIX) en la provincia del Chubut. Una estimación de 2008
señala que el número de hablantes pudo haber descendido a tan solo unos 5000.5
El dialecto alemán,
de los alemanes étnicos del río Volga en Rusia, hablado especialmente en las
provincias de Santa Fe, Entre Ríos, parte de La Pampa y varios sectores de la
provincia de Buenos Aires. Asimismo, conservado entre los descendientes de los
inmigrantes venidos directamente de Alemania así como de otros países
germanófonos como Suiza o Austria.
La lengua de señas
argentina, entendida por alrededor de dos millones de personas sordas de la
Argentina, sus instructores, descendientes y otros. Se diferencian variantes
regionales, tales como la de Córdoba.
El quechua
sudboliviano: hablado por habitantes del occidente boliviano residentes en
Argentina y sus descendientes. Esta misma variedad se habla en todo Jujuy,
Salta y Tucumán; después del castellano es la segunda lengua del país más
difundida y la lengua indígena más importante de América, ya en 1971 tenía 855
000 hablantes a los que habría que sumarles unos 70 000 posibles en Salta.
En las provincias
de Corrientes, Misiones, Chaco, Formosa, Entre Ríos12 13 y Buenos Aires donde
los dialectos guaraníes argentinos son hablados o conocidos por cerca de un
millón de personas, incluyendo inmigrantes paraguayos que hablan el guaraní
paraguayo o el jopará (2005).9 En Corrientes, en donde se habla el dialecto
guaraní argentino se decretó en 2004 la cooficialidad de la lengua guaraní y su
uso obligatorio en la enseñanza y gobierno.
El chiripá,
tsiripá, txiripá, nhandeva, ñandeva, avakatueté o apytare, dialecto apapocuva:
lengua de la familia tupí guaraní, subgrupo 1. Unos pocos hablantes en la
provincia de Misiones y entre inmigrantes paraguayos. El mbyá, mbua, guaraní
oriental argentino o mbyá: de la familia tupí-guaraní, subgrupo 1. Similitud
léxica de un 75 % con el guaraní paraguayo. En 2002 contaba con unos 3000 hablantes
en la provincia de Misiones. El guaraní occidental argentino, guaraní oriental
boliviano, chawuncu o chiriguano, dialectos chané e izoceño: de la familia
tupí-guaraní, subgrupo 1. Unos 15 000 hablantes en las provincias de Salta y
Formosa. El guaraní correntino o guaraní argentino: perteneciente a la familia
tupí-guaraní. Hablado (junto al castellano) por hasta un 50 % de la población
de origen rural de la provincia de Corrientes (alrededor de 100 000 personas). El
gobierno correntino decretó en 2004 la cooficialidad de la lengua guaraní y su
uso obligatorio en la enseñanza y gobierno, aunque aún no ha sido reglamentado.
El kaiwá, caingua, caiwá o kayova, llamado pai tavyterá en Paraguay: de la
familia tupí-guaraní, subgrupo 1. Hablado por no más de 510 personas en la
provincia de Misiones. El tapieté, guarayo, guasurangue, tirumbae, yanaigua o
ñanagua: de la familia tupí-guaraní, subgrupo 1, hablado por unas 100 personas
de una aldea cercana a Tartagal en Salta.
El mapudungun,
araucano, maputongo, mapuche o mapudungu, dialectos: pehuenche, nguluche,
huilliche, ranquenche: de la familia araucana, con aproximadamente 40 00014 15
16 a 100 0006 hablantes en las provincias de Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa
Cruz en el año 2000.
Aimara
Aimara central:
lengua del grupo aymara, hablada por 30 000 habitantes de Jujuy, del norte de
Salta, además de inmigrantes de la puna boliviana y de Perú.
Mataco-mataguayo
Extensión del dominio de las lenguas mataco-guaicurú.
Chorote iyojwa'ja,
choroti, yofuaha o eklenjuy: de la familia mataco-guaicurú, es un idioma
distinto del chorote iyo'wujwa. Hablado en 1982 (no hay datos más recientes)
por unas 1500 personas en el nordeste de la provincia de Formosa. Chorote
iyo'wujwa, choroti, manjuy o manjui: de la famila mataco-guaicurú. Cuenta con
unos 800 hablantes en 1982,6 50 % de ellos monolingües, mezclados con los
hablantes del chorote iyojwa'ja. Actualmente es hablado por apenas 400
personas. Nivaclé, ashlushlay, chulupi, churupi, chulupie, chulupe, dialectos
nivaclé de la selva y nivaclé del río: de la familia mataco-guaicurú, cuenta
con unos 200 hablantes en el nordeste de la provincia de Formosa. El término
“Churupí” y similares son peyorativos. Wichí lhamtés güisnay, mataco güisnay,
güisnay, mataco pilcomayo, o mataco: de la familia mataco-guaicurú, hablado por
unas 15 000 personas en el área del río Pilcomayo, provincia de Formosa. El
término “mataco” para designar las lenguas y los pueblos wichí es peyorativo. Wichí
lhamtés nocten, mataco nocten, nocten, noctenes u oktenai: de la familia
mataco-guaicurú, hablado por alrededor de 100 personas en la frontera noreste
del país, hasta la zona de Clorinda. Wichí lhamtés vejoz, mataco vejoz o vejos,
dialecto vejoz del Bermejo: de la familia mataco-guaicurú. Cuenta con unos 25
000 hablantes distribuidos en las provincias de Chaco y Formosa. Su área de
influencia, en general, se encuentra al oeste de la del Toba, a lo largo del curso superior del río Bermejo y en el río Pilcomayo. No es
inteligible con otros lenguajes del Chaco, y se lo habla también en Bolivia.
Guaycurú
Mocoví, mocobí o
mbocobí: de la familia mataco-guaicurú. En el año 2000 había unos 4530
hablantes en Formosa, el sur del Chaco y el noreste de la provincia de Santa
Fe. Para 2008 la cifra había pasado peligrosamente hasta 3000 o 5000 personas.
Distribución
aproximada de lenguas en el extremo meridional de Sudamérica en tiempos de la
Conquista.
Además de las
lenguas indígenas sobrevivientes, antes del contacto con los europeos y durante
algún tiempo durante la conquista de América en Argentina se hablaron además
las siguientes lenguas, que la actualidad están extintas:
Andrés Belguich
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