sábado, 20 de agosto de 2016

El destino y la pasión se juegan en una cita a ciegas

Discepolín Vive - Teatro

Un ciego sentado en una plaza, que podría ser Jorge Luís Borges, recibe en el mismo banquillo a distintas personas con historias tan particulares y conectadas entre sí, que eligen contárselas con la intención de desahogarse y ser escuchados. Aunque esas historias le son ajenas al hombre ciego, pronto termina de involucrarse por completo. Lo que fue, lo que no fue, lo que pudo haber sido. ¿Destino, casualidad o mundos paralelos? Encuentros que cambian para siempre la vida de un grupo de personas. Así Mario Diament abre la puerta para Cita a Ciegas, una obra inspirada en Jorge Luis Borges se presenta a 30 años de su muerte, esta vez con la dirección de Walter Operto, viejo compañero de Diament en los `70, quiénes compartían su afición por el teatro y su afinidad por el periodismo. Walter comenta que en aquel entonces él había estrenado Ceremonia al pie del Obelisco, con dirección de Raúl Serrano, y luego Crónica de un secuestro, de Mario.


A 30 años de la muerte del escritor Jorge Luis Borges, Diament pone a un ciego que conversa en el banco de una plaza con las personas que se le acercan. La obra dirigida por Operto puede verse todos los sábados a las 21, en La Nave (San Lorenzo 1383).
El director contó que la primera vez que vio la obra en Buenos Aires le pareció muy aburrida, pero que sentía que si la misma tuviese buenas actuaciones y una buena dirección podría ser una obra de culto para el país y el mundo por la belleza de los textos y la riqueza en los diálogos.


- ¿Como fue el proceso de adaptación de "Cita a ciegas" de Mario Diament?

“Cita…” es, esencialmente, una obra de texto, pero no de un texto al que se pudiera abordar con las llamadas “improvisaciones o “acercamientos”, tan en boga en montajes teatrales experimentales y/o estudiantiles. Aquí la escritura teatral no se improvisa, no se altera ni se complementa. Es eso o nada. Y es, fundamentalmente, un texto de gran nivel literario. Este carácter de texto inmodificable representó, de entrada, un gran desafío para sus intérpretes. Y también significó una búsqueda no fácil para encontrar a un grupo de actores dispuestos a ponerle el hombro, el cuerpo, la cabeza, las emociones y algo más. También hubo que tener en cuenta su extensión de poco más de dos horas, una duración a la que teatristas y público nos habían desacostumbrado desde propuestas breves, y, a veces, más “físicas” que corales. No obstante, los intérpretes aparecieron y el trabajo se abordó con profundidad, alegría, mucho convencimiento y la certeza grupal  de estar construyendo sobre una literatura, repito, de gran vuelo literario y filosófico.


Otro gran desafío para el dramaturgo fue encontrar a los actores para el perfil de los personajes. Un elenco conformado por Héctor Bellomo, Guillermo Almada, Gloria Piñero, Adriana Felicia y Jorgelina Farioli. Acerca de su trabajo con los actores, Walter comenta: A la hora de empezar un trabajo de dirección, siempre recuerdo a los intérpretes un grupo de consignas y reglas clásicas de maestros que conocí y que de algún modo fueron formando mi propia mirada sobre el teatro. Entre ellos el rosarino Eugenio Filipelli, el porteño Jaime Kogan, el uruguayo Atahualpa Del Cioppo, el tucumano Raúl Serrano, el italiano Luis Mottura y el norteamericano Lee Strasberg. También trato de instalar en el trabajo de los actores una máxima del teatro griego clásico que, en mi opinión, sintetiza, de modo simple y claro, a muchas escuelas y corrientes teóricas acerca de la actuación. “No hagan de dioses, sean dioses”, enseñaban los maestros griegos a sus actores. En general, la máxima actúa con efecto positivo sobre la “búsqueda” del personaje por parte de su intérprete.

- ¿Que opinión te merece el concepto de "Cultura popular"?


Así dicho, el término sigue siendo un concepto demasiado amplio y demasiado abarcador de manifestaciones diferentes. Desde que comenzó a incluirse en ese espacio a la pintura de Berni y al teatro de Discépolo con el locro o el asado con cuero, preferí llamar “arte popular” a todo arte que abra la cabeza y exprese nuestros conflictos existenciales y sociales.

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